Washington.— El favorito a convertirse en el nominado del Partido Republicano a la presidencia, Jeb Bush, decidió ayer por primera vez echar mano de su hermano incómodo, el ex presidente de Estados Unidos, George W. Bush, durante un acto para recabar fondos en la ciudad de Dallas, Texas.

Aunque muchos habían desaconsejado a Jeb utilizar a su hermano George, el gancho de éste último entre el sector más conservador, entre los grandes benefactores y la mala memoria de los estadounidenses, parecen haber obrado en favor de un ex presidente que hoy reaparece tras una larga travesía por el desierto para acudir en auxilio de su hermano Jeb, a fin de que un miembro del clan Bush conquiste la Casa Blanca por tercera ocasión.

De hecho, tras casi siete años desde que dejó la Casa Blanca, los índices de aceptación de George W. Bush han resucitado. Según la más reciente encuesta de The Wall Street Journal, el mayor de los Bush cuenta con un respaldo de hasta 35% (contra 39% de rechazo), frente al 23% de Jeb.

La utilidad de George a la hora de conquistar a la base republicana en la fase de elecciones primarias, parece haberse convertido así en un factor clave en los prolegómenos de una campaña presidencial a favor de Jeb Bush que está a punto de eclosionar.

Como era de esperarse, la reaparición del ex presidente para apuntalar la candidatura de su hermano ante un grupo de donadores en Dallas no ha sido desaprovechada por los líderes del Partido Demócrata, que ayer mismo disparaban contra el ex gobernador de Florida por haberse presentado como un político “hecho a sí mismo” cuando, en realidad, nunca será incapaz de desmarcarse de la sombra de su familia.

“Lo que ha dicho Jeb Bush es que él es su propio hombre. Pero el hecho de que ahora aparezca con su hermano George, que favoreció el modelo económico donde los ricos tienen cada vez más y la clase media cada vez menos, demuestra que difícilmente habrá una clara diferencia”, consideró Holly Shulman, portavoz de la Convención Nacional Demócrata.

Precisamente, la necesidad de aprovechar y desmarcarse y diferenciarse al mismo tiempo del clan de los Bush, en particular de su hermano George, será uno de los principales problemas para Jeb, un político que se mantiene a la cabeza de las preferencias entre la base electoral republicana, pero que podría ser descabalgado en unas elecciones generales en medio de una feroz campaña para presentarlo como una extensión de su hermano incómodo: un ex presidente que dejó al país en bancarrota, con dos frentes de guerra abiertos en Irak y Afganistán y una pésima imagen internacional.

Así, Jeb Bush tendrá que mantener un difícil equilibrio entre su imagen como candidato independiente una vez que se haga con la nominación republicana. Es decir, una vez que haya sorteado el complicado proceso de las elecciones primarias.

Mientras tanto, tendrá que sacar ventaja de la poderosa red de apoyos políticos y financieros de su familia en una reñidísima fase de primarias, comenzando por el estado de Florida que será crucial en las elecciones primarias del Partido Republicano en marzo de 2016 y en las presidenciales de noviembre de ese mismo año.

Jeb cuenta con la ventaja de salida frente a sus contendientes más cercanos. En Florida, Jeb tiene un respaldo de 54% frente a su más inmediato contendiente, el senador Marco Rubio, quien goza de un apoyo de 36%, según la encuesta de la Universidad estatal de Saint Leo.

A nivel nacional, según la más reciente encuesta de CNN/ORC, Jeb lidera las preferencias.