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La madrugada del viernes 27 de mayo de 1960, en uno de los más arteros crímenes que conmocionaron a la ciudad de México, era asesinado el actor Ramón Gay, a manos del ex marido de la actriz Evangelina Elizondo, José Luis Paganoni, que los encontró platicando en el auto de Gay estacionado en la calle de Rhin.

Paganoni, cegado por los celos, golpeó en el rostro a Evangelina y en seguida intercambió golpes con el actor que trato de defenderla; después apretó el gatillo. Por el disparo del nefasto fulano, que le destruyo la aorta y lo envió al otro mundo, el psicotrónico mexicano perdió así a su mejor galeno cinematográfico y el fantástico mundial, a uno de sus mejores actores.

Como tal, Ramón interpretó al Dr. Eduardo Almada, que combatió valientemente a su siniestro colega, el “Dr. Krup” (alias El Murciélago), poniéndose incluso del lado de una momia mexicana, para que éste y su banda no se hicieran del tesoro azteca en la trilogía de La Momia Azteca.

El serial de las tres películas rodado en 1957 de un tirón, al que muchos recuerdan con cariño, catapultó a Ramón Gay al panteón del culto mundial, sección momias.

México entero lloró la muerte de Ramón Gay (chilango nacido en 1917), uno de los galanes más cotizados, populares y queridos en el medio.

Sin embargo, algunos lo lloraron más como Arturo de Córdova que, según muchos medios y leyendas urbanas de la época, especulaban que llevaba una relación de pareja con Ramón.

En un reciente programa de televisión dedicado a Arturo de Córdova (La Verdad Detrás del Mito), efectivamente, se corroboró. No se dijo que el autor de la frase “No tienen la mayor importancia”, se echó a llorar sobre el féretro, pero poco faltó porque, para Arturo de Córdova, esa muerte, sí tuvo la mayor importancia.

En sus Crónicas Neuróticas, escritas en este diario, Rafael Pérez Gay, cuyo padre y Ramón Gay, diría: “eran primos hermanos y amigos inseparables durante su adolescencia y juventud”. También da fe, luego de enterarse, de que: “entre los dos mantenían en secreto un amor de pasiones turbulentas y fidelidades inquebrantables”.

Como científico de cine, en donde rodó la cifra récord de 91 películas, Ramón (García) Gay, encarnó también a otro doctor: Armando Valdés, en la cinta de culto vudú fantástica, Muñecos Infernales, de Benito Alazraki filmada en 1961.

Antes, en 1959, filmó la primera memorable cinta policial del investigador mexicano de exitoso programa de radio: Carlos Lacroix (Las Aventuras de Carlos Lacroix) con su compañera detective, Rosita Arenas. Ambos viajarían a la India (de los estudios Churru-busco), para protagonizar su segunda y última aventura en 1960: El Misterio de la Cobra (Carlos Lacroix en la India).

Imposible separar su magnética imagen en el cine de aventuras, del otro en que fue: gangster y hampón (Quinto Patio, Paco el Elegante); amante en La Palma de tu Mano, y que trabajo igual en comedias como ¡Ay, Palillo no te Rajes! y sin crédito en Calabacitas Tiernas.

También figuró en algunos dramas como Ley Fuga, El Seductor; en cintas de horror memorable como La Bruja y Yambaó.

Riñones al jerez fue la última cena en el restaurante Paseo del actor que entrara al cine mexicano recomendado por Isabela Corona, Ernesto Alonso y Arturo de Córdova, mientras que Evangelina Elizondo comió un sándwich acompañado de una copa de vermouth.

En el 2006, a 46 años de los disparos mortales, los estudios americanos Bci/Eclipse, mentores de la compañía Casa Negra, sacaron un boxed conmemorativo con La Trilogía de La Momia Azteca, producida originalmente por Guillermo Calderón Steel (considerado inventor del “cine de ficheras”) y dirigida por Rafael Portillo.

Acompañan a Ramón Gay en este merecido homenaje fantástico, para la eternidad: Rosita Arenas, Crox Alvarado, Luis Aceves Castañeda (“Dr. Krup”), Jorge Mondragón y la momia Popoca que, para efectos de exhibición internacional fue, The Mayan Mummy.