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Cubanos, del júbilo a la resignación

Michael Weissenstein / La Habana| El Universal
Sábado 28 de febrero de 2015
Cubanos, del jbilo a la resignacin

DESILUSIÓN. Roberto Álvarez, de 47 años (derecha), habla con sus amigos ante una pared decorada con imágenes de los héroes de la revolución cubana, "Che" Guevara, Fidel Castro y su hermano, el presidente Raúl Castro, en La Habana. Para los cubanos, los sueños de mejoría con la normalización de relaciones con EU se disipan. (Foto: RAMÓN ESPINOSA / AP )

Priva la desilusión en la isla, al no ver mejoras concretas tras el anuncio de Castro y Obama

El júbilo desatado por el anuncio de la distensión en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba hace dos meses ha dejado paso a la resignación a medida que muchos cubanos se dan cuenta de que están sólo al inicio de un largo proceso que no es probable que vaya a aliviar sus problemas cotidianos en el corto plazo.

Los sueños de ver productos estadounidenses inundando las tiendas de La Habana y de tener facilidades para visitar a sus familiares en Florida se han disipado, en parte por una campaña coordinada entre medios estatales cubanos y funcionarios para rebajar las expectativas y recordar a la gente que los principales puntos del embargo que afecta a la isla desde hace medio siglo siguen vigentes.

Mientras funcionarios cubanos celebraban en Washington la segunda ronda de conversaciones que busca restaurar las relaciones diplomáticas, muchos en la clase obrera isleña dicen que ya no esperan cambios inmediatos en sus vidas a pesar del resultado de las negociaciones.

“La gran expectativa que se levantó con la noticia el primer día ha bajado mucho y ahora la gente en la calle casi no habla del tema”, dijo Magali Delgado, trabajadora del Ministerio de Comercio Exterior jubilada que subsiste con una pensión de 11 dólares mensuales. “La gente, como está tan desesperada, lo que quiere y hubiese querido son resultados concretos, inmediatos”.

Esto supone un marcado contraste con respecto a la emoción del 17 de diciembre, cuando los cubanos festejaron en la calle luego de que el presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo cubano Raúl Castro anunciaron que intercambiarían espías presos, impulsarían la reapertura de embajadas y buscarían normalizar la disfuncional relación que mantienen las dos naciones desde hace décadas.

“Las expectativas se fueron más allá de los anuncios”, dijo Joaquín Borges, sociólogo y crítico cultural muy leído en el país. “Hay personas que malinterpretaron, a nivel popular sobre todo, a nivel de calle, que ya todo se iba a resolver y que las escaseces que ha tenido Cuba por causa del bloqueo y de la crisis económica se iban a solucionar de la noche a la mañana”.

Gustavo Machín, subdirector del Ministerio de Exteriores cubano para Estados Unidos, dijo que el gobierno comunista sintió la necesidad de dejar claro a su gente y al resto del mundo que una apertura hacia su vecino no significaba que las cosas fuesen a cambiar de la noche a la mañana.

Pero el pesimismo está lejos de ser universal. Se espera que la flexibilización de las restricciones para que los estadounidenses viajen a la isla y la ampliación, por cuatro, del límite de las remesas aprobada por Obama, tengan un impacto dramático en el corto plazo entre los cubanos privilegiados con vínculos a la economía global. Hay también miles de jóvenes motivados y altamente cualificados que esperan aprovechar la apertura con EU para aspirar a más prosperidad.

El pesimismo es más fuerte entre los cubanos que carecen de lazos con el turismo, impulsor de la economía nacional, familiares en el extranjero que les envíen dinero o la percepción de que pueden pasar a uno de los sectores que se verá beneficiado por las mejores relaciones con EU. Virtualmente, todos los nuevos vínculos económicos propuestos entre las dos naciones implicarían al sector privado isleño, que ya emplea al 40% de la población, según un estudio del Brookings Institute de 2013.

“Hay una generación nueva que domina el internet, que domina la computación, que sí tiene posibilidades”, dijo Alberto Rodríguez, conductor de un taxi bicicleta, mientras limpia la suciedad de la cadena y los platos de su vehículo en una calle de La Habana Vieja. “Yo soy una persona mayor y no tendría más para competir en este mercado”.

Alexis Ramos, conserje en una clínica médica, dijo con pesimismo: “Espero que los ricos se hagan más ricos y los pobres más pobres”. AP



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