El cine es un Paraíso artificial
EQUIPO. Luisa Pardo y Yulene Olaizola, actriz y directora, respectivamente. (Foto: MARCO ANTONIO VALDEZ EL UNIVERSAL )
cesar.huerta@eluniversal.com.mx
Filmar sin recursos económicos, llevando como coprotagonista a un no actor y utilizar a gente que de un momento a otro puede abandonar la locación, no es fácil.
Eso ya lo comprobó Yulene Olaizola, quien estrena este fin de semana Paraísos artificiales, protagonizada por Luisa Pardo y Salomón, este último habitante de Jicacal, Veracruz.
“Comíamos mal, sí me generó estrés, no se pagaba y al final terminé con un zumbido en el oído, pero aprendí mucho y eso no se logra con nada”, explica.
Olaizola debutó en el cine con su documental Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, teniendo a su abuela como personaje central.
Paraísos artificiales, su ópera prima de ficción, surgió luego de que junto con su actriz (Familia tortuga) visitara el pequeño pueblo jarocho, conociendo a Salomón y, paralelamente, una amiga de Yulene se hizo adicta a la heroína.
De esa forma ideó un guión en el que una chica se va a provincia, tratando de sacudirse el vicio.
Ahí conoce a un hombre de 65 años, con quien establece una relación de padre e hija, en un lugar que paraje inhóspito.
Consumidor real
Salomón es alguien que, en su vida cotidiana, consume marihuana. Con él se trabajó un año antes del rodaje, con el fin de que no se impresionara durante la filmación.
Y sorprendió a todos.
“Un día en una escena que debía tomar, lo veíamos borracho, todos decían que ya no le diéramos más alcohol y eso, pero cuando se gritó el corte, se paró y preguntó si lo había hecho bien, ¡a todos nos engañó”, recuerda Pardo, divertida.
Pero no todos tenían esa disposición o apertura.
Uno de los personajes que aparecen algunos minutos, un día ya no quiso regresar a la película.
Todos comenzaron a tratar de convencerlo y se dieron cuenta que estaba pasando por problemas, los cuales al final se arreglaron.
Y si Yulene sufrió, Luisa no estaba en un lecho de rosas.
Al tener que trabajar con no actores, le requería mayor concentración, pues debía estar no solamente al tanto de sus propios diálogos y marcas, sino de lo que sacaban improvisadamente sus compañeros en set.
“Teníamos un guión más o menos claro, pero con los actores no profesionales existe el riesgo de que pueden contestar lo que quieren.
“Reaccionaban realmente y yo como actriz tenía que llevar la escena como estaba en el guión, pero al mismo tiempo reaccionar a ellos”, recuerda la actriz.
Paraísos artificiales se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2010, donde cosechó críticas favorables del público, lo mismo que en Tribeca.
El rodaje se realizó en época invernal para que no pareciera un lugar paradisiaco y el equipo de producción habitó las mismas cabañas que se pueden ver en la película.
Al final, la producción costo un millón de pesos, es decir, ni el 10 por ciento de lo que cuesta una promedio mexicanas, en la actualidad.
Por ahora Yulene también se encuentra empujando Fogo, su nueva película, una vez rodada con no actores, pero en Canadá, que se ve en la Semana de Cine Independiente.