?Todo sobre mi madre?

Pedro siempre elabora películas dirigidas a las mujeres, en las que narra sus vidas y sufrimientos . (Foto: ARCHIVO/El Universal )
La película número 13 del manchego ahora madrileño Pedro Almodóvar, es como ya lo eran Pepi, Luci Bon y otras chicas del montón, Mujeres al borde de un ataque de nervios y, viéndolo bien, todas sus películas, una obra sobre la mujer y las mujeres. Se sabe que Dios, en su infinito aburrimiento, inventó (creó dicen) todo al revés. Primero al hombre y después a la mujer. Tomó una costilla del hombre para hacer a la mujer. No se le puede acusar de sexista, puesto que no tenía sexo. El hecho es que el hombre precede a la mujer. Desde hace mucho tiempo se duda, comenzando por el hecho de que los hombres nacen de las mujeres y no al revés. Con su película 13, Almodóvar, casi testamentario en sentido bíblico, filma su origen y corrige el error. No en balde su obra se llama Todo sobre mi madre, sobre las mujeres: madre, hija, hermana, monja, prostituta,santa, trasvestista, transexual, todas por separado y todas a la vez. Para ir más allá del astrakan, ha tenido una idea muy sencilla, cinematográfica. La suya es una catedral levantada en honor del ser más fílmico: la actriz. No las actrices de su mitología personal con todo y veladoras: Bette Davis, Romy Schneider o la Maura, sino las presentes de su filme: Cecilia Roth, Marisa Paredes, Candela Peña, Penélope Cruz, Antonia San Juan, Rosa María Sarda, Toni Canto, el chico-chica que encarna a Lola. Si puede hablarse de devoción, no hay beatería ni siquiera como propaganda progay o algo así: el cineasta se asume tal como es. Esta iglesia está saturada pues de santas iluminadas, con cripta pagana. Las actrices están iluminadas por la película misma y se convierten en mujeres sagradas que son las que llevan la acción, provocan las peripecias, mueven todo lo que ocurre. Manuela (Cecilia Roth), enfermera madrileña, con la cuarentena y aun bella. Ve que su vida se le deshace entre los dedos la noche en que Esteban (Eloy Azorín), su único hijo de 18 años (ese día es su cumpleaños) es atropellado y muerto por un automóvil. De repente se encuentra con que es otra vez soltera, aunque guarda un luto muy singular, es casi viuda de su hijo. Aquí nada es simple y todo es muy particular. Manuela huye a Barcelona para reencontrar al padre de su hijo, un tal también Esteban pero más conocido como "Lola la de los grandes senos". Manuela topa con Agrado (Antonia San Juan), una amiga prostituta con la que está en pleno reencuentro. Manuela cambia otra vez de oficio, ahora es secretaria y un poco ayudante buena para todo de Huma (Marisa Paredes), actriz y señora de la escena en pleno desastre conyugal. Hay que decir además que la noche de la trágica muerte de su hijo Esteban, madre e hijo habían ido al teatro para ver a Huma ser Blanche Dubois, en Un tranvía llamado deseo. Madre e hijo, que quiere ser escritor y está escribiendo algo que titula Todo sobre mi madre, son sus grandes admiradores. En su hiperactividad y su constante ir y venir, Manuela se encarga de Rosa (Penélope Cruz), una joven religiosa encinta (ella afirma que fue el Espíritu Santo) y enseguida será la encargada del cuidado del hijo de Rosa, al que se bautiza con el nombre de Esteban III, ya que Manuela se vuelve su madre adoptiva. Si ella rema en el barco de los otros, improvisando para cada drama una sonrisa que da valor y confianza a los otros, es porque se trata de una actriz sublime que interpreta el mejor papel y el que mejor conoce de su carrera: a saber, su vida misma. Todo sobre mi madre es una obra esencial en la obra almodovariana, una especie de torrente de amor loco que se desarrolla ante nuestros ojos, quizá llenos de lágrimas. No hay que olvidar que el cineasta de Calzada de Calatrava es