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Nigeria: El terror de las niñas secuestradas

Verónica Rosas González| El Universal
04:35Domingo 11 de mayo de 2014

Video. Bajo el hashtag #BringBackOurGirls, miles se han unido en la lucha por conseguir que las más de 200 niñas que han sido secuestradas por el grupo islámico Boko Haram en Nigeria vuelvan a sus casas

Mujeres llevan pancartas en una manifestacin en Lagos para demandar la liberacin de las jovencitas

RECLAMO. Mujeres llevan pancartas en una manifestación en Lagos para demandar la liberación de las jovencitas secuestradas por los extremistas islámicos. (Foto: AKINTUNDE AKINLEYE / REUTERS )

El grupo radical islámico Boko Haram, mantiene desaparecidas a 200 escolares

veronica.rosas@eluniversal.com.mx 

 

TERROR ISLAMISTA Mapa

“No se preocupen, nada va a pasarles”. Hombres armados vestidos de militares ingresaron a una escuela secundaria para niñas en Chibok, en la conflictiva región de Borno. Les dijeron que las pondrían a salvo y las subieron en camiones; más de 200 menores fueron sacadas del internado. Al principio, las niñas pensaron que las estaban llevando a un lugar seguro, pero cuando vieron su colegio en llamas y a los hombres disparar al aire y gritar consignas, se dieron cuenta de que no eran militares, sino islamistas armados quienes ahora las tenían en sus manos.

Deborah Sanya, una jovencita de 18 años, contó a la revista The New Yorker cómo logró escapar de sus captores al día siguiente del secuestro, corriendo sin parar hasta llegar a una aldea donde pudo comunicarse con sus padres. Se libró de los secuestradores, pero el horror aún la persigue: se pasa los días rezando y ayunando por sus compañeras de colegio, amigas y familiares, que no tuvieron la misma suerte que ella.

Su padre, Ishaya Sanya, también citado por la revista neoyorquina, dice que los padres de las secuestradas han caído enfermos, muchos “están enloqueciendo”.

El secuestro masivo tuvo lugar el 14 de abril. Desde entonces, los pobladores de Chibok, principalmente mujeres, han realizado protestas y manifestaciones para pedir la liberación de sus niñas.

Pero fue hasta el miércoles 7 de mayo cuando el gobierno de Abuja ofreció 300 mil dólares a cambio de información sobre el paradero de las menores; Estados Unidos, Francia, Reino Unido y China ofrecieron a su vez apoyo logístico para encontrar a las jovencitas plagiadas.

Tuvieron que pasar más de 15 días para que Abuja y la comunidad internacional tomaran cartas en el asunto. El secretario general de naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, ha criticado la tardía reacción del gobierno del presidente Goodluck Jonathan.

En las redes sociales circula la campaña Bring Back our Girls, a la que se han unido desde la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, hasta Malala Yousafzai —la joven paquistaní que sobrevivió un ataque talibán por alentar la educación de las niñas musulmanas— quien, además, advirtió en un video difundido el miércoles pasado por la BBC que “si nos quedamos callados, esto se extenderá”.

Sueños rotos

Las jovencitas secuestradas tienen entre 15 y 18 años. Asistían a la secundaria de Chibok porque querían estudiar y hacer algo por su comunidad. Ayuba Alamson, tío de dos de las secuestradas, de las que prefiere no decir su nombre, cuenta a la BBC que una de ellas es “alegre y amorosa… quería terminar la secundaria, estudiar medicina y especializarse en ginecología para ayudar a las mujeres en áreas rurales”. Su otra sobrina, agrega, “quería trabajar en medios, escribir en periódicos, presentar un programa de radio y también ser escritora”.

De acuerdo con el relato de Sanya a The New Yorker, ella logró escapar con dos amigas y durante el secuestro vio como varias jóvenes saltaban de los vehículos en marcha. Las autoridades nigerianas indicaron que en ese momento lograron salvarse unas 30 estudiantes; días después, otras 14 consiguieron huir.

El destino de las demás es un misterio. En los días que siguieron al secuestro, mientras los familiares de las plagiadas se armaron con palos y flechas para ir en su busca, surgieron versiones de que las jóvenes habían sido sacadas del país y forzadas a casarse, luego de ser vendidas a cambio del equivalente a unos 12 dólares.

