Río de Janeiro.— Tres días después de la reelección de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, el Banco Central anunció el aumento de la tasa oficial de interés para contener la inflación, un gesto que fue interpretado ayer como un guiño del gobierno para recuperar la debilitada confianza de los inversores y de que habrá un giro en la política económica adoptada en los últimos cuatro años, según coincidieron en evaluar analistas del mercado.

La decisión del emisor brasileño de elevar un cuarto de punto porcentual la tasa, hasta el 11.25%, sorprendió al mercado financiero, que reaccionó con ganancias, a diferencia de lo que suele ser habitual tras el aumento de los intereses.

“Parece que el gobierno está dispuesto a emprender reformas y eso es lo que está animando al mercado. La bolsa tendría que haber caído en la apertura y en cambio ha subido”, comentó el analista jefe de inversiones de la correduría SLW, Pedro Galdi.

La bolsa de Brasil cerró con ganancias el jueves y superó los 52 mil puntos tras la sorpresiva alza en las tasas de interés del Banco Central. Según el economista Luiz Carlos Mendonça de Barros, el alza de un cuarto de punto en la tasa Selic refleja la preocupación por la subida de la inflación y el virtual estancamiento de la economía del país, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) se expandirá este año entre 0.3% (según pronósticos del Fondo Monetario Internacional) y 0.9 %, de acuerdo a las previsiones del gobierno. Mendonça de Barros afirmó que el gobierno es consciente de que, de no haber una reactivación del crecimiento, ello se reflejará pronto en un aumento en la tasa de desempleo, que actualmente está en un mínimo histórico del 5%.

“Dilma (Rousseff) fue reelegida gracias al desempleo bajo. Pero, si el crecimiento (económico) no se reanuda, la desocupación va a aumentar. Es necesario buscar una política económica que estimule el sector privado a invertir”, apuntó.

A su vez, el economista jefe del banco español Santander en Brasil, Mauricio Molan, interpretó el aumento como una señal del deseo de Rousseff de generar un ambiente favorable en el mercado financiero y entre los empresarios, que son los sectores más críticos con la conducción de la política económica.

“Esta decisión hace aumentar la posibilidad de que haya señales de austeridad antes de lo esperado también para la política fiscal”, expresó Molan.

Persistirá la inseguridad

Pese al guiño de Rousseff, la “inseguridad” persistirá en el corro paulista hasta que el gobierno desvele cuál será el perfil del nuevo ministro de Hacienda, después de que el actual, Guido Mantega, anunciara que dejará el cargo antes de que finalice el año.

“A pesar de la señalización no tenemos el nombre del ministro de Hacienda, no tenemos un programa de gobierno. Hay mucha inseguridad”, comentó Galdi.

La consultora UBS, por su parte, celebró la decisión del organismo emisor y consideró que “podría ser el primer escalón del Banco Central para recuperar su credibilidad”, cuestionada en los últimos meses por el mercado.

A su vez, el comentarista político Kennedy Alencar opinó que la decisión fue “el primer paso” de un programa de ajuste económico “gradual” que pondrá en marcha Rousseff, quien conquistó en las urnas del domingo un nuevo mandato para gobernar Brasil hasta 2018. “El segundo paso será probablemente un conjunto de medidas para volver más rígida la política fiscal, o sea, el control de los gastos públicos. Esta política está con su credibilidad por el piso”, dijo Alencar.

En este marco, el gobierno brasileño incentivará la fabricación de automóviles híbridos y eléctricos y sostener con crecimiento económico la producción de vehículos en el país, anunció el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Mauro Borges, al inaugurar el 28º Salón del Automóvil de Sao Paulo. Agencias