Pakistán: choques entre policía y opositores
Pakistán vivió hoy nuevos enfrentamientos entre la Policía y los opositores, que protagonizaron en Islamabad una marcha a la residencia oficial del primer ministro, Nawaz Sharif, en la que hubo entre 10 y 15 heridos, informaron medios locales.
Según el diario The Express Tribune, los manifestantes lograron derribar la valla que protege el Secretariado de Pakistán, vivienda y oficina del mandatario paquistaní, a pesar de que la Policía usó material antidisturbios.
Los nuevos choques se producen un día después de que el Ejército paquistaní pidiera al Gobierno y a la oposición que solucionen la crisis política sin recurrir a la violencia, tras los tres muertos y más de 500 heridos durante los incidentes del fin de semana.
El jefe del Ejército paquistaní, general Rahil Sharif, mantuvo un encuentro con altos cargos militares tras los enfrentamientos, en el que declararon su apoyo a la democracia y expresaron su preocupación por la situación en un comunicado.
A pesar de ello, en la nota de prensa advirtieron que el Ejército está "comprometido a jugar su papel a la hora de garantizar la seguridad del Estado".
La violencia estalló el sábado por la noche cuando los manifestantes trataron de llegar a la residencia del primer ministro de Pakistán, a quien exigen que dimita y quien urgió a los opositores a negociar.
Liderados por Imran Khan, al frente del Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI), y el clérigo Tahirul Qadri, miles de personas han acampado en Islamabad las dos últimas semanas para pedir la dimisión de Sharif por corrupción y fraude electoral.
Tras los choques del sábado noche, Khan reafirmó su postura y aseguró que no pondrá fin a las protestas.
"Estoy preparado para morir aquí", dijo a sus seguidores, de acuerdo con la prensa local.
Khan y Qadri pretenden aprovechar el descontento de la población por la crisis energética, el aumento de los ataques insurgentes y la mala situación de la economía para forzar la dimisión del primer ministro, que obtuvo la mayoría absoluta en los comicios de 2013.
Sharif, quien fue depuesto en un golpe de Estado de los militares en 1999, ha mantenido una difícil relación con los uniformados desde su elección por su intento de acercamiento a la India y el juicio por traición al exdictador militar Pervez Musharraf.
La ofensiva en Waziristán del Norte contra los insurgentes que comenzó en junio y que Sharif retrasó en favor del diálogo también ha sido una fuente de tensión.
Analistas y observadores consideran que, aunque Sharif supere la crisis, quedará debilitado el resto de su mandato y que el Ejército tomará el control de la seguridad y la política exterior.
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