Katmandú.— Cientos de nepaleses huían ayer de la capital del país hacia las llanuras, aterrorizados por dos días de fuertes réplicas (más de 100) tras un terremoto de 7.8 grados Richter que dejó más de cuatro mil muertos, y en medio de una escasez de alimentos y agua.

Calles destruidas, helicópteros faltantes y una lluvia incesante. Los socorristas luchaban contra las condiciones más adversas del terremoto que dejó 4 mil 138 muertos y unos 6 mil 800 heridos, de acuerdo con cifras del ministerio del Interior.

Desesperada y temerosa, la gente buscaba a sus seres queridos, removía escombros en busca de sus pertenencias y trataba de satisfacer de cualquier manera las necesidades de sus familias.

Las vías para salir de la ciudad, de un millón de habitantes y ubicada en un valle, estaban abarrotadas.

Muchas personas iban con bebés en sus brazos, tratando de subir a los autobuses o de conseguir un aventón a bordo de automóviles y camiones. Miles de familias durmieron a la intemperie desde el sábado, en colchones que tendieron en las calles o en tiendas de campaña improvisadas, mientras las autoridades trataban de lidiar con la escasez de agua potable, luz y alimentos, así como la amenaza de enfermedades.

En Katmandú, las personas hacían filas para obtener agua de la parte posterior de camiones, mientras algunas tiendas seguían abiertas con casi nada en sus estantes. Largas filas de personas desesperadas por conseguir combustible esperaban fuera de las gasolinera.

Cientos de pueblos han sido abandonados a su suerte. “No hay electricidad, no hay agua”, dijo el funcionario del Ministerio del Interior Laxmi Prasad Dhakal.

En tanto, varios países se apresuraron a ofrecer ayuda y personal: India ya envió insumos médicos y equipos de ayuda, mientras que China mandó a un equipo de emergencia de 60 efectivos. Pero la asistencia no está fluyendo. Enfermos y heridos yacían a la intemperie en la capital, sin posibilidad de encontrar camas en hospitales de la ciudad devastada.

De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, el país sólo posee 2.1 médicos y 50 camas de hospitales por cada 10 mil personas.

El terremoto del sábado es el peor desastre de ese tipo en Nepal desde 1934, cuando murieron 8 mil 500 personas. La cifra oficial de fallecidos podría elevarse dependiendo del estado en que se encuentren las aisladas localidades de montaña a las que los rescatistas trataban de llegar y cuando se recuperen los cuerpos enterrados debajo de escombros.

Reportes recibidos por el gobierno y grupos de ayuda sugieren que muchas comunidades en las laderas de las montañas están devastadas. Udav Prashad Timalsina, el máximo funcionario del distrito de Gorkha, cerca del epicentro del sismo del sábado, dijo que necesitaban ayuda desesperadamente. “Hay gente que no tiene alimentos ni albergue. He tenido informes de pueblos donde 70% de las casas quedaron destruidas”, explicó.

Rajiv Biswas, economista jefe para el Asia-Pacífico de la firma de investigación de negocios IHS, dijo que los costos de reconstrucción de largo plazo en Nepal, utilizando normas apropiadas para zonas de terremotos podría superar los 5 mil millones de dólares, o alrededor de 20% del PIB del país.

“Este desastre es un gran golpe para nuestra economía y no tenemos los recursos necesarios para recuperar lo que perdimos. Por eso estamos pidiendo ayuda a la comunidad internacional”, afirmó el ministro de Finanzas, Ram Sharan Mahat.

La OMS dijo que necesita cinco millones de dólares para poder financiar su respuesta humanitaria inicial al desastre. Por ello, pide contribuciones a donantes y países para responder a las necesidades sanitarias más inmediatas. Por lo pronto, la organización ya envió medicamentos y material de ayuda con el que se podría abastecer a 40 mil personas durante tres meses. Agencias