Caifanes "asesina" al Auditorio con su música
La banda ofreció una velada de dos horas en el Coloso de Reforma. (Foto: CRISTOPHER ROGEL BLANQUET. EL UNIVERSAL )
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Custodiados por más de 100 veladoras y las orillas del escenario adornadas con flores de cempasúchitl, Caifanes masacró y asesinó con música a quien se le paró enfrente.
Durante casi dos horas, en pleno Día de Muertos, Saúl Hernández, Sabo Romo, Diego Herrera y Alfonso André se convirtieron en el verdugo musical del Auditorio Nacional, la noche del sábado, en un único concierto.
El vocalista predicó desde un principio la meta de la velada, cuando en su primera participación hablada, consideró que a la vida no habría de tenerle miedo, sino enfrentarla con coraje.
Afuera, en la calle, decenas de personas corrían tratando de llegar a tiempo al recital, luego de que la avenida Reforma fuera cerrada por una vuelta ciclista y el metro, la vía alterna, tardara más de lo normal.
“Somos un pretexto raza, porque la magia, eres tú”, dijo en un momento Hernández, causando el primer gran alarido de la noche.
“Aviéntame”, “Para que no digas que no pienso en ti” y “Nubes” fueron de las primeras en escucharse, con un Saúl acercándose a la orilla del escenario retando a que la gente cantara más fuerte; con Diego paseándose de un lado a otro, mostrando buena condición física y Sabo, fiel a su costumbre, casi siempre estático en su sitio.
El momento de André fue con “Perdí mi ojo de venado” en la que las tres pantallas del Auditorio, en un acercamiento especial, lo mostraron durante varios segundos manejando su instrumento, sin acompañamiento.
Y por supuesto el mensaje político, que ha acompañado a la banda desde sus inicios, llegó con el recuerdo de Ayotzinapa y sus 43 normalistas desaparecidos.
“No se entiende cómo estén desaparecidos en un país donde supuestamente hay una democracia, exigimos al gobierno que no se haga...”, exclamó Saúl como preámbulo a “Antes de que nos olviden”, en donde se iban proyectando los rostros y nombres de los jóvenes.
Al término de la canción, un sector del público comenzó a gritar “¡Vivos los queremos!”, seguidos de inmediato por la mayoría de los cerca de 10 mil asistentes del recinto.
La presentación de la banda incluyó canciones poco escuchadas como “Te estoy mirando”, que en 1989 también formó parte de su repertorio durante su primera aparición en ese lugar, así como clásicos con otros arreglos, en el caso de “Afuera”, más lenta.
“Mátenme porque me muero”, “Los dioses ocultos”, “La negra Tomasa” y “La célula que explota”, no dejaron de escucharse.
“La música no es esclava de nada”, dijo el cantante.