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Venezuela, marcada por la violencia

José Vales / Corresponsal en Sudamérica| El Universal
04:15Domingo 12 de enero de 2014

Video. El asesinato de la ex Miss Venezuela 2004 incitó a realizar levantamientos

Manifestantes tomaron las calles el 8 de enero, tras darse a conocer el asesinato de la actriz Mnic

ENOJO. Manifestantes tomaron las calles el 8 de enero, tras darse a conocer el asesinato de la actriz Mónica Spear. (Foto: JORGE SILVA REUTERS )

El asesinato de la modelo Mónica Spear ha llevado a la discusión uno de los grandes problemas en Venezuela, que aún cuando no es el país más violento de América Latina, sí es donde más ha crecido la tasa de asesinatos

En Venezuela no hay espacios para milagros, pero sí para la muerte. No obstante, el asesinato de la actriz y modelo Mónica Spear y su ex esposo parece haber provocado “varios fenómenos” casi milagrosos: que el gobierno y la oposición se sienten a discutir uno de los graves problemas que azota al país y que el chavismo se tome en serio, por primera vez en tres lustros, el tema de la violencia.

Venezuela no es el país más violento de América Latina, pero sí en donde más ha crecido en los últimos diez años la cantidad de muertos a manos de delincuentes.

La cantidad de políticas anunciadas por el gobierno desde los tiempos de Hugo Chávez para combatir la delincuencia pueblan los archivos oficiales, y con cada uno de ellos se fue contabilizando un fracaso tras otro y una muerte más gracias a las balas asesinas cada día.

Según el Observatorio Venezolano contra la Violencia (OVV), la única institución que se dedica a contabilizar los casos y a estudiar el fenómeno, en 2013 sumaron 24 mil 763 muertes violentas, muy por encima de las 39 muertes por cada 100 mil habitantes de las que venían hablando el hoy presidente Nicolás Maduro y su gabinete desde la última campaña electoral.

Si se tiene en cuenta que en 1999, cuando el chavismo irrumpió en la vida política del país, se inscribían oficialmente cinco mil muertes al año —lo que por entonces ya constituía un problema serio—, tenemos que la criminalidad se disparó en la era del chavismo y los analistas lo atribuyen a distintas causas:

“El país venía arrastrando un contexto de pobreza desde los años 90, y la pobreza es la principal fuente de violencia aquí y en el resto de América Latina. Pero si tomamos en cuenta que en los últimos años la existencia de armas en la calle, la corrupción policial y el discurso de la violencia no pararon de crecer, tenemos el resultado en el caso Spear”, asegura el sociólogo Juan Carlos García, de la Universidad Central.

Fue el violento crimen de la ex Miss Universo y su ex esposo, Thomas Berry, el pasado lunes, lo que parece haber despertado a los actores sociales, a los políticos y principalmente a Maduro, quien admitió la responsabilidad del Estado y de su gestión y propuso una política integral para combatir el delito, en conjunto con la oposición.

Para Roberto Briceño, representante del OVV, el incremento de la violencia se debe en parte a “la existencia de una cultura de la violencia desde el Estado y a la destrucción institucional”. Para este sociólogo, un experto en programas de antiviolencia, mientras que en 1998, de 100 casos de homicidios registrados se produjeron 118 detenciones, en 2013, de 100 casos sólo se dieron nueve detenciones. “Eso habla de una situación de dejadez en materia de Justicia”, acota.

Ya en el 2004 las alarmas comenzaban a encenderse en materia de violencia en Venezuela. Todavía estaba lejos de ser considerado uno de los cinco países más violentos del mundo, junto a Honduras, El Salvador, Costa de Marfil y Jamaica (aunque otros informes ponen por delante a México y su problema del narcotráfico y a Brasil), como lo es ahora para algunas organizaciones de Derechos Humanos. Por entonces, en el popular barrio de Petare se producían 23 muertes violentas en promedio cada fin de semana, según las autoridades de entonces en el municipio y la tasa era de 21 por cada 100 mil habitantes.

Con cada año y con cada plan de seguridad el número fue creciendo y mostrando “el fracaso de las políticas del gobierno para acabar con el delito”, explica el politólogo José Vicente Carrasquero, mientras que Martín Alvarado, presidente de la ONG de derechos Humanos Provea, pone el acento en “la impunidad como una de las causas para llegar a este triste momento”.

Si no hubo impunidad, precisamente, ha sido en el caso Spear. Para la noche del miércoles, el Ministerio de Justicia ya había anunciado la detención de siete personas, presuntos partícipes en el crimen de la pareja que conmocionó al país. Otros cuatro restan por ser localizados.

Por eso, la muerte de la modelo parece haber provocado varios sucesos casi milagrosos al mismo tiempo: un gobierno que admite su responsabilidad, que convoca a la oposición y propone una política conjunta; dos rivales, el presidente Maduro y el líder opositor Henrique Capriles, que se estrechan la mano por primera vez, y la rápida y efectiva acción policial para que el caso no aumente las estadísticas de la impunidad en un país donde la vida y la muerte se debaten cada vez con más frecuencia y facilidad.

No obstante, en Venezuela todos son conscientes de que no hay “milagros” verdaderos, de que nadie le devolverá la vida a Spear y a los cientos de miles de asesinados en las últimas décadas y de que las condiciones que generan la espiral de violencia en el país no desaparecerán, como asegura García, “ni con una o con cien reuniones de Maduro con la oposición”. Y es que hasta aquí, el crimen se parece mucho a un monstruo que llegó para quedarse.



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