Atacante de Texas era sospechoso de terrorismo

Investigadores guardan un arma de asalto en el lugar desde donde dos atacantes abrieron fuego el domingo contra el Centro Curtis Culwell, en Garland, Texas.. (Foto: NANCY WIECHEC. REUTERS )
Washington.— El FBI identificó ayer a los dos presuntos terroristas que el domingo atacaron un centro de exhibiciones en Garland, Texas, donde se realizaba un concurso para elegir la mejor caricatura del profeta Mahoma. Se trata de Elton Simpson, de 30 años, viejo conocido de los servicios secretos, y a Nadir Hamid Soofi, de 34 años, y compañero de departamento de Simpson en Phoenix, Arizona.
Aunque nadie se ha adjudicado el ataque, el FBI creía que pudo haber sido instigado o dirigido por una organización terrorista con base en el extranjero como el Estado Islámico (EI).
En conferencia de prensa, el jefe policial de Garland, Joe Harn, confirmó que los dos hombres fueron abatidos por la policía cuando intentaban irrumpir en un evento armados con rifles de asalto. “Estos hombres venían para matar. En el incidente, un agente policial fue herido en una pierna”, informó Harn al confirmar que el FBI trabajaba contrarreloj para esclarecer el alcance de este incidente, un nuevo zarpazo de la amenaza terrorista.
El FBI seguía la pista a Simpson, estadounidense convertido al islam, desde 2006 a través de su actividad en las redes sociales. En 2011, Simpson le mintió a los agentes federales para tratar de ocultar un viaje planeado a Somalia presuntamente para unirse a los yihadistas. Entonces, un juez consideró que no había evidencia suficiente para establecer los vínculos de Simpson con una red terrorista, por lo que lo sentenció a 3 años de libertad bajo palabra. Hace varios meses, indicó The New York Times, Simpson empezó a poner en las redes sociales comentarios sobre el Estado Islámico.
Cinco años después, Simpson decidió reaparecer armado con un rifle de asalto y en compañía de su compañero de departamento para atacar a quienes se habían dado cita en un local del distrito escolar de Garland donde realizaban un concurso de caricaturas de Mahoma. Convocada por una organización en defensa de la libertad de expresión, con base en Nueva York, la exposición ofrecía un premio de 10 mil dólares a la mejor caricatura dedicada a Mahoma.
Uno de los invitados a este evento, Geert Wilders, es miembro del parlamento holandés y fundador del Partido de la Libertad (el cuarto en importancia en ese país). Minutos antes del atentado, Wilders denunció la cruzada del islamismo más radical contra la libertad de expresión y contra el judaísmo cristiano. “Nunca vamos a rendirnos ante el terrorismo”, dijo ante un auditorio dominado por simpatizantes de organizaciones de extrema derecha.
Por varias horas, los cuerpos de los atacantes Simpson y Soofi yacieron sobre el pavimento. Grupos de especialistas inspeccionaron los cadáveres y su vehículo, ante el temor de que hubieran escondido explosivos con la esperanza de morir matando. El atentado contra los organizadores y participantes de este evento ha vuelto a dejar al descubierto la guerra que libra una minoría radical del islamismo contra EU en particular y Occidente en general.
Tras este evento, una de las organizadoras, Pamela Geller, una radical del movimiento contra el islam en Estados Unidos, despotricó contra los autores del atentado. “Este es un atentado terrorista contra nuestras libertades y no lo podemos permitir”, dijo tras confirmar la muerte de los dos atacantes.
Pamela Geller figura en la lista del Southern Poverty Law Center de las organizaciones que promueven el odio y desde su blog se ha propuesto denunciar la amenaza de la islamización en Estados Unidos.
“Nosotros no podemos más que condenar este atentado. Pero resulta muy perturbador este tipo de eventos que lo único que hacen es atizar el sentimiento de islamofobia en Estados Unidos”, consideró Mark Polok, experto en organizaciones extremistas del Southern Law Poverty Center.
El incidente registrado en Garland, en donde los polos extremos del extremismo parecen haberse enfrentado en un absurdo “mano a mano”, marca el inicio de una semana en la que las agencias de inteligencia tendrán que trabajar contrarreloj para profundizar sobre los nexos y planes de los atacantes y la red que los arropó en su emboscada suicida.





