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Cosas de la vida. Memín Pinguín se las veía negras para resolver sencillos problemas de aritmética en tercer año de primaria, y su ma’ linda, doña Eufrosina, era incapaz de ayudarle porque tenía ropa que planchar.

Y aunque hubiera tenido tiempo, su choya no estaba hecha para esos menesteres.

Por el contrario, la actriz Emoé de la Parra, hermana metafórica del simpático negrito, salió tan lista como su progenitora, la argumentista Yolanda Vargas Dulché.

Memín, el personaje de historieta por varios años, nació en los años cuarenta; Emoé en los cincuenta.

Memín no acabó la primaria. De la Parra es licenciada en filosofía por la UNAM y asegura que jamás fue a “conectar” pastito vacilador en las islas que están enfrente de tan insigne facultad.

Gracias a que no le dio por ser fan de “Juanita”, se fue a París y Oxford a realizar estudios de posgrado en su área, además de tomar cursos de actuación en el Atelier Théâtre d’Aujourd’hui de la capital francesa, y otros con Eugenio Barba, en Dinamarca.

En un camerino del teatro Julio Castillo le preguntamos a Emoé qué le parece la idea de Juan Osorio de hacer una telenovela con la historia de Memín Pinguín.

Responde: “No sé si con Juan Osorio o con otros productores, pues hay varias propuestas y lo estamos meditando. De entrada, nos parece bien, pero es complejo llevar a la televisión a un personaje con esas características. Mi mamá se oponía, y tenía razón, pero tal vez ya sea tiempo de replantear ese asunto porque Memín podría quedar en el olvido si no se hace algo nuevo con él”.

Cuando le decimos que no existe en México un actor capaz de interpretar a un negrito tan simpático y dicharachero, De la Parra comenta que el proyecto podría hacerse realidad a través de dibujos animados, aunque no hay nada concreto hasta el momento.

Contadora de historias

En los días que corren, y hasta el 31 de marzo, se presenta en el Museo de Arte Popular (en el DF) la muestra Yolanda Vargas Dulché, contadora de historias, en la que es posible seguir paso a paso la trayectoria personal y artística de la escritora, cantante y pintora. Cuando Emoé recorrió por vez primera esa galería, se puso a “berrear” de emoción.

A su madre la recuerda como una mujer generosa que le permitía meter mano a los personajes que ella (Emoé) interpretó en televisión, habiendo sido escritos originalmente por doña Yolanda. Pero era muy estricta cuando había la intención de alargar innecesariamente una de historia.

Actualmente, Emoé de la Parra interpreta con gran solvencia a una decrépita anciana sin nombre en la obra Réquiem, de Hanoch Levin, basada en tres historias de Antón Chéjov. El dramaturgo israelí plasma un mundo rural habitado por seres solitarios y miserables que están muertos en vida.

De la Parra está tan contenta de trabajar con Enrique Singer, que ya prepara otra puesta en escena con ese mismo director: La señora Klein, de Nicholas Wright, acerca de la vida de la psicoanalista austriaca Melanie Klein.

Hace más de una década fue montada por Ludwik Margules con Ana Ofelia Murguía y Margarita Sanz.

Al cuestionarle si su profundo conocimiento teórico la convierte en una actriz cerebral, la entrevistada señala que pesa más la experiencia en el escenario, aunque a nadie le estorban las técnicas actorales bien aprendidas y una sólida cultura. Entre risas, recuerda a su maestro Héctor Mendoza diciéndole que el gran problema de ella era ser inteligente.