Washington .— El infierno racial en la localidad de Ferguson, a las afueras de St. Louis Missouri, vivía ayer un nuevo episodio de odio y violencia con una emboscada contra dos policías que sufrieron heridas de consideración.

El ataque se produjo bajo el cobijo de la oscuridad de la madrugada, cuando decenas de personas se manifestaban frente a la comisaría policial tras la dimisión del que hasta ahora era su jefe, Thomas Jackson, después de que la semana pasada el Departamento de Justicia publicara un informe muy crítico sobre la policía local.

Anoche se reportaron nuevas manifestaciones en la localidad.

En su reporte, el Departamento de Justicia acusó a la policía de Ferguson de prácticas racistas y de continuos abusos contra miembros de la comunidad negra. La emboscada desató una intensa cacería del responsable que habría disparado desde varios metros de distancia con un revólver.

El ataque contra estos dos policías, que ayer mismo fueron dados de alta, evidenció el difícil proceso de reconciliación entre las comunidades blanca y afroestadounidense tras la muerte, en agosto pasado, del joven de 18 años Michael Brown, a manos del policía blanco Darren Wilson, quien fue exonerado tras un polémico proceso judicial.

El fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, condenó el ataque en los más severos términos: “Lo que pasó en Ferguson es puramente una emboscada. Ha sido una acción atroz y cobarde, por parte de un miserable.

El contundente pronunciamiento ha querido guardar las espaldas de los cuerpos policiales y, al mismo tiempo, no convertir los trágicos acontecimientos que ha vivido esa comunidad en una herida que no cicatriza y que seguirá enfrentando a los miembros de la comunidad negra y blanca.

“Quien disparó ha querido explotar la discordia y sembrar cizaña”, aseguró Holder, quien se ha visto obligado a protagonizar un difícil equilibrio entre las exigencias de justicia por parte de la comunidad afroestadounidense y las resistencias de una policía en Ferguson que se encuentra bajo un virtual proceso de desmantelamiento.

Holder anunció, al mismo tiempo, que seis ciudades participarán en un programa piloto federal dirigido a reducir los prejuicios raciales y mejorar los vínculos entre las autoridades y la comunidad. Las ciudades seleccionadas son Fort Worth, Texas; Gary, Indiana; Stockton, California; Birmingham, Alabama; Minneapolis, Minnesota; y Pittsburgh, Pennsylvania.

A su vez, desde su cuenta en Twitter, el presidente Barack Obama consideró “inaceptable” los ataques contra la policía en Ferguson y aseguró que “el camino hacia la justicia es uno en el que todos nosotros debemos arrimar el hombro”.

En una apurada secuencia de acontecimientos, unidades especiales de la policía y del FBI peinaron la zona próxima a donde se produjo el atentado contra los dos policía tras una serie de manifestaciones pacíficas la noche del pasado miércoles. Tres personas fueron retenidas tras ser halladas en una residencia en la proximidad de los cuarteles de la policía y desde donde se pudo haber producido el ataque.

Mientras tanto, los dos policías que resultaron heridos, fueron dados de alta. Los dos oficiales recibieron un impacto de bala. A uno de ellos el disparo le impactó en el rostro, con un proyectil que le perforó la mejilla. Al otro, el disparo le ocasionó una herida en el hombro.

“Por fortuna estos dos oficiales ya han sido dados de alta y no han recibido heridas que comprometan su vida”, aseguró el jefe de la policía en St. Louis Missouri, Jan Belmar.

En un video grabado por un aficionado al que tuvo acceso la agencia Associated Press se escucha el sonido de dos disparos y a un hombre gritando de dolor. Alguien en el lugar, que no aparece en la imagen, dice: “Reconocimiento hace nueve meses habría evitado que eso ocurriera”.

Marciay Pitchford, de 20 años, estaba entre los manifestantes ante la comisaría. “Vi caer al agente y los otros agentes desenfundaron sus armas mientras otros agentes apartaban al oficial herido”, explicó. “De pronto todo el mundo empezó a correr o a tirarse al suelo”.

La familia de Michael Brown condenó los disparos contra los policías y denunció las “acciones de agitadores que actúan por su cuenta” que, según la familia, estaban tratando de arruinar una protesta pacífica. En un ambiente de tensión, la policía local y la de caminos informaron que se encargarán de custodiar a la ciudad de Ferguson. Con información de agencias