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Análisis. Venezuela, deterioro previsible

José Vales • Corresponsal en Sudamérica| El Universal
Viernes 21 de febrero de 2014
<b>Anlisis.</b> Venezuela, deterioro previsible

PREGÓN. Una mujer camina cerca de un cartel del presidente Nicolás Maduro en una calle del centro de Caracas. (Foto: RODRIGO ABD AP )


Una crisis que se profundiza sin remedio, un gobierno que no atina a dar con las soluciones y una oposición que, además de tener cada vez menos espacio de maniobra ahora luce fracturada, con uno de sus líderes en el ocaso y el otro en la cárcel. En este contexto, sólo el camino de la protesta parece ser la lógica inmediata en Venezuela, un país donde la descomposición social y económica hace rato que no sorprende a nadie.

Desde hace días la calle es de los estudiantes y de la Guardia Nacional. La violencia por momentos amenaza con desbordarse y cualquier análisis o pronóstico corre el riesgo de caer en saco roto. Si en la vía pública de buena parte del país se instauró la bronca y la violencia, en las redes sociales Venezuela es algo más que un verdadero caos. Llamados a la desobediencia civil, a un paro cívico y pacífico, se mezclan con rumores de todo tipo y tenor.

Tampoco nadie entiende el porqué de la decisión de Leopoldo López. La de entregarse o pactar su entrega a las autoridades en un momento tan delicado como el actual. El politólogo Carlos Romero sostiene que “le ayudó a desplazar del liderazgo a (Henrique) Capriles”, y hasta muchos afirman que la mayoría de los presidentes venezolanos pasaron por la cárcel antes de serlo.

Romero recuerda que López no es el primer opositor en la era del chavismo en estar prisionero; Manuel Rosales, ex candidato presidencial en el 2006 y ex gobernador de Zulia, pasó ya por un trámite similar y hoy vive su exilio en Lima.

“Éste es el resultado del bajo nivel político que tenemos como sociedad. Hemos dejado avanzar el militarismo populista a estos extremos y ahora a los políticos no chavistas les cuesta conectar con los sectores populares. López lo había logrado y esto el gobierno lo sabe”, subraya el sociólogo Luis Pedro España, de la Universidad Católica Andrés Bello

Por eso el momento de desconcierto es absoluto. No sólo en las filas opositoras sino en todo el país. La carencia de insumos, la paupérrima economía, la falta de actividad comercial como motivo de las protestas, un gobierno que a la hora de brindar respuestas sólo tiene una cadena nacional, deja todo a merced de la anarquía.

“Nadie tiene poder en estos momentos sobre los jóvenes que están en la calles llevando adelante la protesta. La clave aquí pasa por establecer un puente de diálogo, porque de lo contrario se le termina haciendo el juego al gobierno que parece ir hacia la suspensión de las garantías”, opina el sociólogo Carlos Raúl Hernández.

En ese sentido, el presidente Nicolás Maduro ya esbozó en la noche del miércoles la posibilidad de aplicar el estado de excepción en Tachira, frontera con Colombia. ¿Ese podría ser el test para suspender las garantías? Se preguntan algunos, pero la calle y la protesta “están prendidas”, como se dice en Venezuela, y todos los caminos parecen sin salida.

Lo único que se vislumbra mínimamente en estas horas es el empeoramiento global de la situación y que la protesta gane a los sectores más populares, agobiados por lo extenso de la crisis. Hasta entonces, todo parece indicar que Venezuela se seguirá cociendo a fuego lento en suspropias contradicciones.



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