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Marina Silva, nueva opción política

José Vales / Corresponsal en Sudamérica| El Universal
00:10Domingo 14 de septiembre de 2014
Nacida en la pobreza ms absoluta de la selva amaznica, el 1 de enero de 1958, fue recolectora de c

PERFIL. Nacida en la pobreza más absoluta de la selva amazónica, el 1 de enero de 1958, fue recolectora de caucho y sirvienta doméstica. A los 21 años ingresó a la Universidad de Acre, donde estudió Historia. (Foto: ILUSTRACIÓN: LETICIA BARRADAS )

La candidata del Partido Socialista Brasileño ha superado muchos obstáculos en su vida: ahora encara un reto mayúsculo, el de vencer a su antigua compañera de gabinete, Dilma Rousseff, para gobernar el país

 

Ni su andar pausado, ni su forma de adoptar decisiones o el silencio con el que suele ser recibida cuando entra a una reunión, hacen sospechar que el vértigo es una constante en la vida de Marina Silva, quien el próximo 5 de octubre se enfrenta en las elecciones presidenciales de Brasil a la actual mandataria, Dilma Rousseff.

Hasta los 14 años, Marina desconocía las cuatro operaciones matemáticas, porque el trabajo de siringueira (recolectora de caucho), en la Amazonia, junto a sus padres y hermanos, no dejaba tiempo para escuelas, pasatiempos... a veces ni para vivir. Como tres de sus 10 hermanos, Marina peleó con la muerte en diferentes ocasiones.

Fue una hepatitis aguda la que le terminaría abriendo las puertas al mundo. Su madre, María Augusta, cansada de ver morir sin remedio a sus hijos, viajó hasta Río Branco, la capital de Acre, para pedir ayuda a las Siervas de María, una congregación de religiosas, que recibieron a la joven para curarla y, de paso, alfabetizarla.

Desde entonces, Marina desempeñó los más variados trabajos. Empleada doméstica, vendedora... hasta que otra enfermedad, años después, le enseñó de nuevo el rostro de la muerte: el consumo de agua contaminada con metales, la dejó convaleciente por meses y le dejó secuelas en las articulaciones.

Recién a los 21 años, Silva logró ingresar a la Universidad Federal de Acre, donde se graduó como licenciada en Historia, que la habilitó para dictar clases en el nivel secundario. Aquel fue su primer gran sueño concretado, pero no el último.

Nació el 1 de enero de 1958, en Breu Velho, una comunidad mayoritariamente Xambo, a 150 kilómetros de Río Branco, en medio de la pobreza más absoluta de la selva amazónica y antes de los 25 años, ya era una dirigente social. Fue en la universidad, en donde había trabado relación con los dirigentes campesinos y con las comunidades eclesiales de base, cuando comenzó a despertar políticamente.

Como muchos jóvenes que luego confluyeron en la Central Única de Trabajadores (CUT) y en el Partido de los Trabajadores (PT), ambos fundados por Luiz Inacio 'Lula' Da Silva junto a un grupo de partidos y agrupaciones de izquierda, Marina no tuvo conflicto en compatibilizar su fe en Dios con su fe marxista.

De hecho, en 1984 fundó la CUT junto a un grupo de referentes campesinos entre los que se encontraba el ambientalista Chico Mendes.

Ella ya estaba casada con Raimundo Souza, el padre de dos de sus cuatro hijos y militaba en el Partido Comunista Revolucionario (PCR), una organización por entonces clandestina que terminaría sumándose al PT.

 

Su relación con Chico Mendes

La relación política con Mendes marcaría la vida de Marina para siempre. Corrían los últimos años de la dictadura, en 1988, cuando ella fue elegida concejal por Río Branco -después de intentar dos años un cargo por una diputación del Estado- y poco más de dos meses después, Mendes fue asesinado en la puerta de su casa. Un crimen que impactó a todo el país y ayudó a volver visible la lucha de los recolectores de caucho, para salir del estado de semiesclavismo al que estaban sometidos, y que evidenció a la vez la destrucción del medio ambiente.

LA CUT del estado de Ceara estaba obligada a distinguirse de la del resto del país. Buscaba armonizar la protección de la selva y la inclusión social de los trabajadores campesinos de forma paralela. En ese trabajo fue que se destacaron Mendes y Marina. Tanto allí como desde su banca de concejal, ella se distinguió por ser una permanente denunciante de actos corruptos en las esferas del Estado, lo que ya le valió la reputación de incorruptible que mantiene hasta ahora.

