Un día en la filmación de un narcovideohome

FICCIÓN. Escenas del rodaje de una historia basada en un famoso narcocorrido; la película comenzará a distribuirse en diciembre. (Foto: ALMA RODRÍGUEZ AYALA EL UNIVERSAL )
alejandro.madrigal@eluniversal.com.mx
PONCITLÁN, Jalisco.— Una troca gris con cristales polarizados es escoltada por otras dos camionetas repletas de sicarios armados con ametralladoras calibre 50, lanza granadas, cuernos de chivo y una bazuca.
A los pocos metros, sobre la calle Lázaro Cárdenas, se topan de frente con un reten de policía.
Son cerca de las doce del día, el sol quema con rabia: más de 39 grados. La policía le cierra el paso a las tres lujosas camionetas y les advierte por altavoz: “bajen de sus vehículos, si no lo hacen abriremos fuego”. En la troca gris van El 38 súper y El Jaguar; atrás de ellos, escoltándolos, viajan El Indomable, El Camaleón y Rino.
Al final del convoy va El Alacrán y su gente, quienes preparan la bazuca con la que intentarán abrirse paso para esquivar el estorboso retén.
Se trata de la escena 51 del narco videohome titulado El Bazucazo, un filme basado en un hecho real ocurrido en Ciudad Obregón. La ficción fue escrita y dirigida por Alonso O. Lara y saldrá a la venta en diciembre.
La historia fue adaptada del narcocorrido compuesto por Manuel Fernández El Bigotes e interpretado por El Tigrillo Palma.
Este género de películas es conocido como narcovideohome y va dirigido a los estados del norte de México y al sur de Estados Unidos, donde millones de personas lo consumen.
Los filmes no suelen costar más de 30 mil dólares y casi siempre reportan importantes ganancias.
Una confusión
La camioneta gris se aleja unos 200 metros de la toma del fotógrafo Manuel Martínez. Los sicarios de ficción son abordados por una camioneta oscura que les advierte que los lugareños les habían avisado que en esa zona se habían escuchado balazos. Los del vehículo oscuro advierten: “Nosotros somos los dueños de la Plaza”. Los narcos de ficción responden: “Es una película, sólo somos actores”.
La anécdota fue contada por uno de los actores, quien prefiere guardar el anonimato por su propia seguridad. También dice que no se atemoriza porque casi siempre que filman son confundidos con narcotraficantes reales.
El productor Juan Manuel Romero habla sobre su oficio: “Aquí mucha gente se te acerca para pedirte trabajo y muchas veces no sabes quiénes son, pero les damos la oportunidad, porque son las historias con las que ellos crecen en estos lugares y se apasionan aunque no sabemos en realidad a qué se dedican y tampoco nos interesa, porque nosotros sólo contamos historias para el cine y no somos investigadores”. Y añade que su compañía JS Films produce 13 cintas al año.
Ficción con aires de realidad
Poncitlán es una ciudad de unos 50 mil habitantes ubicada en la ciénega de Jalisco, a orillas del Lago de Chapala; a 50 minutos de Guadalajara y cerca de los municipios de Ocotlán y La barca, ambas con altos índices de ejecuciones.
El productor de El Bazucazo dice que la película se basa en una historia real que ocurre en el entorno de El Chapo Guzmán, pero que se adaptó para cine con nombres ficticios. El actor mexico norteamericano John Solís interpreta a El Jaguar, un líder de sicarios. “Viene siendo en la vida real como Nacho Coronel”, explica Juan Manuel Romero.
“Las películas sobre narcos no las hemos podido adaptar al cine al 100% porque su estilo de vida es muy opulento y glamoroso, pero tratamos de irnos por las situaciones que viven estos personajes, porque es lo que la gente quiere ver. Quizá sea el morbo o el interés por querer saber cómo hacen su trabajo este tipo de personas”, dice Alonso O. Lara, escritor y director del filme.
El productor Romero aclara que las historias más rentables son las que tocan el tema del narcotráfico. Una historia de amor, dice, vende 600 copias, mientras que títulos como El muletas o El craisler 300 logran vender entre 6 y 7 mil en su primera semana”.