ante todo un autor de melodramas. Su película número 13 es uno de ellos, colorido, emotivo y muy logrado, tanto como sólo lo había conseguido en Carne trémula (1997), su película anterior y sin duda la mejor de toda su filmografía y lo había intentado en Laberinto de pasiones (82), Entre tinieblas (83), la muy lograda Matador (86), La Ley del deseo (87). Como éstas aunque ya con mayor dominio es un filme de sentimientos, siempre asumidos sin caer en la tentación de la trampa o la complacencia. El cineasta, pues, se deja llevar por el relato, la vida que pasa, se arrastra, muere, se trasmite de modo fulgurante, una especie de actitud coral en la que uno es invitado a formar parte del coro. Habría que preguntar ¿Qué es de los hombres en todo esto? ¿Y qué es de Almodóvar personalmente? Los personajes masculinos que aparecen están bien, a gusto, pero siempre como a pesar suyo. La única excepción es Esteban hijo, que es un poco el que provoca toda la acción. Su madre lee en el cuaderno de notas del hijo aspirante a escritor: "Ayer mi madre me mostró una fotografía, le faltaba la mitad. Tengo la impresión de que falta la mitad de mi vida". Su madre se va a encargar de llenar esos huecos y ya no importa que se trate de hombres con fallas, por ejemplo Lolo-Lola padre-madre de su hijo. La pequeña revolución almodovariana exige: maridos, amantes, hijos, padres, pederastas, señores, hagan un esfuerzo para merecer un lugar al lado de las chicas que dan vida e inventan ficciones. Almodóvar no sólo ha madurado, es auténtico: "Me ha costado mucho ser auténtica", dice Agrado, mujer no biológica sino de cirugía llamada estética. Esto vale para el cineasta, al que le ha costado trabajo ser auténtico. En muchas ocasiones no ha hecho otra cosa que vender ilusiones de vida. Esta película es también como un paseo el cementerio, que es el lugar donde se quedan muchos manierismos que adornaban varias de sus cintas. El apoyo es un parto doloroso, pero al mismo tiempo una liberación necesaria y aún, si se me permite, liberación libertina. Todo sobre mi madre inaugura una manera libertina de abordar y hacer el cine, amplificada por su indefectible afecto a su mundo y quienes lo componen (madre zafada, hija enloquecida, transformista celestial), un canto de amor a su propio mundo y a su propio cine (con todo y cinéfilos), su familia inventada en la que todos conspiran en pro de la fraternidad universal. "La heroína de mi película es Manuela, una actriz a su pesar. Una mujer joven que pierde a su hijo, pérdida que la acaba. Es la desesperación la que la hace generosa y aventurera, porque ya todo le es igual. Aquí retomo una cita de Un tranvía llamado deseo, una de las referencias de la película: ?Hay que confiar en la bondad de los desconocidos?. Hoy diría: en las desconocidas. Me acordé de mi infancia en La Mancha; las mujeres discutían entre sí, mientras los hombres hacían edictos con sus sentencias desde sus sillones. Ellas arreglaban las cosas con sus mentiras, que preservaban la vida. Vi muchas veces a mi madre fingir, pero nunca a mi padre. Para mi el ambiente del camerino del teatro recrea este universo femenino." No cabe duda que Manuela es así y "el silencio sobre el padre de Esteban no es otra cosas que un bloqueo". Entre ellas nunca se mienten, pero yo necesitaba algo para construir el guión. Así partí de la idea de la mentira necesaria". Manuela podría de nuevo crear otro padre, quitarse otra costilla para darle vida, sin importar que fuese un travestí o un transexual, no en balde todos sus personajes y más si son mujeres coinciden con el nombre de la casa productora de Almodóvar desde 1987: El Deseo. Cines: Altavista, Masaryk, P. Chino, Diana, Insurgentes, WTC, L. Reforma, Cinemark C, C. Pericoapa, C. Polanco, S. Fe, Interlomas, S. Mateo y 15 más.





