JERUSALÉN.

“Somos familiares... y esto no comenzó recién ahora, sino ya antes de la entrada a la Tierra Prometida”, afirma uno de los notables de la comunidad drusa de Israel, cuando EL UNIVERSAL le pregunta cómo explicaría los lazos singulares que los unen al pueblo judío y al país.Y nada mejor que el lugar de la conversación, para explicarlo: el santuario Nabi Shueib, en el norte de Israel, a escasos kilómetros de la ciudad de Tiberíades, donde según la tradición drusa está sepultado el profeta de los drusos: Jetro, que era suegro de Moisés, el padre de su esposa Tzipora.

El lugar, centro de peregrinación de los drusos , es escenario en los últimos días, como siempre a esta altura del año, de un ambiente festivo: es la celebración que lleva el mismo nombre del lugar, Nabi Shueib. Desde lejos se ve la cúpula blanca del lugar en el que se halla la tumba y el rincón en el que, según los drusos, Jetro pisó y dejó la marca. Aquí llegaron este lunes tanto el presidente de Israel, Reuven Rivlin, el jefe de la oposición, Isaac Herzog, y otros dignatarios, a saludar a los drusos en su fiesta.

“Nuestro vínculo con estos hermanos es fuerte y nada nuevo, nos une una fuerte alianza y lo mínimo que se podía hacer es venir a ofrecer nuestro homenaje en su fiesta”, declaró Herzog. La comunidad drusa israelí , una de las minorías en el Estado judío, está compuesta por aproximadamente 136 mil personas. Y aunque tan solo 15% son observantes —y su presencia es notoria en el terreno por el atuendo negro singular de los hombres y el gorro o velo blanco con el que cubren su cabeza—, el santuario se colma de gente, también de quienes no son religiosos, pero para quienes los símbolos de la comunidad son claves y deben ser respetados.

Se considera que los drusos tienen su origen en el islam, del que se habrían escindido en el siglo XI, aunque los religiosos no siempre abrazan esta explicación histórica, asegurando que “nosotros siempre estuvimos aquí, orando a Dios a nuestro modo”.

El Sheikh Muwafaq Tarif, jefe de la comunidad —cargo que heredó años atrás al fallecer su abuelo, el legendario Amin Tarif , a avanzada edad— explica orgulloso, ante todo, que “somos una religión monoteísta”, que acepta las principales enseñanzas de las otras como el judaísmo, cristianismo e islam, pero que en algunos temas “profundiza”. Se considera una religión secreta, que acepta el Nuevo y Viejo Testamento, así como también el Corán, cuyo libro sagrado se llama Al Hikme (la sabiduría), que exhorta al mutuo respeto entre los hombres.

Hay drusos también en Siria y Líbano, Europa y países de América Latina. En Israel son parte integral de la ciudadanía, y suele hablarse de “una fuerte alianza” entre los dos pueblos. Los drusos varones se enrolan en las Fuerzas de Defensa de Israel, inclusive hay un general, miembro del Estado Mayor.

Suele decirse que una característica de los drusos es la fidelidad al lugar en el que nacieron. Quizás por ello pueda comprenderse el tono, un tanto diferente, que se oye a veces en las cuatro aldeas drusas de los Altos del Golán, que Israel conquistó en 1967 en el frente sirio. Entre los drusos del Golán hay voces distintas que las del resto de Israel. Allí se oyen expresiones de apoyo a Siria, de los que son ciudadanos los más veteranos, que crecieron en el Golán gobernado por la familia Assad, aunque la guerra civil ha complicado mucho la situación y colocado a los drusos en posiciones delicadas.