La presidenta argentina, Cristina Fernández Kirchner, anunció ayer un proyecto para disolver la Secretaría de Inteligencia y reemplazarla con una Agencia Federal de Inteligencia, que tendrá un director y subdirector designados por el Ejecutivo, pero que deberán contar con el acuerdo del Senado, en un intento por frenar el desgaste político una semana después de la muerte del fiscal Alberto Nisman.

Durante una hora exacta, en un mensaje grabado y transmitido por cadena nacional, la presidenta, quien se mostró en silla de ruedas (por su recuperación tras la fractura del tobillo), aseguró que el proyecto será enviado al Congreso para “la reforma del sistema de inteligencia argentino” que, según la mandataria “no respondió a los intereses nacionales”.

“Esta es una deuda de la democracia argentina que viene desde 1983 y que como otras a mí me toca actuar”, acotó. Kirchner no desperdició la ocasión para desacreditar la denuncia de Nisman (que la acusaba de presunto encubrimiento de los sospechosos del atentado contra la AMIA) y asegurar que Diego Lagomarsino, quien ayer fue imputado por haber entregado el arma calibre 22 a Nisman antes de su muerte, “es un profundo opositor al gobierno y hermano del jefe de informática de una empresa del grupo Clarín”, colocado por la presidenta, nuevamente en el rol de opositor.

“A mí no me van a extorsionar, no me van a intimidar, no les tengo miedo. Que hagan las denuncias que quieran, que los fiscales y los jueces me citen, pero mi idea es la misma que en 2003, la defensa de los derechos humanos y de las víctimas del terrorismo internacional”, dijo Kirchner, al recordar que en todos los fueros internacionales reclamó para que Irán colabore con la justicia argentina.

La mandataria recordó que oficialmente no fue Néstor Kirchner, en el 2004, quien designó a Nisman al frente de la Fiscalía Especial, sino la Procuración General de la Nación, como lo establece la Constitución.

Recordó los esfuerzos que hizo el gobierno para que los atentados a la Embajada de Israel (1992) y la AMIA (1994) no quedaran en la impunidad, como llevar a que Irán firmara un Memorándum en 2013; destacó que la SIDE (antiguo nombre de la Secretaria de Inteligencia) siempre “bombardeó el acuerdo”.

Tampoco perdió la oportunidad la presidenta de acusar a los medios de comunicación de “generar un aquelarre informativo” y calificó la denuncia de Nisman en su contra como “absurda”. “Es descabellado desde lo político pensar que nuestro gobierno, que ha sido fundamental en la lucha contra el terrorismo, pueda siquiera ser sospechado” de encubrimiento, dijo.

En este marco, ayer la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) lamentó que el periodista argentino Damián Pachter, que difundió primero la noticia de la muerte de Nisman, abandonara Argentina por temor a sufrir represalias. “Les arruiné algo”, dijo Pachter desde Tel Aviv al confirmar sus temores por los tuits que escribió sobre la muerte de Nisman.

El presidente de la SIP, Gustavo Mohme, dijo que Pachter “buscó protegerse ante la incertidumbre e indefensión que se desprende de este caso” y reclamó al gobierno que investigue si existe riesgo verdadero para el periodista. Con información de agencias