En 1990, con un PT consolidado y ella transformada en una de las dirigentes más reputadas del partido, junto a Lula o al senador Eduardo Suplicy, fue electa como diputada federal. Ese año llegaría a Brasilia y desde entonces no abandonaría más la capital, ya que años después pasó a ocupar el Senado, desde donde impulsó cuanto proyecto de preservación de la selva amazónica tuvo a su alcance.

En 2002, con el triunfo de 'Lula', fue designada ministra de Medio Ambiente. Su relación con el líder petista siempre fue fluida y cercana. Los unía la afinidad ideológica, pero también historias de vida casi gemelas. Pero esa relación comenzó a agrietarse lentamente durante los primeros cinco años del gobierno petista. Desde la cartera ella luchaba contra la deforestación y los cultivos transgénicos, pero el presidente y su equipo económico apostaban por los agronegocios tradicionales como factor de crecimiento del PIB.

En 2008, el gobierno decidió incluir a la Amazonia en el Plan de Aceleración del Crecimiento y, cansada de enfrentarse con el resto de sus colegas en el gabinete, en especial con la entonces ministra Jefe de la Casa Civil, Dilma Rousseff, Marina dimitió de su cargo y rompió con 'Lula' y con el PT.

Meses después se afilió al Partido Verde, desde donde fue candidata a la presidencia en 2010, sorprendiendo a todos con su 19.8% de votos que la dejaron en tercer lugar y como árbitro de la contienda entre Dilma y el socialdemócrata José Serra. No tuvo dudas: en la segunda vuelta terminó apoyando a su eterna enemiga en el gobierno, quien alcanzó así la presidencia.

 

El pacto con Eduardo Campos

En los últimos cuatro años creó la Red de Sustentabilidad, un pequeño grupo político que no logró dar el salto al estadio de partido político, pero sí logró sellar un alianza con el Partido Socialista, del gobernador de Pernambuco Eduardo Campos.

Desde noviembre pasado, cuando Campos lanzó su candidatura a la presidenta, Marina se transformó en la candidata a vicepresidenta. La muerte del gobernador en un accidente aéreo, el pasado 13 de agosto, la volvió a habilitar como candidata presidencial. Una candidata sin partido y sin plan de gobierno, a prudente distancia de sus posiciones dogmáticas en materia de desarrollo y bien lejos de la izquierda radical donde hizo sus primeras armas políticas.

Empresarios como Joao Pablo Capobianco, banqueras como Marina Setubal, del Banco Itaú o políticos que pasaron por el PT o por el PSDB, como Bazileu Margarido o Walter Feldman, conforman su equipo de trabajo. Eso llamó la atención de los medios, cuando detectaron su crecimiento en las encuestas. Pero más que ascenso en los sondeos lo de Marina en esta etapa de la campaña fue un "huracán". Pasó rápidamente del 23% al 29% y en el último sondeo al 34%, empatada técnicamente con Dilma, con la que ahora no discutirá por el Amazonas sino por todo el país.

A medida que su candidatura se fortalece, esos mismos medios y el establishment comienzan a reclamarle definiciones en su programa de un eventual gobierno. Sus detractores la observan como contradictoria y también le piden que defina cuál será su postura por la conservación del medio ambiente cuando su compañero de fórmula, Beto Albuquerque, es un representante de los agronegocios, o con la política energética, donde se muestra contraria a la reproducción de las termoeléctricas o en su férreas posturas en cuanto al matrimonio igualitario y el aborto, donde su fe Pentecostal, la llevaron a definirse en contra.

En esta campaña se propone como la representante de la nueva política. Promete acabar con los pactos entre partidos y sobornos que terminaron en escándalos como el del mensalao (mensualidad). Así logró captar la atención no sólo de sus seguidores históricos -ex petistas y ambientalistas- sino también de una clase media que el año pasado salió a la calle en contra de todo lo que es hoy Brasil.

Dilma y 'Lula' ya reaccionaron contra esto. La presidenta dice que "aquel que dice que no va a gobernar con los partidos es un mesiánico" y el líder pide que "no le crean porque nadie hoy puede gobernar sin acuerdos". Pero 'Lula' fue más lejos en días pasados. En su condición de inmejorable conocedor de la realidad de su país, le dijo a un amigo: "Conozco más a Marina que a Dilma y te aseguro que no será presidenta. Siempre da un giro de más y termina no convirtiendo eso para lo que está preparada".

Habrá que tomar nota de la sentencia. Tal vez el infalible líder político, el hombre que marcó un antes y un después en los últimos 60 años de historia brasileña, volvió a acertar con Marina, o se ha equivocado garrafalmente.



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