El dilema francés
Video. Se movilizan previo a la gran manifestación convocada por el presidente de Francia, Francois Hollande, para el día domingo 11 de enero
MOVILIZACIONES. Miles de personas participaron ayer en una manifestación de solidaridad con las víctimas de los ataques terroristas ocurridos el miércoles y viernes en París. La imagen fue tomada en Marsella. (Foto: CLAUDE PARÍS / AP )
París.— Francia busca respuestas a los tres días de terror que vivió esta semana. Veinte muertos después, las consecuencias políticas y sociales pueden marcar el futuro del país.
Con la nación en máxima alerta, unos 700 mil franceses marcharon ayer en diversas ciudades, como Marsella, Burdeos, Lille, Rennes y Nantes, para mostrar su solidaridad con las víctimas del ataque a la revista satírica Charlie Hebdo, ocurrido el miércoles pasado, y a un mercado judío de esta capital, el viernes.
Cientos de personas con bolígrafos en mano en apoyo a la libertad de expresión se reunieron también ayer en Nueva York, en otro acto de solidaridad con los cartonistas franceses asesinados.
Hoy desfilarán en París, por tres avenidas entre la Place de la Republique y la Place de la Nation, las principales fuerzas políticas y sindicales, excepto la ultraderecha del Frente Nacional, que se ha desmarcado de la iniciativa porque cree que los demás partidos usarán la movilización contra ellos.
A la marcha asistirán el presidente francés François Hollande, la canciller alemana, Angela Merkel, el primer ministro británico, David Cameron y el presidente español, Mariano Rajoy. También asistirán el líder palestino Mahmoud Abbas y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, representantes de dos naciones enfrentadas.
Todo el arco político francés, desde los socialistas en el poder hasta la conservadora UMP que dirige el ex presidente Nicolas Sarkozy, pasando por los pequeños partidos liberales y de ultraizquierda, han hecho causa común: apoyo a la policía, consuelo a las víctimas y unión nacional en un momento de extremo dolor.
Todos han pedido que se vigile cualquier aumento de los sentimientos xenófobos o islamófobos.
El Frente Nacional está fuera de ese discurso: mezcla a los terroristas con toda la comunidad musulmana francesa (que suma unos 5 millones de personas) y ya pidió la reinstauración de la pena de muerte. Pero no es un partido minoritario. En las más recientes elecciones europeas, en mayo pasado, fue la primera fuerza política en Francia.
El imaginario francés suele multiplicar el peso de la población musulmana. Esos 5 millones de personas equivalen al 8% de la población francesa, pero un estudio de Pew Research publicado en el semanario británico The Economist asegura que los franceses creen que 31% de la población francesa es musulmana.
La noche del miércoles, 21.5 millones de franceses vieron a su presidente pedir unidad: “Unámonos frente a esta prueba”, les dijo Hollande. Sarkozy le apoyó: “Llamo a los franceses a rechazar toda tentación a la amalgama y a presentar un frente unido frente al terrorismo, la barbarie y los asesinos”.
Esa referencia a la amalgama es lo que molesta a la ultraderecha, que creció en los últimos años atizando el temor a la inmigración, que en Francia es casi absolutamente de origen árabe. ¿Podrán estos atentados hacer crecer la fibra xenófoba de la sociedad francesa? Aunque eso sería lo esperado, algunos analistas lo dudan.
Política incluyente
Andrew Hammond, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, experto en islamismo y autor de La utopía islámica, cree que el presidente Hollande “ha hecho bien usando una retórica inclusiva en respuesta a los ataques, que parecen diseñados para mostrar la división de los musulmanes europeos con la población no musulmana”.
“El sentimiento antiislámico y antiextranjeros ya es problemático, pero sospecho que los partidos ultraderechistas y xenófobos están llegando a sus límites de popularidad por toda Europa”. Hammond ve un peligro más sutil: “Que partidos tradicionales como los conservadores británicos —o la UMP conservadora en Francia — empiecen a incluir las políticas o lenguajes de los partidos radicales”.
Para Francia —y en eso concuerdan sus principales medios de comunicación, que estos días, salvo rarísimas excepciones, han hecho también llamamientos a la calma y la tolerancia—, estos atentados equivalen a su “11 de septiembre”. Pero los asesinos son franceses, nacidos en Francia y criados en sus escuelas, a diferencia de los terroristas de Al-Qaeda que golpearon a Estados Unidos en septiembre de 2001.
El ataque contra Charlie Hebdo y los tres días de cacería de los atacantes que le siguieron son una prueba para medir la capacidad de integración y el “modelo republicano” de la sociedad francesa. Francia lleva años afligiéndose. Los franceses son de los europeos más pesimistas aunque viven mejor que sus vecinos en España, Italia, Portugal y no digamos ya Grecia. Sus medios de comunicación y gran parte de su clase política hablan desde hace más de una década de una sociedad decadente, que debate, sin dar salida, a la cuestión del lugar del islam en una sociedad laica, de la difícil integración de las segunda y tercera generación de inmigrantes magrebíes —de ahí salen los terroristas—, que buscan en la violencia yihadista la sensación de pertenencia que no hallan en su entorno.
Mientras, desde hace 15 años, el Frente Nacional va subiendo, arrebatando voto conservador clásico a la UMP y, sobre todo, el viejo voto obrero y socialista del extrarradio de las grandes ciudades, que abandonaba a los partidos progresistas para irse con los radicales.
Estos atentados ponen a Francia ante un cruce de caminos, pero la sangre está muy fresca para saber cuál elegirá: ¿El de la unión, el duelo y la justicia con tolerancia? ¿O el de la xenofobia, la bronca política y la venganza?
El duelo entre la Francia de las luces de la razón (la Ilustración) y los profetas de la decadencia y la discordia tendrá, con los años, un respuesta. François Godement, profesor en Science Po París, considera que “estos acontecimientos van a generar un clima de unidad nacional del que la extrema derecha no sacará provecho. Es verdad que la hostilidad contra la inmigración va a aumentar, pero los terroristas son franceses nacidos en Francia”.
Lo que parece fuera de toda duda es la defensa de la libertad de expresión más radical. El sentimiento es unánime y es imposible encontrar voces autorizadas que pidan limitaciones. Ayer, un conocido presentador de televisión apareció en su programa con una barba al estilo de Mahoma y un bigote como el de Hitler. Con información de Agencias
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