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Vieron a Tony Iommi, vieron a Geezer Butler e incluso se tomaron fotos con Tommy Clufetos. Lo que no han podido los fans de Black Sabbath es ver a Ozzy Osbourne.

Apostados afuera del hotel St. Regis, en Reforma, una treintena de fanáticos del heavy metal esperaban ayer a que el trío de Birmingham saliera a saludarlos y regalarles autógrafos y fotos.

“Cuando llegamos, a las 12:30, nos dijeron que Iommi ya había salido una vez a caminar y regresó como a los 15 o 20 minutos”, comentó Luis Alberto Paniagua, admirador de la banda inglesa. “Geezer salió del hotel, estuvo ahí en el estacionamiento pero se metió otra vez al hotel”, agregó.

El músico que sí convivió con los fans fue el baterista invitado Tommy Clufetos. “Él sí. Bajó como a las 2 y se tomó fotos con todos, se portó muy buena onda”, comentó Karina Juárez, que consiguió una firma del rockero.

El líder y cantante del grupo, Ozzy Osbourne, fue el único que no se hizo presente. Carlos Guerrero, que vino desde Puebla a buscar a Black Sabbath, cree que tiene que ver con la idea que los extranjeros tienen del país.

“Creo que no sale a vernos por la imagen internacional que se tiene de México. Ellos piensan que todo nada más es secuestros, narco y violencia y, en ese sentido, podría entenderlo”, declaró el poblano. “Por otro lado, veo la experiencia que viví aquí con Roger Waters; él le firmó a unas 500 personas. Me parece más práctico que Black Sabbath hiciera eso”.

Historia

A pesar de que al inicio su música no era muy difundida por las radiodifusoras, Black Sabbath supo llevar su sonido oscuro por el tiempo, atravesando gustos musicales y brechas generacionales. El nuevo álbum que los ha hecho circular nuevamente por todo el orbe se titula 13, del que se desprende el sencillo “God is dead?”. Fue lanzado en junio, bajo la producción de Rick Rubin. Brad Wilk, de Rage Against the Machine, sustituyó a Bill Ward en la batería. Es el álbum número 19 para la banda a la que Rolling Stone llamó los Beatles del heavy metal.