Goiania, Brasil.— La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, realizó ayer una férrea defensa de la democracia y pidió “tolerancia y diálogo” a la población, la cual manifestó el domingo su insatisfacción con el gobierno en sendos actos que convocaron a casi dos millones de personas a lo largo y ancho del país.

“Respetamos una cosa fundamental en este país, conquistada con mucho esfuerzo, mucho dolor, en un proceso que muchas personas más jóvenes no vivieron; conquistada pese a prisiones, exilios y muertos. Tenemos la obligación de respetar la democracia, en la que existe el derecho de que todos hablen, de que se manifiesten, de que todos sean oídos”, expresó la mandataria. “Por eso pido tolerancia y diálogo,”, añadió durante un acto público en la ciudad de Goiania.

El gobierno de la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT) se encuentra sumido en una profunda crisis que además de arrastrar a cientos de miles de personas a las calles para pedir su salida del gobierno, hizo desplomarse su popularidad, tal como reveló una encuesta del instituto privado Datafolha divulgada el miércoles.

Según los datos, 62% de los brasileños rechazan la gestión de la ex guerrillera, quien asumió su segundo mandato el 1 de enero, al tiempo que la tasa de aprobación de la presidencia cayó al 13%.

La base del descontento está en el escándalo de corrupción en Petrobras, en el que decenas de políticos, en su mayoría oficialistas, están bajo sospecha de haberse beneficiado con millonarios desvíos de fondos, y en la crisis económica. De hecho, surgieron versiones de que la mandataria estudiaba realizar una reforma en su gabinete para ampliar la presencia en el gobierno del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), en un intento por recuperar el apoyo de la agrupación centrista. Rousseff lo negó. “No hay reforma de gobierno. Es inútil decir que la hay, porque no la hay”, dijo.

El miércoles, el nuevo ministro de Educación, Cid Gomes, un crítico de los legisladores oficialistas, renunció al cargo poco después de protagonizar roces con el poderoso presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, uno de los principales exponentes del PMDB. DPA