El diario nigeriano The Trent informó el pasado 4 de mayo que una joven que había sido secuestrada antes por el grupo islamista y que escapó, contó que las menores plagiadas del colegio de Chibok son violadas 15 veces al día y amenazadas si se quejan con cortarles la garganta. Hasta entonces, no había la certeza de que Boko Haram (que significa: La educación occidental es pecado) estuviera tras los ataques. Pero el 5 de mayo, el líder del grupo, Abubakar Shekau, admitió el secuestro a través de un video obtenido por la agencia AFP.

“Yo he secuestrado a sus niñas. Hay un mercado para venderlas como esclavas. Alá me dice que debo venderlas. Él me ordena venderlas. Venderé a las mujeres”.

El diario local The Punch señaló que de acuerdo con Abubakar el número de niñas plagiadas fue de 276; 53 escaparon y 223 aún están secuestradas. El 5 de mayo, la agencia informativa Associated Press reportó que dos de las jóvenes habían muerto y 20 se encontraban enfermas. Otras ocho menores fueron secuestradas la semana pasada.

Rastro de sangre

Este secuestro masivo de jovencitas que tiene conmocionado a todo el mundo no es sino una de las más recientes tragedias que ha vivido la población nigeriana a manos de los islamistas del grupo Boko Haram en el noreste del país, que atenta contra todo lo que considere contrario a sus ideas islamistas, lo mismo cristianos que niños y jóvenes que asisten a escuelas donde reciben la “pecaminosa” educación occidental.

De vez en vez, cuando el número de muertos o el suceso es francamente escandaloso, los medios vuelcan su atención a Nigeria.

Como ocurrió el pasado 24 de febrero, cuando militantes de Boko Haram entraron por la noche a un internado de varones en Yobe y mataron al menos a 59 jovencitos, que perecieron o por las balas de los extremistas o en el incendio que éstos provocaron y del cual no pudieron escapar.

Entonces, el presidente Jonathan describió el ataque como un “crimen sin sentido (...) perpetrado por terroristas y fanáticos dementes que claramente han perdido la percepción de moral y descendieron a la bestialidad”.

Boko Haram surgió en 2002 en Maiduguri, capital del estado de Borno, bajo el liderazgo de Mohammed Yusuf (asesinado por militares en 2009), con el objetivo de ir contra el gobierno secular y reemplazarlo por uno islámico. Fue tras la muerte de su fundador que el grupo se volvió más radical y comenzó a perpetrar atentados. Saltó a la fama internacional el 26 de agosto de 2011, cuando un suicida hizo explotar un auto en los cuarteles de la ONU en Abuja, la capital de Nigeria, matando a 23 personas y dejando 81 heridos.

John Campbell, ex embajador de Estados Unidos en Nigeria, alertaba desde 2011, en las páginas de la revista Foreign Affairs, de la creciente sofisticación de Boko Haram. La meta de los miembros del grupo, señaló Campbell, “va desde la liberación de sus simpatizantes encarcelados y el reforzamiento de la sharia en zonas donde ya está formalmente en marcha, al establecimiento del reino de dios en la tierra y la destrucción del Estado secular, a fin de reemplazarlo con uno islámico”.

Al grupo se le atribuyen miles de muertes; al menos más de tres mil desde 2009 hasta 2013. De acuerdo con Radio Francia Internacional, en lo que va de este año, Boko Haram ha asesinado a mil 500 personas. La zona más afectada por el grupo es el empobrecido noreste de Nigeria, principalmente Borno, Adamawa, Kaduna, Bauche, Yobe y Kano.

El hombre al mando de estos terroristas es el teólogo Abubaka Shekaur, por quien Estados Unidos ofreció el año pasado nada menos que siete millones de dólares. De Abubaka se sabe poco; parece tener unos 40 años y siempre está rodeado de hombres armados, según los videos que ha difundido en internet.

Ante el embate de los terroristas, el gobierno de Jonathan Goodluck declaró estado de emergencia en Borno, Yobe y Adamawa en mayo de 2013 y en seguida anunció el despliegue masivo de tropas “para librar el territorio nacional de bases y actividades terroristas”, según el comunicado difundido entonces por el ejército.

Pero los esfuerzos del gobierno han sido insuficientes ante un grupo cada vez más violento; los ataques siguen y la población está cada vez más cansada y enojada con el gobierno. Desde finales de abril, las manifestaciones son frecuentes demandando acción del gobierno.

Nigeria está en manos de los extremistas de Boko Haram y el gobierno parece incapaz de evitarlo. Mientras tanto, en Chibok reina la tristeza y decenas de padres rezan todos los días para que sus hijas regresen a salvo.



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