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Obama y Castro: cita con la Historia en Panamá

José Meléndez Enviado| El Universal
Lunes 06 de abril de 2015
Obama y Castro: cita con la Historia en Panam

En el funeral del ex presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, en diciembre de 2013, los jefes de Estado de EU, Barack Obama, y Cuba, Raúl Castro, se saludaron por primera vez. (Foto: ARCHIVO AP )

El mundo está pendiente de la Cumbre de las Américas que se realizará en el país centroamericano viernes y sábado, con la presencia de los presidentes de EU y Cuba, que se verán las caras por vez primera desde que acordaron el deshielo de las relaciones bilaterales

Panamá

Un reloj geopolítico instalado en Panamá como cintura hemisférica acelera hoy el ritmo de una cadena de cruciales negociaciones diplomáticas en América, para iniciar una semana de profunda expectación continental sin precedentes desde que los conflictos Washington-Moscú o este-occidente se agravaron en 1959 con el triunfo de la revolución comunista de Cuba y se apaciguaron en 1989 con el derrumbe del Muro de Berlín y la subsiguiente caída del campo socialista de Europa del Este.

La expectativa gira en torno a la séptima Cumbre de las Américas prevista para el 10 y el 11 de abril en la capital panameña con una peculiaridad histórica: creada en 1994 como ruta para establecer una máxima instancia de concertación política en el continente y al amparo de la Organización de Estados Americanos (OEA), la cita se realizará por primera vez sin exclusiones, por lo que Cuba acudirá —también por primera vez— a un instrumento de diálogo al que nunca antes fue convidada por haber sido expulsada en 1962 del sistema interamericano.

El reloj de la historia registra otro hecho peculiar. La última vez que un presidente de Estados Unidos y uno de Cuba se reunieron en el siglo XX en un foro fue en julio de 1956 en la Ciudad de Panamá en su condición de sede, con los auspicios de la OEA, de la Primera Reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de América.

El entonces mandatario estadounidense, Dwight Eisenhower, y su colega cubano de turno, Fulgencio Batista, coincidieron hace más 58 años en la capital panameña y, a partir de entonces, nunca más los siguientes jefes de Estado de ambos países volvieron a reunirse.

“Comparto el orgullo que sentimos de ser los anfitriones de un renovado diálogo hemisférico”, aseguró el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, en un mensaje de bienvenida a la Cumbre. “La integración, la cooperación, la paz y la justicia serán los pilares de las políticas que emanarán de este encuentro”, proclamó.

“Estamos ante una gran oportunidad para afianzar nuestros valores democráticos, la defensa de los derechos humanos, la transparencia institucional y las libertades individuales”, puntualizó.

Saludo histórico. Los presidentes de EU, Barack Obama, y de Cuba, Raúl Castro, se conocieron y se saludaron, brevemente, en diciembre de 2013 en Sudáfrica, durante los funerales del ex presidente africano Nelson Mandela.

Ambos confirmaron que acudirán esta semana a la trascendental reunión cimera, por lo que, por primera vez en casi seis décadas, los mandatarios de ambas naciones estarán sentados en un mismo foro interamericano. Mientras avanza lentamente el proceso de normalización de los conflictivos nexos bilaterales Washington—La Habana, iniciado en diciembre de 2014 y que marcó el final de la Guerra Fría en América, también persiste la esperanza interamericana de que la distensión se consolide.

Ante diversos líos políticos e ideológicos mutuos de impacto global, Washington rompió lazos diplomáticos con La Habana en enero de 1961. En medio del deshielo, se negocia un pacto para el restablecimiento pleno de los vínculos.

El cónclave en Panamá “puede marcar el inicio de un nuevo capítulo de convivencia pacífica, respetuosa y productiva” de EU con América Latina y el Caribe, “o ratificar la continuidad de las amenazas y agresiones del pasado”, advirtió el periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), en un informe especial sobre la confluencia de los 35 gobernantes en la capital panameña. Hay que “tener claro”, alegó, que la participación de Cuba tampoco es concesión de Washington, “sino la reivindicación de una demanda colectiva de América Latina y el Caribe”.

