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Violencia que vale la pena

César Huerta| El Universal
Lunes 05 de agosto de 2013
Más allá del set, el filme Heli dio beneficios a sus protagonistas. Una actriz, por ejemplo, pudo poner un negocio de dulces

cesar.huerta@eluniversal.com.mx  

Escena uno. Interior de una habitación con ladrillos pelones. Un hombre colgado y siendo golpeado es visto por tres niños, impasibles. Una voz se escucha: “anda, sigues tú”. Uno de los niños se levanta, pala en mano, para cumplir la orden.

Escena dos. Interior de un auto. Un adolescente, casi adulto, se encuentra con una niña de apenas 12 años. Acercan sus caras y entonces la cámara baja y se ve la mano de él, intentando subir la falda, al tiempo que se escuchan sonidos de besos.

Son un par de secuencias de Heli, película que estrena el viernes y cuya temática sobre un joven de pueblo (Armando Espitia), inmerso en el mundo violento del narco por equivocación, conmocionó a Cannes.

Ambas escenas son fuertes pero, cuenta el director Amat Escalante, eso es parte del arte de hacer cine. Sus protagonistas no la pasaron tan mal. “Es tan antidramático filmar una película, que te tienes que esforzar mucho para que realmente se vea sufrir en pantalla”, dice Amat.

“La escena de los niños en realidad dura poco, era de estar cortando y luego en edición juntar; lo que más nos costaba trabajo fue que ellos no se rieran”, agrega.

Al personaje de la niña, interpretada por Andrea Vergara, le pasan muchas cosas, como un abuso sexual, pero eso no le preocupaba a la pequeña. “Lo que más le costó es esa escena de besos; nunca los hay, pero era algo que la conflictuaba; hay que decir que siempre estuvieron uno de sus papás en el set. Todo esto se hace de una manera orgánica, orquestada, hay ensayos, saben que todo es falso y es hablar con ellos (los niños)”.

Todos, a excepción del protagonista, son “no actores”. Fueron extraídos de un gran casting en Guanajuato, donde viven. La mujer que interpreta a la agente policiaca que tiene un caos en su vida, en realidad vende dulces en el mercado municipal, a poca distancia de la Basílica de la ciudad. Con el pago de la película, adquirió el local donde vende los dulces que ella misma fabrica.

“Con eso uno sabe que valió la pena todo esto”, considera Escalante de buen humor. Quizá el que más sufrió fue el verdadero actor. Un día, para sacarle jugo, Escalante le pidió que en realidad buscara trabajo, como lo hace el personaje.

Armando Espitia cuenta esa experiencia: “Era preguntarme: ¿cómo hacerle, cómo le haría alguien como él (Heli)?”.

Sin censura

Escalante no sabe si en la oficina de la Presidencia de México ya vieron la película, donde se retrata a un país con corrupción militar y policiaca, pobreza y venganzas.

Pero tampoco cree que, en caso de haberlo hecho, pueda haber algo que genere polémica.

“Él es el nuevo (Enrique Peña Nieto) y lo que he oído entre el público es que la película habla de los últimos seis años, cosa que yo nunca he dicho. Pero en todo caso, (yo) podría decir: eso era lo que pasaba en ese tiempo, ahora no”.

Después de todo, las críticas no le hacen mella y los comentarios positivos no se los cree.

Sólo piensa en el trabajo y uno que otro amuleto de la suerte.

“Son objetos que de pronto tengo y cuando sucede lo que quiero que suceda, los tiro.

“Una pluma, por ejemplo, a veces he tenido. La trato de no perder nunca, es una cosa quizá obsesiva pero me ha funcionado”.

Heli es una película que ya se vendió a más de 20 países.

Costó 10 millones de pesos, debajo de la mitad de un proyecto promedio mexicano, que suele llegar a superar los 20 millones.



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