Oscar 2014 Los aires políticos en los Premios de la Academia
GANADOR. El director Steve McQueen posa, después de ganar el Oscar a mejor película por "12 years a slave". (Foto: Xinhua )
Video. La foto "selfie" de DeGeneres rompe récord en Twitter
Sobre los premios Oscar en sí mismos ya está todo dicho, o casi. Que no hubo sorpresas, que ganó lo que se esperaba, que perdió lo que ya se sabía. Las razones de casi todo ello habían sido predichas en notas previas, y más vale no insistir.
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Puede ser más interesante llamar respecto a aspectos laterales a los premios en sí, pero reveladores de cierto estado de la opinión pública. Decir que en el Oscar, como en cualquier premio significativo, la política juega un papel, es algo así como descubrir que cuando llueve cae agua y que el agua moja.
Pero hay que decirlo. El año pasado, en un momento de particular tensión entre Estados Unidos e Irán, una película que cuestionaba al régimen de los ayatollahs (Argo de Ben Affleck) se alzó con el premio mayor, y fue la propia Michelle Obama quien se encargó de anunciar al ganador.
El "síndrome Obama" siguió pesando este año: premio a mejor película a una historia sobre la esclavitud dirigida por un cineasta afrodescendiente, con galardones adicionales a su libreto y su actriz secundaria; la presencia de Sidney Poitier y Will Smith (quien anunció el galardón mayor) entre los presentadores; hasta el dato de que la presidente de la Academia sea también una afroamericana, Cheryl Boone Isaacs.
Por otra parte, las distinciones se repartieron entre una crítica distante (aunque un drama competente: 12 años de esclavitud) sobre el racismo norteamericano en el siglo XIX, cuestionamientos más cercanos a políticas gubernamentales sobre la lucha contra el Sida (premios de actuación a Mat-thew McConaughey y Jared Leto por Dallas Buyers Club) y un examen indirecto de los efectos de la crisis financiera (mejor actriz Cate Blanchett por Blue Jasmine) , todo lo cual sugiere un acercamiento a una realidad que cabe llamar políticas.
Hay límites, claro: la Academia prefirió olvidarse de Martin Scorsese y su Lobo de Wall Street (lo mejor del lote) , seguramente demasiado cuestionadores para su gusto. Y no hay que olvidar que el film que se llevó más estatuillas es también, aunque rodado en Gran Bretaña por un mexicano, el más "hollywoodense" de todos: Gravedad.
Es cierto que en este caso la mayoría de los premios fueron a rubros técnicos, y solo uno (el de dirección) a una labor estrictamente creativa. En Gravedad, la Academia celebró más la tecnología que el arte.
En la ceremonia misma, la referencia política más directa provino empero del saludo que Jared Leto envió a "los pueblos de Ucrania y Venezuela" al recibir su premio, confirmando el anuncio de la ministra de Información venezolana Delcy Rodríguez, quien había denunciado el sábado que "extremistas de derecha" estaban haciendo lobby en Hollywood para que su país fuera "atacado" en la ceremonia del Oscar.
Es cierto que opositores al régimen de Maduro enviaron tuits a varios posibles ganadores pidiendo que aprovecharan su discurso de aceptación para recordar a su país. Leto aceptó.
Entre tanto, el gobierno venezolano se curó en salud: por primera vez en 39 años, la ceremonia del Oscar no fue transmitida en directo en Venezuela por la televisión aire. Por razones diferentes, en Moscú se decidió omitir la transmisión en directo de la ceremonia. La explicación oficial del Canal Uno de la televisión rusa fue que "debido a una gran cantidad de noticias en torno a la situación en Crimea, y por el creciente interés de la audiencia por las noticias, el Canal Uno considera imposible retransmitir la ceremonia de la entrega de los Oscar durante cinco horas" .
De todos modos, el principal canal del Estado ruso emitió ayer la grabación de la ceremonia en diferido. Estados Unidos y la Unión Europea han cuestionando el papel que está jugando Rusia en la crisis ucraniana, y la postergación de la emisión puede entenderse como un efecto colateral de las tensiones surgidas entre los bloques políticos.
Otras reacciones políticas han sido más bien las de subirse al carro del éxito en lugar de quejarse. El primer ministro británico, David Cameron, felicitó al director Steve McQueen por el triunfo de su película 12 años de esclavitud.
A diferencia de periodistas distraídos que han catalogado a McQueen como "afroamericano" , Cameron sabe que el cineasta nació en Londres y escribió en su cuenta de Twitter: "Felicitaciones al director británico Steve McQueen" . En otros lados, las reacciones han sido más matizadas. Los palestinos pudieron sentirse decepcionados porque el film Omar, de Hady Abu Asad, se quedó sin el Oscar a mejor película en lengua no inglesa, derrotado por La grande bellezza del italiano Paolo Sorrentino. "Sin Oscar para Palestina" , comentó Majd, experta en comunicación para Naciones Unidas de 27 años, antes de señalar que no entendía por qué la Academia no optó por premiar el trabajo de Abu-Asad.
En su opinión, "una pequeña iniciativa como ésta, que parte de cero, es la que debería ganar, y no films de escandaloso presupuesto" . De todos modos, la quejosa reconoció que "tener a Omar en los Oscar contribuye a la resistencia y revolución culturales; ¡ya basta de mirar a los palestinos como víctimas! Tenemos historias de éxito, contribuimos al mundo de la literatura, de la ciencia, al desarrollo y al arte" .
Observadores sensatos han preferido señalar, de todos modos, que el solo hecho de haber competido es para el film un triunfo que rompe con la imagen de que todos los palestinos son unos terroristas. Un dato que llamó la atención en la ceremonia del Oscar fue su forma de homenajear los 75 años de lo que Hollywood considera tradicionalmente su "año de Oro" : 1939. La opción fue evocar uno de los films legendarios de entonces, El mago de Oz, con Pink cantando Over the Rainbow y Liza Minnelli, la hija de Judy Garland, entre los asistentes.
Nadie quiso recordar en cambio el film que ese año arrasó con el Oscar: Lo que el viento se llevó. Naturalmente, un film racista y sureño podía ser un mal recuerdo. Una de las mejores cosas que le pasó esta vez a la ceremonia de entrega de los Oscar fue Ellen DeGeneres.
Suelta, desestructurada, hizo que las cosas fluyeran con agilidad y humor. Ese humor resaltó, por ejemplo, en el episodio de la pizza. DeGeneres preguntó "¿Quién tiene hambre?" y sugirió que iba a encargar unas pizzas. Al poco rato apareció un auténtico repartidor con tres cajas llenas de porciones que se redistribuyeron entre los invitados. Harrison Ford, Jennifer Lawrence, Scorsese, Brad Pitt, Angelina Jolie, Kevin Spacey y otros se hicieron con una porción.