Ciudad del Vaticano.— “¡La corrupción apesta, la sociedad corrupta apesta y un cristiano que hace entrar dentro de sí la corrupción, también apesta!”. Con este mensaje, pronunciado ante miles de personas en Scampia, uno de los barrios napolitanos donde la Camorra —la mafia local— impone su ley desde hace decenios, el papa Francisco denunció el principal mal que trae consigo el crimen organizado.

El Pontífice realizó una visita de un día a Nápoles, que comenzó en un santuario de la Pompeya moderna. Luego se dirigió a Scampia, donde subrayó la importancia de luchar contra las injusticias y la corrupción que, dijo, “es una tentación que existe en todo el mundo”.

En razón de ello, Francisco invitó a todos los miembros de la comunidad de Scampia a “continuar con la limpieza de su alma, de la ciudad, de la sociedad, para así eliminar la pestilencia que emana de la corrupción”, no sin antes recordarles la historia compleja, dramática, pero no totalmente negativa, que viven todos ellos y su ciudad, una de las más penetradas por el crimen organizado.

“Pertenecen a un pueblo con una larga historia, atravesada por vicisitudes complejas y dramáticas. La vida en Nápoles nunca ha sido fácil, pero tampoco triste. La alegría, la felicidad es el gran recurso de ustedes”, puntualizó el Papa en el discurso pronunciado en la plaza Juan Pablo II. Francisco se refirió también al desempleo, que en Italia supera 40%. “Cuando uno no se gana la vida, pierde la dignidad... Es la tragedia de nuestro tiempo, no podemos quedarnos callados”.

Tras la misa, Francisco visitó la prisión Poggioreale, donde comió con unos 120 reclusos, entre ellos algunos homosexuales, transgénero e infectados con el VIH, a quienes dijo: “¡Nada podrá jamás separarnos del amor de Dios! Ni siquiera las rejas de una cárcel”. Con información de DPA