Un niño, al que le pusieron precio de un millón de pesos, hacía parte del grupo de menores de edad que los proxenetas ofrecían en la fiesta que organizaron el sábado para pedófilos en una zona turística de las islas del Rosario, cerca de Cartagena.

Ese mismo día, pero en Medellín, otra organización de proxenetas también promocionaba la venta de una niña, de 14 años, por 2 mil 500 dólares (unos 5 millones de pesos colombianos).

Los ‘compradores' iban a ser turistas extranjeros, que en realidad eran agentes encubiertos de la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE) de Estados Unidos, quienes apoyaron el operativo encabezado por cinco fiscales especiales, investigadores del CTI, personal del Gaula del Ejército e integrantes de la ONG Operation Under Ground, para lograr la captura de 9 personas, integrantes de estas dos bandas de proxenetas.

Entre los cinco detenidos en islas del Rosario se encuentra Kelly Johana Suárez Moya, de 20 años, quien el año pasado fue candidata en el reinado popular de Cartagena. Ella, según la investigación, reclutaba niños y niñas en barrios populares de la capital de Bolívar, a quienes convencía para que asistieran a fiestas con turistas extranjeros.

Simultáneamente, en Armenia (Quindío) fue desmantelada otra organización de proxenetas, que tiene nexos con redes que mueven a menores de edad desde el Eje Cafetero a ciudades de la Costa Atlántica.

Un extranjero, la pista

La investigación comenzó en agosto pasado, cuando agentes de ICE empezaron a seguir los movimientos de un estadounidense que constantemente viajaba desde Miami hacia Medellín, donde mantenía contacto permanente con un conductor de taxi -detenido en los operativos-, quien le servía de enlace para llegar a niñas de 14 y 15 años a quienes les hacía grabaciones sexuales explícitas.

En un trabajo coordinado con la Fiscalía colombiana, los investigadores establecieron que a gran parte de los menores de edad víctimas de esta red de proxenetas los mantenían drogados con 2bc (tu.bi.ci), una droga sintética similar al éxtasis.

Las pesquisas llevaron a los investigadores a identificar grupos de proxenetas en otras ciudades del país, como Cartagena y Armenia, e incluso a descubrir el caso del religioso Japson Giraldo, quien, como lo informó este diario, le hacía propuestas de tipo sexual a un niño de 14 años de su comunidad, en Soacha, a través de la red social Facebook.

Tras la captura de Giraldo, el domingo 5 de octubre, las autoridades alistaron la gran ofensiva lanzada el puente festivo y dieron el golpe a las tres redes de proxenetas que tenían ubicadas.

"Hubo un hallazgo de 60 adolescentes y jóvenes, entre ellos 25 menores de edad -19 niñas y 6 niños-, que fueron encontrados en un sitio donde se realizaba una fiesta, allí fueron capturadas cinco personas, que son investigadas por explotación sexual con menores de edad", dijo Vicente Guzmán Herrera, director de la Fiscalía en Bolívar, tras el operativo en islas del Rosario.

"Gracias por sacarme de aquí. Me trajeron obligado", les dijo a los investigadores el niño, al que ofrecían en venta por un millón de pesos.

En las pesquisas contra los proxenetas en Medellín, las autoridades hallaron 43 jovencitas a bordo de un bus, 23 de ellas menores de edad.

En total, son 48 adolescentes rescatados que ahora reciben atención del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

Otras redes, en la mira

Controles a taxistas y a los hoteleros

Fuentes de inteligencia le señalaron a EL TIEMPO que desde enero se incrementaron los operativos en Cartagena contra las redes de turismo sexual y que han establecido que no se trata de una sola organización, sino de varias redes que no tienen comunicación entre sí.

También establecieron que hay dos organizaciones que se mueven desde el Eje Cafetero y que manejan el turismo sexual en ciudades como Pereira, Medellín y Cartagena, y que ya estarían comenzando a operar en Barranquilla. En Cartagena, los seguimientos se han hecho a través del gremio de los taxistas.

Fuentes de la Fiscalía aseguran que durante fin de año el turismo sexual se incrementa en el Caribe, por lo que se vigilan con lupa a los hoteles para que cumplan con los controles.