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Hace casi cuatro años, Dolores Heredia había pasado tres meses aprendiendo sus diálogos en inglés para las secuencia de Atrapen al gringo, con Mel Gibson, cambiándolos incluso de orden por si se requería.

Pero el día del rodaje, ya teniendo el set completamente listo, casi se va de espaldas: a la estrella de Arma mortal no le convencía lo escrito en el guión y decidió cambiar todo.

“Dije ‘qué voy a hacer aquí, ¿aprenderme todo ahorita?’. Regresó, se puso de rodillas, pidió una disculpa y preguntó que requería para estar bien. Le respondí, seria, que una semana.

“Se quedó callado, comencé a reir y entonces él también me abrazó y comenzamos a ver que se podía hacer, éramos simplemente dos bichos de cine apasionados que querían hacer las cosas bien”, recuerda la actriz.

A sus 47 años, con la mitad de ella en el mundo del cine, Dolores puede presumir estar entre dos mundos: la producción mexicana y la estadounidense.

Quizá no tenga los reflectores de otras, pero en su foja laboral se pueden ver los nombres de Forest Whitaker, con quien acaba de estrenar en Berlin la cinta La voie de L’Ennemi, Dennis Quaid, Rossana Arquette y el realizador ChrisWeitz.

Y este año pinta bien: ayer estrenó su primera comedia comercial, Cambio de ruta, donde interpreta a la mamá del personaje de Sandra Echeverria; en junio Huérfanos, sobre la vida de Melchor Ocampo; en el último trimestre se espera Little Baby Jesus, hecha en República Checa y terminaría su primer documental como directora, tomando como pretexto la visita de Isabel II, Reina de Inglaterra, a Baja California en los años 70.

Sin embargo, la actriz de cintas como Santitos, Rudo y cursi, Fuera del cielo y la serie 'Capadocia' sorprende cuando dice que aún se despierta en la madrugada, tensa, cuando se encuentra ante una actuación en cine.

¿Cómo era tu relación con Forest?, se ve más accesible que Gibson.

Sí, lo es. Un día fuimos a comer a Taos (Nuevo México) junto con su asistente y nos dijo ‘ustedes no conocen el tequila tal’. Y le contestamos que no existía, que éramos mexicanas, tequileras, y no nos diría a nosotros lo que existía o no.

Le habló al mesero y le pidió esa botella. La trajo y dijímos que él la había puesto antes. Entonces pidió otra y nos dijo ‘ven, ustedes no saben nada’. Y reímos.

¿Ser mamá complica actuar?, hay quien se aleja de esto o participa poco ya con hijos.

Hay cosas que adecúas. Estuve en Bless me (dirigida por Carl Franklin, de 'House of cards' y 'Roma'), en Nuevo México y resulta que la nana que tenía no podía ir y la que se contrató allá, no funcionó.

En ese momento dije ‘se para, mi hija no puede esperar’. Hablé con la productora y ella me entendió. Me trajeron a mi hermana y se solucionó el problema.

Ya eres directora, ¿qué te ha quitado hacer un documental?

¡Los tacones! (risas). Ya llevo dos años y ya estamos en la etapa final, falta un viaje a Londres para el final y cositas para cerrar la historia, es un retrato de mi tierra, de mi gente, de mí. No hay que esperar a que llegue un proyecto, sino buscarlo. Esto que estoy haciendo es algo que también hacen personas como Gibson o Forest, también ellos hacen sus proyectos.

¿Cómo ves hoy al cine mexicano?

El hecho de que estén volviendo las comedias puede tener sus riesgos tanto como sus saldos favorables, porque la gente de pronto puede quedarse ahí y se van a sumar solamente a esa franja de público que ya está en la comedia norteamericana y sería público que no vería cine mexicano. Creo hay que contar todas las historias y a lo que aspiramos es que la gente tenga ganas de ir al cine también a conmoverse, mucha gente estamos en la reflexión de cómo hacerle.