Arturo Ripstein no es como lo pintan
DRAMA. Para Las razones del corazón, Ripstein se inspiró en Madame Bovary, de Gustave Flaubert. (Foto: AGUSTÍN SALINAS EL UNIVERSAL )
cesar.huerta@eluniversal.com.mx
Cada vez tienes la cara más grande!”, escucha frecuentemente Arturo Ripstein, en voz de su pequeño nieto. El cineasta ríe cuando lo recuerda. Y entonces agacha un poco la cabeza.
“Lo que pasa es que vean cómo estoy”, dice mostrando el cada vez menos cabello.
La imagen no cabe en la cabeza de quien lo conoce como uno de los llamados ogros del cine mexicano. Junto con Felipe Cazals (Canoa), es temido por actores, técnicos y gente del medio.
A lo largo de 49 años de carrera y 25 largometrajes, entre ellos El lugar sin límites y La perdición de los hombres, ganadoras en San Sebastián, ha forjado esa imagen de hombre duro.
Cada que llega a un set, todos guardan silencio. Un día, durante el rodaje de La reina de la noche, a Patricia Reyes Spíndola se le cayó la falda. “¿Qué pasó?”, preguntó el director de 69 años, “fue un accidente”, acertó a decir una de sus actrices fetiche, que entonces comenzaba a colaborar con él.
“¡No tolero accidentes!”, respondió el director, serio.
Y sí. Ese es Risptein. El que en un arranque de rabia criticó agriamente a San Sebastián hace un año, afirmando que había perdido nivel, para luego disculparse en una carta pública.
“La imagen de ogro me ha ayudado, pero también ha sido duro de sobrellevar”, comenta sentado en una butaca de la sala 8, de la Cinetéca Nacional.
Hasta ahí ha llegado para hablar con algunos medios de comunicación sobre Las razones del corazón, su nuevo filme que hoy estrena, contando la historia de una pareja en plena etapa de destrucción, interpretada por Arcelia Ramírez y Plutarco Haza.
“Lo de ogro me ha ayudado en el sentido de que no se me suben a las barbas, pero por otro lado hay mucha gente que no quiere estar conmigo; de quienes me conocen entiendo por qué, los que no, no”, explica. Las razones del corazón es un drama inspirado en Madame Bovary, de Gustave Flaubert.
No es una película para reír, sentido último que don Arturo, o “El maestro” como le dicen varios por respeto, siempre ha creído que ha hecho con sus anteriores largometrajes. Un dato que sorprende cuando se escucha.
“Esta es la única que no está pensada como comedia; las últimas sí (incluida la desgarradora Así es la vida) y mucho”, subraya el director.
Pero lo inesperado continúa. Cada que puede dice que, si por él fuera, todas sus películas las habría filmando en blanco y negro, porque son colores que generan más impacto. Pero al final, tuvo que ceder ante productores.
“Y soy inseguro al dirigir, siempre llego trastabillante, al principio no sé para donde va a caminar la cosa.
“Tengo cábalas, pero no las digo, porque se vuelven de mala suerte; tengo muchas cosas, rituales, una serie de cosas que me hacen pensar que lo sobrenatural me va a ayudar, porque yo solito no puedo; mi carrera está basada en eso, en la suerte”, dice.
Y contra lo pensado, no sé sus propias película, es ego.
“Las veo muchas veces en el rodaje, luego en el montaje donde se les da vuelta y vuelta, se les ve en las mezclas finales sonoras y cuando las ves obligado en pantalla (por un festival), sólo veo errores. Y eso, es durísimo”.