aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Análisis. Un primer paso

Hernán F. Gómez Bruera| El Universal
Miércoles 16 de julio de 2014

La cumbre de los BRICS que inició ayer en Fortaleza será quizás la primera en la que el bloque creado por Brasil, Rusia, India y China en 2009 (y al que se sumó también Sudáfrica, en 2011) dé su primer paso importante y concreto para ampliar la voz y dar peso real a las llamadas potencias emergentes en el ámbito global.

Desde que en 2001 Jim O’Neil acuñó el término “BRIC”, en un informe de Goldman Sachs, mucho se ha hablado de la necesidad de reforzar los lazos de cooperación y la solidaridad entre éstas y otras potencias emergentes, dentro de las que algunos incluyen también a países como México, Indonesia, Turquía o Corea del Sur.

Aunque los BRICS no están creciendo hoy como lo hicieron en años previos, siguen siendo un importante motor de la economía internacional. Juntos suman el 43% de la población a nivel mundial, representan el 20% del PIB global y —no menos importante— el 35% de las reservas financieras. Para muestra, los países del G5 (EU, Japón, Gran Bretaña, Alemania y Francia) hoy sólo alcanzan un 20.8% de dichas reservas.

Ciertamente los BRICS tienen diferencias en el terreno comercial; hay entre ellos grandes asimetrías y les falta una visión política unificada. Algunos tienen gobiernos autoritarios, como China, o crecientemente autoritarios, como Rusia, mientras que otros poseen gobiernos democráticos y más interesados en la promoción de los derechos humanos, como India y Brasil.

En sus posiciones frente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sus intereses se contraponen: unos aspiran a mantener el status —China y Rusia, actuales miembros de pleno derecho—, cuando los otros —India, Brasil y Sudáfrica— buscan reformarlo y aspiran firmemente a ocupar allí un asiento permanente.

Con todo, a los BRICS los une una aspiración común de incrementar su poder e influencia en el terreno global, ser un contrapeso frente a los poderes tradicionales del Norte, disputar la hegemonía de Estados Unidos, promover el multilateralismo y, en mayor o menor medida, democratizar las instituciones internacionales.

Las cumbres anuales de los BRICS habían tenido resultados más declarativos que reales hasta que el año pasado, en Durban, se anunció formalmente la creación de un Banco de Desarrollo y, ahora, un Fondo de Contingencias.

En ambos casos, se trata de medidas de particular importancia porque suponen un desafío al predominio que por más de medio siglo han tenido el Banco Mundial y el FMI, instituciones que han sido incapaces de reformarse.

El Banco de Desarrollo, cuya sede aún no se define, inicia con un capital inicial de 50 mil millones de dólares, aportados en partes iguales, que servirán para financiar proyectos de infraestructura y desarrollo sustentable, primero dentro de los países BRICS y, en un segundo momento, en otras naciones en desarrollo.

La creación de este banco, como señala Oxfam, es una oportunidad para crear una institución internacional con una estructura de gobernanza democrática, capaz de promover una agenda alternativa de combate a la pobreza. El Fondo de Reservas, por su parte, iniciaría con un capital de 100 mil millones, donde China realizará el principal aporte.

Este fondo permitirá a los BRICS contar con mayor capacidad de liquidez ante eventuales dificultades de balanza de pagos y blindarse frente a una crisis.

Aunque estas instancias —el banco y el fondo— serán un complemento más que un sustituto de las instituciones financieras existentes, como prevé la UNCTAD, darán mayor autonomía a las potencias emergentes, mayor influencia y quizás también una capacidad de presión para rediseñar las instituciones emanadas de los acuerdos de Bretton Woods.

 

Internacionalista y profesor del CIDE



Ver más @Univ_Mundo
comentarios
0