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La amenaza del Estado Islámico: evolución terrorista

J. Jaime Hernández / Corresponsal| El Universal
00:10Washington | Domingo 21 de septiembre de 2014
Militantes del grupo yihadista Estado Islmico avanzan en tanques arrebatados al ejrcito sirio en l

PELIGRO. Militantes del grupo yihadista Estado Islámico avanzan en tanques arrebatados al ejército sirio en la localidad siria de Raqqa, en una imagen divulgada en junio. (Foto: AP / ARCHIVO )

Los ataques sistemáticos de Estados Unidos contra el grupo terrorista precipitaron un proceso de disgregación; una eclosión de sus distintas ramas que se diversificaron y extendieron como un tumor canceroso por África y Medio Oriente

 

WASHINGTON.- Durante varios meses, agentes encubiertos del FBI le siguieron la pista a Mufid A. Elfgeeh, un ciudadano estadounidense de origen yemení que operaba desde una tienda de conveniencia en la ciudad de Rochester, Nueva York, una fachada perfecta para recolectar fondos y reclutar a posibles aspirantes a sumarse a las filas del Estado Islámico (EI).

La actividad de Elfgeeh, quien mantenía una intensa actividad a través de internet, levantó las sospechas del FBI, que decidió tenderle una trampa a través de agentes encubiertos para conocer sus planes y acumular evidencias en su contra.

Tras un sigiloso proceso de investigación, en mayo pasado Elfgeeh era detenido y esta misma semana era acusado por una corte de Rochester, en Nueva York, por sus actividades terroristas y sus planes para atentar contra personal militar en Estados Unidos o contra personas de la minoría musulmana chiíta.

El caso de Elfgeeh, de 30 años y que trabajaba en una tienda de rebajas en Rochester, ha vuelto a poner en el radar de los servicios de inteligencia el creciente problema del terrorismo doméstico. Una pesadilla recurrente que ya suma más de 70 intentos de atentados terroristas a manos de yihadistas reconvertidos con pasaporte estadounidense.

"La lucha contra estos extremistas islámicos violentos ya no sólo tiene lugar en el extranjero sino también aquí en casa", aseguró esta misma semana el presidente del comité de seguridad interna en la Cámara de Representantes, Michael McCaul durante una audiencia celebrada para revisar la amenaza terrorista del EI en Estados Unidos.

Justo ayer, CNN informaba que los servicios de inteligencia de EU analizan si un estadounidense aparece en un video de propaganda del EI arengando a favor de la yihad y ejecutando a tiros a soldados sirios.

"Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 ha habido más de 70 complots terroristas de yihadistas violentos en Estados Unidos. Más de dos tercios de éstos se han descubierto o han tenido lugar sólo en los últimos cinco años", añadió McCaul al evocar el más reciente atentado terrorista durante el maratón de Boston en abril de 2013.

Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos se dio a la tarea de perseguir y destruir a la red de Al-Qaeda y en mayo de 2011, Obama anunció que el líder de la organización terrorista, Osama bin Laden, había sido abatido en Abbottabad, Paquistán. A su vez, los servicios de inteligencia se dieron a la tarea de identificar, localizar y eliminar a las células operativas de esa organización que operaban en Paquistán y Afganistán.

Pero el golpe contra Al-Qaeda no consiguió borrarla del mapa. Los ataques sistemáticos contra esta organización precipitaron un proceso de disgregación; una eclosión de sus distintas ramas que se diversificaron y extendieron como un tumor canceroso por África y Medio Oriente.

 

Un terreno fértil

"La progenie de Al-Qaeda, esta metástasis, se ha extendido en ese terreno fértil que le han ofrecido espacios sin gobierno en el norte de África, el golfo Pérsico, el Mediterráneo, o en regiones de países como Siria e Irak", aseguró el director del FBI, James Comey.

