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"Presión de Latinoamérica, clave en el diálogo Cuba-EU"

J. Jaime Hernández Corresponsal| El Universal
Lunes 19 de enero de 2015

Una mujer camina junto a un bicitaxi con las banderas de Estados Unidos y Cuba por una calle de La Habana. Delegaciones de ambos países inician el miércoles negociaciones para restablecer relaciones.. (Foto: ARCHIVO REUTERS )

Era más factible que un demócrata hiciera posible este acuerdo histórico. Washington y La Habana no necesitan de intermediarios como México en la negociación

Washington.— Estados Unidos ha allanado el camino de un histórico proceso de reconciliación con Cuba. A sólo unos días de que la subsecretaria de Estado adjunta para el Hemisferio, Roberta Jacobson, viaje a La Habana para pactar el restablecimiento de relaciones diplomáticas, los expertos de ambos países tienden un puente sobre el abismo que durante más de medio siglo ha separado las playas de Varadero y las de Florida.

El empeño de los profesionales de la diplomacia en Washington y La Habana ha coincidido estos días con el afán y la discreción con que trabajadores de la construcción han reparado y embellecido el viejo camino que conduce al cementerio de Santa Ifigenia, donde reposan los restos de los héroes de la Revolución de 1959 y donde, se supone, ha sido erigida la tumba que albergará los restos de Fidel Castro.

Aunque el gobierno cubano ha rechazado las versiones sobre la presunta muerte de Fidel Castro y aclara que los trabajos en el cementerio fueron para que el presidente Raúl Castro rindiera homenaje a “los héroes de la Revolución” el pasado 2 de enero, desde numerosas embajadas en La Habana los trabajos en el cementerio no pasaron desapercibidos.

De hecho, fueron el detonante de versiones que, hasta la fecha, siguen sin disiparse, a pesar de las señales de vida que Fidel ha dado a través de la carta enviada al futbolista argentino Diego Armando Maradona, quien visitó La Habana recientemente.

En este ambiente de fin de una era y de especulaciones sobre la precaria salud y hasta de la “inminente” muerte del comandante de una Revolución que hoy parece lanzar sus últimos estertores, las delegaciones de ambos países se disponen a sentarse cara a cara a partir del próximo 21 de enero en La Habana, con una agenda bajo el brazo que incluye el desmantelamiento del viejo sistema de intercambio consular que se ha dado, en los últimos 53 años, a través de la embajada de Suiza y la apertura de una representación diplomática de Estados Unidos en la isla.

En medio de estos preparativos para iniciar el proceso de reconciliación entre dos de los más viejos e íntimos adversarios en el hemisferio, EL UNIVERSAL buscó al profesor William LeoGrande, autor del libro Back Channel To Cuba (El Camino de regreso a Cuba), un formidable recuento de las negociaciones secretas mantenidas entre Washington y La Habana durante los últimos 50 años.

Unas negociaciones que se remontan hasta la presidencia de Dwight Eisenhower y que el pasado 17 de diciembre marcaron un hito, tras una mediación crucial del papa Francisco y el apoyo logístico del gobierno canadiense.

Muchos se preguntan hoy si acaso las versiones sobre la posible muerte de Fidel Castro han sido el detonante de estas negociaciones. ¿Estamos ante el inicio de una nueva era en las relaciones de ambos países o este proceso tiene que ver con el inminente fin de ciclo de Fidel Castro?

Yo creo que sin duda estamos ante el inicio de una nueva era en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Y la principal razón de esta nueva etapa no es la salud de Fidel Castro.

No hay que olvidar que Fidel ha estado fuera del poder durante casi ocho años. Así es que creo que la principal razón o el principal motivo de estas negociaciones entre Washington y La Habana, responde a otra dinámica.

En primer lugar, los cambios que se han producido en el seno de la comunidad cubano-estadounidense que hoy es mucho más moderada de lo que fue 15 o 10 años atrás. Así es que podría decirse que el cálculo político en Estados Unidos ha cambiado.

En segundo lugar creo que la presión diplomática que han ejercido numerosos países de Latinoamérica ha sido un factor de mucho peso. No es un secreto que la oposición de Latinoamérica ante la política de Estados Unidos frente Cuba ha sido unánime durante muchos años.

De hecho, el presidente estadounidense Barack Obama tuvo un mal rato durante la sexta cumbre de Las Américas en Cartagena, Colombia. En esa cumbre, el presidente se mostró muy sorprendido ante la persistencia de los jefes de gobierno de varios países de la región sobre el estado de las relaciones entre Washington y La Habana.

