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Llegan a sufrir de amor, pero con risas, a cines mexicanos

César Huerta| El Universal
Viernes 23 de agosto de 2013
Llegan a sufrir de amor, pero con risas, a cines mexicanos

TALENTO. Luis Ernesto Franco, Manolo Caro, Ludwika Paleta, Zuria Vega, Raúl Méndez y Alex García. (Foto: RAÚL ESTRELLA EL UNIVERSAL )

Hoy se estrena No sé si cortarme la venas o dejármelas largas, cinta de Manolo Caro

cesar.huerta@eluniversal.com.mx 

En alguna ocasión, Ludwika Paleta y Zuria Vega han pensado cortarse las venas por un amor o distintas situaciones en su vida.

Luis Ernesto Franco se preguntó hace un par de años si estaba bien ser actor y a Raúl Méndez le gusta el vouyerismo en la pantalla grande.

Todo cae a raíz de No sé si cortarme la venas o dejármelas largas, película que hoy estrena basada en la obra de teatro que estuvo casi un año en cartelera, visitando 30 ciudades.

En esta comedia Zuria interpreta a una joven, casada con un homosexual (Luis Gerardo Méndez).

Ludwika y Raúl conforman una pareja de judíos.

Y Luis Ernesto a un futbolista retirado de las canchas, por una lesión.

Todos ellos, junto a una española (Rosy de Palma, Mujeres al borde un ataque de nervios), se conocen en un edificio departamental.

El personaje de Ludwika no la pasa bien en la película. Y en la vida real, aunque felizmente casada, cuando era “chavita” pensó morir de amor.

“Tenía novios y pensaba que eran el amor de mi vida, que nunca me iba a volver a enamorar y hacía unos dramas que bueno, escribía cartas”, recuerda entre risas.

Zuria expresa que han existido situaciones que le han hecho pensar.

El cuestionamiento

Luis Ernesto afirma que cuando entró a la obra de teatro original, estaba pasando por un momento duro del que no da detalles, pues ya es entrar a su vida personal.

“Decía qué estoy haciendo y hacia dónde voy, si estaba en el camino correcto o no, tuve que hacer reajustes de comportamiento y reubicarme, no fue cortarme la venas por eso, pero sí algo que tuve que hacer”, señala.

Contrario a la tradicional producción cinematográfica, en la cual los actores tienen dos meses para preparar al personaje, aquí fueron casi dos años, contando el teatro.

Y eso fue una vena rica de disfrutar, comenta Méndez.

“Ya sabíamos la respuesta del público, dónde funcionaba, pero ahora era mirar lo íntimo”, dice.



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