"Este fenómeno es muy preocupante porque, además, ha surgido una diáspora de terroristas que ha proliferado gracias a internet porque hoy en día ya no es necesario que alguien tenga una credencial de Al-Qaeda y reciba capacitación e inspiración para llevar a cabo un atentado terrorista en Estados Unidos.

"Hoy cualquiera puede hacerlo enfundado en su pijama y desde su cuartel de operaciones en su sótano", añadió Comey. Sus declaraciones forman parte hoy de un largo inventario de referencias y advertencias sobre la amenaza del terrorismo doméstico que no ha llegado a través de la frontera con México, a pesar del denodado empeño de varios miembros del Partido Republicano por demostrarlo.

Como los gobernadores de Texas y Arizona, Rick Perry y Jan Brewer, quienes se han empeñado en la militarización de la frontera con México, en un intento por atajar la supuesta amenaza de terroristas de Hezbolá, de Al-Qaeda y ahora del EI interesados, según los funcionarios, en llegar a Estados Unidos desde su frontera sur.

En marzo de 2013, a sólo unos días de que se perpetrara el atentado en el maratón de Boston, el Director Nacional de Inteligencia, James Clapper, aseguró durante una audiencia en el Senado que "las amenazas terroristas se encuentran en una fase de transición caracterizada por un movimiento yihadista que se ha vuelto cada vez más descentralizado".

Pocos días después de este bosquejo ofrecido por Clapper, Tamerlán y Dzhokhar Tsarnaev, dos hermanos de origen checheno e inspirados por la causa yihadista, hicieron estallar dos bombas de fabricación casera en la recta final del maratón más legendario en Estados Unidos, con un saldo de 3 personas muertas y más de 260 heridas.

Pero antes que los hermanos Tsarnaev, las primeras muestras de esta diáspora terrorista en Estados Unidos habían llegado de la mano de personajes como Carlos Bledsoe, un ciudadano estadounidense que se convirtió al islam y se cambió de nombre.

Bledsoe, hijo de un próspero hombre de negocios del transporte en Memphis, Tennessee, tuvo una infancia y adolescencia normales. Hasta que decidió convertirse al Islam mientras realizaba estudios en la ciudad de Nashville. A los 22 años, en medio de un gradual proceso de radicalización religiosa, Bledsoe se trasladó a Yemen para trabajar como profesor de inglés y, al mismo tiempo, aprender árabe.

El 1 junio del 2009, con 24 años, Bledsoe reapareció en Estados Unidos reconvertido en un extremista islamista, para perpetrar un ataque contra una base de reclutamiento militar en la localidad de Little Rock, Arkansas. En su ataque, Bledsoe asesinó a un soldado y dejó herido de gravedad a otro.

 

Golpe dentro del ejército

Cinco meses después del atentado de Carlos Bledsoe en Rockville, Nidal Malik, un psiquiatra militar de 39 años y nacido en Estados Unidos, protagonizó -el 5 de noviembre de 2009-, el peor atentado dentro de una base militar en Fort Hood, Texas. El saldo fue de 13 militares ajusticiados a sangre fría.

Pocos meses después, Faisal Shahzad, un estadounidense de origen paquistaní y 34 años, fracasaba en sus planes de perpetrar un atentado terrorista en la plaza de Times Square, en el centro de Nueva York.

Tras su fallido ataque, el 1 de mayo del 2010, Faisal intentó huir hacia Paquistán. La rápida actuación de los servicios de inteligencia impidieron que su avión despegara del aeropuerto John F. Kennedy. El terrorista frustrado sería capturado 53 horas después de ver fracasar sus planes.

Su caso -al igual que ocurrió con los hermanos Tsarnaev-, dejó en evidencia la ambivalencia en la que muchos ciudadanos o naturalizados en Estados Unidos y con raíces islamistas deambulan hoy, traicionados a veces por un sentimiento de lealtad dividida donde el peso de conciencia por aquellos que han muerto en su país de origen o en el de sus ancestros, termina por arrastrarles por la pendiente del extremismo terrorista que alimentan organizaciones como Al-Qaeda o el EI.



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