Buenos Aires.— Las dudas en torno a que la muerte del fiscal de la AMIA, Alberto Nisman, haya sido un suicidio, aumentaron ayer en virtud de nuevas pruebas, mensajes y una nota a su empleada doméstica que alimentan la idea de que el funcionario no tenía intenciones de suicidarse, en un caso que tiene contra las cuerdas al gobierno de la presidenta Cristina Kirchner.

Viviana Fein, la fiscal que investiga la muerte del fiscal, aseguró ayer que en las pericias no se registraron restos de pólvora en las manos de Nisman, por lo que el arma no habría sido disparada por él. Sin embargo, Fein aclaró que al ser un arma de calibre pequeño, 22, no permite que el resultado del barrido electrónico para hallar residuos dé un resultado positivo, por lo que no se descarta que Nisman haya disparado.

Durante la jornada, Fein tomó declaración a los miembros de la custodia que dejaron a Nisman en su departamento el sábado en la mañana y nunca más lo volvieron a ver.

Asimismo, la jueza Sandra Arroyo Delgado, la ex esposa de Nisman, quien ayer llegó al país de sus vacaciones, declaró ante Fein que si bien “no puedo hacer conjeturas, no creo que se haya suicidado”. Algo que el resto de su familia repitió ayer hasta el cansancio, en tanto personal de la policía federal allanó las oficinas y el departamento de Nisman en busca de elementos que puedan ayudar a la causa.

Ayer se conoció la existencia de una nota que el fiscal le habría dejado escrita a su empleada doméstica con los enseres que tendría que comprar para el día lunes, lo que alimenta la hipótesis de que el fiscal no habría tenido nunca intenciones de suicidarse.

También ayer, Argentina conoció en forma completa la denuncia por encubrimiento que llevaba Nisman contra la presidenta. En el escrito, el fiscal consideró que la jefa de Estado, el ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman; el diputado nacional oficialista Andrés Larroque y otros dirigentes allegados al gobierno participaron en un “plan delictivo destinado a dotar de impunidad a los imputados de nacionalidad iraní acusados” de atentar contra la mutual judía en 1994.

Según el texto, el objetivo del encubrimiento era lograr que los iraníes “eludan la investigación y se sustraigan de la acción de la justicia argentina, con competencia en el caso” por el ataque terrorista. De inmediato, el sitio colapsó por las visitas recibidas. Los principales diarios argentinos, sin embargo, lograron publicar algunas partes de la denuncia. El atentado, hace 20 años, dejó 85 muertos en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

La presidenta volvió ayer a acusar a los medios y los responsables de investigar la causa de la AMIA de “desviar, mentir, tapar, confundir”. “Curiosa y sugestivamente se nos intenta convertir, 21 años más tarde (del atentado), en encubridores por tratar de que se le pueda tomar declaración a los imputados iraníes mediante un Tratado Internacional aprobado por Ley del Congreso”, expresó. Las protestas que se desataron el lunes en todo el país por la muerte de Nisman y que amenazaban con repetirse en las próximas horas son la muestra de cómo pegó el escándalo en el seno del poder. Con información de agencias