“Por primera vez desde su fundación en 1994, la Cumbre de las Américas hará honor a su nombre con la presencia de Cuba, cuya ausencia de las seis citas anteriores conllevó presiones de EU y algunos de sus más cercanos aliados para acallar las voces que reclamaban desde un inicio la asistencia de todos los países del continente”, recalcó.

Desde la primera cumbre, en Miami en 1994, y en las posteriores (1996 en Bolivia; 1998 en Chile; 2001 en Canadá; 2005 en Argentina; 2009 en Trinidad y Tobago y 2012 en Colombia), Washington y Ottawa, su principal socio continental, rechazaron la presencia de Cuba en este tipo de reuniones y alegaron que, por tratarse de una convocatoria a países con gobiernos democráticos, La Habana quedaba fuera por tener un sistema comunista.

Al respecto, el rotativo portavoz del PCC adujo que la presencia cubana es “sobre todo una muestra de los profundos cambios que vive la región”, por lo que “de otra manera no se podría explicar la asistencia” de Cuba a un instrumento “que surgió como plataforma de la neoliberal Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y que ha estado bajo la sombrilla” de la OEA, “un organismo al que Cuba ha dicho que no regresará jamás”.

Cuba, que en los últimos 55 años ha catalogado a la OEA como un “ministerio de colonias” rendido a los pies de Washington, fue suspendida en enero de 1962 de la institución interamericana como castigo por alinearse al bloque comunista encabezado entonces por la Unión Soviética y por acogerse a un régimen de gobierno marxista—leninista, factores catalogados por el organismo como hechos incompatibles con el sistema interamericano. La OEA levantó en 2009 las sanciones a Cuba.

El factor Venezuela. Aunque los jefes de Estado y/o de gobierno de los 35 países americanos, desde los gigantes de Canadá, en el norte, y Argentina, en el sur, pasando por las diminutas islas caribeñas, convergerán en un enorme centro panameño de convenciones ubicado frente a un sector del litoral de Panamá sobre el Océano Pacífico, para debatir sobre prosperidad con equidad, otros asuntos dominarán la atención de una confluencia política sin antecedentes en el siglo XXI en América.

Aparte del factor Cuba—EU, un elemento de grave controversia también influirá en las conversaciones, paralelas o dentro de la Cumbre, aunque autoridades estadounidenses ya advirtieron que tampoco pretenden discutirlo en Panamá en las plenarias y —sin descartar sorpresas— quizás quede reservado para los diálogos privados: Venezuela, el más estrecho socio político y económico de La Habana.

La profunda crisis política venezolana, que se complicó desde febrero de 2014 por las mortales disputas entre las fuerzas de la izquierdista revolución bolivariana, que impulsan el socialismo del siglo XXI heredado del ahora fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y los movimientos antichavistas u opositores, que exigen el retorno a la senda democrática.

El conflicto empeoró por la agudización del enfrentamiento diplomático Washington—Caracas, que se agravó luego de que, a inicios de marzo pasado, la Casa Blanca declaró a Venezuela como una amenaza a su seguridad nacional y sancionó a un grupo de oficialistas chavistas. Castro se solidarizó con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y rechazó las sanciones de EU.

Pero el tema central de la Cumbre es “Prosperidad con Equidad: El Desafío de la Cooperación en las Américas”. De manera paralela, y del 8 al 10 de abril, habrá cuatro foros previos y paralelos sobre sociedad civil, juventud, empresario y rectores universitarios en el quev —en otro hecho sin precedentes— participarán disidentes u opositores cubanos frente a emisarios oficiales de Cuba y cuyas conclusiones serán transmitidas a los mandatarios.

La Cumbre en Panamá, aseveró Varela, “es el punto de partida” de un nuevo proceso de “consolidación de nuestro hemisferio”.

En el inicio de una semana con intensos cruces de propuestas y contrapropuestas diplomáticas entre los 35 gobiernos del continente, el reloj geopolítico prosigue su marcha en la cintura de América.



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