Ciudad del Vaticano.— Pese a la agitación que han causado en el mundo las declaraciones del papa Francisco sobre la libertad de expresión y las caricaturas sobre el profeta Mahoma, lo cierto es que se trata de una posición adoptada por el Vaticano de tiempo atrás.

En febrero de 2006, durante el papado de Benedicto XVI, cuando una caricatura que ridiculizaba a Mahoma enardeció los ánimos del mundo islámico, Joaquín Navarro-Valls, entonces portavoz de la Santa Sede, explicó en un comunicado que “el derecho de libertad de expresión sancionado por la Declaración de los Derechos del Hombre no implica el derecho de ofender el sentimiento religioso de los creyentes” y que “tal principio vale para toda religión, porque estas ofensas denotan falta sensibilidad y constituyen una inadmisible provocación”. A la vez, consideró “deplorables” “las acciones violentas de protesta”.

Es en este contexto, señaló el vaticanista Andrea Morigi, que se inscriben las palabras del papa Francisco, quien no hizo más que “atenerse a una política establecida” que “vale tanto para su presunto cuestionamiento de la libertad de expresión como para el puñetazo que podría dar a quien ofende a su madre”.

Al poner como ejemplo el caso extremo de la ofensa a una madre, el actual Pontífice en realidad sólo dijo una verdad que no todos aceptan: que en la de expresión, como en todas las demás libertades, “existen límites”.

Según Massimo Introvigne, director del Centro de Estudios sobre las Nuevas Religiones y ex representante de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa para la lucha contra el racismo, xenofobia y discriminación, el Pontífice lanzó “una provocación que será útil para una discusión verdaderamente seria” sobre la libertad de expresión. “Con sus palabras desenmascaró la hipocresía” que existe en torno al tema, subrayó.

Por lo que toca a las afirmaciones de que Francisco apunta hacia una autolimitación de la libertad de expresión o que trata de confiar esta delicada tarea al Estado, el experto dijo que “un católico siempre recurre a la ley y no se arma con un kalashnikov”. Recordó que, siendo cardenal, Jorge Bergoglio, el actual papa Francisco, “demandó en Buenos Aires al artista Léon Ferrari por representar a Benedicto XVI en una manera que insultaba y ponía en ridículo a los creyentes católicos”.

Subrayó que en 2011, en la conferencia de Viena sobre la islamofobia de la OCDE no se logró emitir un documento relevante, porque los musulmanes pretendían casi amordazar al mundo y Occidente no modificar nada. “Encontrar un punto de equilibrio en este tema es una cuestión tan difícil como delicada”, concluyó.