Entre un considerable sector de especialistas existe la percepción de que, entre quienes hoy se oponen al restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, hay un importante grupo de líderes políticos, como los senadores Marco Rubio o Bob Menéndez, que no quieren salir de su zona de confort, ni perder los privilegios que ha tenido durante varias décadas una comunidad que se ha beneficiado de su condición de refugiados políticos en EU

Bueno esto es cierto en el caso de algunos como Bob Menéndez, quien ha estado durante mucho tiempo en esa zona de confort oponiéndose a todo lo que implique una política de apertura hacia Cuba.

En el caso de Rubio, un político de reciente ingreso al Congreso, hay que tener en cuenta que es un republicano de Florida que está interesado en seguir contando con el respaldo del sector más conservador dentro de la comunidad cubano-americana que se sigue oponiendo frontalmente a cualquier tipo de cambio en las relaciones frente a La Habana.

Durante la reciente visita del Presidente de México a la Casa Blanca, llamó la atención que el propio Obama declarara que el gobierno mexicano jugará un importante rol como aliado en el inicio de las negociaciones frente a Cuba. ¿Usted cree que esto es así teniendo en cuenta que usted mismo ha dado cuenta de las negociaciones secretas que durante más de medio siglo han tenido EU y Cuba sin necesidad de terceros países?

No creo que ni Cuba ni Estados Unidos necesiten de México como un intermediario para ayudar en las negociaciones. Particularmente ahora que el proceso ya está encarrilado.

Ciertamente, durante muchos años México jugó un importante rol a la hora de buscar puntos de encuentro. Particularmente durante la presidencia de Ronald Reagan, cuando México fue el anfitrión del encuentro secreto entre el entonces vicepresidente de Cuba, Carlos Rafael Rodríguez, y el Secretario de Estado, Alexander Haig, en noviembre de 1981.

Sin embargo, históricamente Estados Unidos nunca se ha sentido muy a gusto con intermediarios. Y en este caso es evidente que prefiere hablar con Cuba de forma directa.

Creo más bien que, lo que quiso decir el presidente Obama es que espera que el gobierno de México sea un aliado a la hora de pedir a Cuba una mayor flexibilidad en el campo de los derechos humanos y prácticas democráticas.

Usted ha asegurado que el presidente que más cerca estuvo del deshielo en las relaciones de EU con Cuba fue James Carter. ¿El restablecimiento de relaciones con la isla sólo hubiera sido posible bajo un gobierno demócrata?

Bueno es un poco arriesgado asegurar esto. Lo que sí es cierto es que tradicionalmente los republicanos siempre estuvieron menos dispuestos a esta posibilidad por la sencilla razón de que ellos siempre han considerado a la base conservadora cubano-estadounidense como una parte muy importante de su electorado en Florida.

De tal suerte que para un (presidente) republicano hubiera sido visto como una forma de traición hacia un sector muy importante de su base. Y esto fue especialmente cierto bajo las dos administraciones Bush. De hecho, la familia Bush siempre ha respaldado las más duras posiciones frente a Cuba.

¿ Es usted optimista sobre el futuro de las negociaciones?

Sí. Y lo soy porque creo que en esta ocasión Estados Unidos realmente ha dado un giro importante frente a Cuba aceptándolo como un gobierno legítimo. Como un auténtico socio en el diálogo.

Creo que Estados Unidos se ha distanciado de las políticas que en el pasado siempre trataron de forzar un cambio de régimen. Ahora apuesta por políticas que realmente buscan un acercamiento y una coexistencia entre ambas naciones.

Creo realmente que estamos ante un cambio de actitud.

No obstante, también habría que decir que aún nos encontramos en una fase muy temprana y que llevará algún tiempo resolver los muchos problemas que siguen ahí entorpeciendo las relaciones entre los dos países.

Por ejemplo, este principio de acuerdo no afecta al embargo. Toca sólo algunos aspectos. Pero el embargo en su integridad sigue ahí.

Hablando del embargo, ¿usted cree que el presidente contará con el respaldo del Congreso bajo control republicano para ponerle fin o tendrá que echar mano de órdenes ejecutivas?

No creo que el Congreso vaya a declarar el fin del embargo en el corto plazo. Tenemos una mayoría republicana en las dos cámaras y, además, no han cesado los ataques contra el presidente por la conducción de su política exterior.

Así es que no creo que vayamos a ver a un Congreso cooperando con los planes del presidente en La Habana, especialmente votando a favor del fin del embargo. Mientras tanto, creo que el recurso de las órdenes ejecutivas, como las que ya ha adelantado para liberar varias actividades comerciales, serán un primer recurso.

Pero lo que es evidente es que el presidente no podrá levantar la totalidad del embargo por sí mismo.



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