Roma.— Tras el criminal atentado perpetrado en París, en Italia se ha desatado una gran polémica sobre el peligro que representa el constante arribo de inmigrantes islámicos y la fuerte presencia de creyentes de esta religión en el país. Ni el papa Francisco ni las autoridades han escapado a las críticas.

“Promoviendo el diálogo con el islam el Papa no hace un buen servicio a los católicos. La paz está bien, pero él es el portavoz de católicos preocupados por el exterminio que están sufriendo en diversas partes del mundo”, dijo Matteo Salvini, líder del partido xenófobo y racista de la Liga Norte, al comentar el atentado parisino.

El filósofo italiano Massimo Cacciari criticó esa afirmación y consideró “un gran error hacer del islam un enemigo, porque se multiplicarían los yihadistas”, pero también constató que si se votara hoy, Salvini en Italia y la ultraderechista Marine Le Pen en Francia obtendrían una avalancha de votos, lo cual es “peligrosísimo porque podría hacernos entrar en una verdadera guerra”.

Detrás de la afirmación de Salvini está un islamismo que, con la masiva llegada de inmigrantes provenientes de países musulmanes, se ha convertido en la segunda religión en Italia. Como muchos de ellos son clandestinos, no existe en Italia un registro exacto de su número, pero diversos estudios señalan que podrían ser entre 700 mil y un millón y medio, casi todos sunitas, el 1.9% de la población, contra el 91.6% de cristianos, 0.7% de otras religiones y 5.8% de ateos.

Tienen 8 mezquitas, pero hay más de mil lugares de culto islámico y los musulmanes se quejan de los “actos de hostilidad” que sufren. Aun así, la islamofobia no es un fenómeno que involucre a la mayoría de los italianos. Para el gobierno italiano, el verdadero problema son los imanes —los sacerdotes islamistas— radicales y los combatientes que pasan por el país. Algunos imanes han sido interceptados mientras predicaban el odio y la violencia contra los “infieles”.

También se sabe que combatientes, llegados como inmigrantes, han involucrado en su lucha, en Siria e Irak, a connacionales y a italianos convertidos al islam. “Los combatientes extranjeros que han pasado por Italia son 53, cuatro son italianos”, dijo en el parlamento el ministro del Interior Angelino Alfano, quien subrayó que “no hay señales de un gran riesgo terrorista en Italia”. Pero el “11 de septiembre” francés ha hecho intensificar las medidas de seguridad en Italia y estimulado la intolerancia al islamismo, lo que ha sido aprovechado por políticos antiislamistas y legistas, que buscan así poner freno a la inmigración que, a decir verdad, parece un problema irresoluble.