Un minuto de aplausos para Año Bisiesto
TRÍO. El director Michael Rowe (centro); Gustavo Sánchez y Mónica del Carmen. (Foto: CORTESÍA CANANA FILMS )
cesar.huerta@eluniversal.com.mx
Secuencia 1: Arturo llega al departamento y le pide a Laura, una mujer que conoció días atrás, recargarse en la pared y que le dé la espalda, a la cual, instantes después, golpeará con un cinturón.
Secuencia 2: Él se va. Ella se queda. Unos golpes en la puerta la sorpenden. Abre y es Arturo, quien le regala un muñeco hecho con papel aluminio. Laura mira con amor el obsequio.
¿Relaciones masoquistas?, ¿una historia de amor especial? Michael Rowe, director de Año bisiesto, película mexicana que se estrena mañana y de la cual se extrae la descripción de las anteriores escenas, contesta: “Quería filmar una película, en un departamento, con dos personajes. Quería explorar la soledad urbana y las estrategias de supervivencia emocional que adoptamos a veces. Pensé: qué pasaría si un hombre que sólo va a coger a una mujer, regresa una vez, y otra, y así muchas veces. Finalmente, a su modo, la quiere”.
En el pasado Festival de Cine de Cannes el público y jurado entendió su punto sin explicación de por medio. Las secuencias de sadomasoquismo sólo eran el contexto. Y entonces ganó la Cámara de Oro por ser la Mejor Ópera Prima del certamen.
Pero pese a que en países como Francia este filme será exhibido en 50 salas, en México sólo podrá ser apreciada en 10 cines. ¿Por qué? Porque quienes programan las películas consideraron que no será del interés del público nacional porque la temática que aborda es muy fuerte.
Durante la premier en México, realizada en cuatro salas repletas, el público se puso de pie cuando concluyó la función. Y aplaudió durante más de un minuto.
Una historia de amor
El personaje de Laura, interpretado por Mónica del Carmen, es alguien que llega de provincia y vive sola en un departamento de esta ciudad.
“Está feo el edificio, pero me gusta”, dice Laura en uno de los diálogos.
Y Arturo, quien recae en Gustavo Sánchez Parra (Amores perros y Matando cabos), es un hombre que, de una escena a otra, cambia de la violencia a la ternura. “¡Es un juego de amantes! —dice el actor— Trata de encontrar un vínculo con ella, no es la agresión por la agresión”.
Michael Rowe es un director nacido en Australia, naturalizado mexicano, que llegó hace 16 años al Distrito Federal huyendo de su tierra porque le estaban ofreciendo un proyecto en televisión. Es alguien que no sabe decir que no, pero como no deseaba hacerlo, tomó maleta y partió.
Ya en México fue reportero, editor, traductor y maestro de inglés, hasta que decidió levantar una película.
“Llevaba casi una década escribiendo guiones que nadie producía, y ya estando por cumplir los 40 (tiene 39) pensé en algo que yo pudiera hacer con mi propio dinero y que fuera decente”, recuerda.
Así, el egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica ideó Año bisiesto, que ya se estrenó en Francia, con éxito.
Al principio quería que la violencia y las relaciones sexuales en pantalla fueran reales. Sánchez Parra hasta pidió estudios clínicos para saber que no habría riesgos. Al final, siendo el cine precisamente magia, especialista en hacer realidad lo que no es cierto, Michael cambió de postura.
“Bueno, hay dos escenas que son reales, pero no voy a decir cuáles”, dice Rowe.
Una película fuerte
Mónica, actriz de teatro que ha hecho carrera con historias de derechos sexuales, confiesa que al principio sintió algo de miedo al leer el guión. Era fuerte, pero valía la pena contarlo, pues trataba de amor, soledad y algo de egoísmo.
“Hay escenas que gracias a la experiencia de Gustavo pudimos hacer, como una bofetada. La del cigarro está muy truqueada. La del cinturón fue real, al principio estaba suelto y el rebote me llegó a lastimar un poco. Buscamos la manera de hacerla bien”, recuerda la actriz entre risas.
Año bisiesto se filmó en 17 días en un departamento por el rumbo de Tacubaya, en la capital mexicana.
“Lo más difícil de la película fue aceptar que Mónica estaba de acuerdo con lo que íbamos a hacer. Claro que tuve cierto pudor para algunas escenas, son cosas que uno no está acostumbrado a hacer, pero ya en pantalla pasan a segundo plano”, cuenta Sánchez Parra.
“Lo mejor de la historia es que hay matices en los personajes, no son tan buenos ni tan malos, y esa combinación es la que hace precisamente la complejidad del ser humano”, añade.
Y concluye Rowe, teniendo ya la experiencia de reacciones del público en festivales internacionales, como el de Toronto, donde recibió aplausos.
“Cuando escribí el guión sabía que era fuerte, hice la película sin ningún tapujo, pero ya viéndola en cine se toma conciencia de que la van a ver más personas.
“Tenía mucho miedo de que la gente se fuera por la violencia, pero me di cuenta de que para ellos la ternura y la soledad es lo principal, lo demás es marginal. Y salen conmovidos”. Como sucedió durante la concurrida premier.