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Sus razones e ideología

El Universal
Domingo 07 de septiembre de 2014

Los verdugos de los periodistas estadounidenses James Foley y Steven Sotloff dijeron que los sacrificaron porque el presidente de EU, Barack Obama, se negaba a suspender su “política arrogante” de bombardear posiciones del Estado Islámico (EI) en Irak y negaba a los musulmanes “su derecho a vivir en seguridad bajo el califato” que su grupo pretende instaurar. Implacables, los asesinos yihadistas ignoraron todo pedido de clemencia y compasión contemplados por el Corán, porque ellos se consideran los verdaderos guardianes de la fe. Los yihadistas se identifican apuntando con el dedo índice al cielo para proclamar que Dios es único (tawhid), según Nathaniel Zelinsky (Foreign Affairs, edición online).

Como un movimiento que aboga por el retorno de los musulmanes a los principios del islam, los fundamentalistas emergieron en los años 20 del siglo pasado, con los Hermanos Musulmanes en Egipto, pero fue hasta finales de los 70 y los 80 que el fundamentalismo comenzó a ganar fuerza política en Medio Oriente, según el libro The Islamic State of Irak and Syria, de Charles River Editors (julio de 2014).

Tres hechos explican el florecimiento fundamentalista: el boom petrolero (1973) y el ascenso de Arabia Saudita; la revolución islámica en Irán (1979) y la invasión soviética de Afganistán (1979-1989). La creciente convicción de que el Estado secular había fracasado y que los musulmanes enfrentaban una crisis política y declinación creó el ambiente político y social que llevó a los fundamentalistas a interpretar, bajo una nueva luz, su religión, sus países y su existencia.

Los tres factores evidenciaron el poder del islam para boicotear con el petróleo a Occidente por su apoyo a Israel; para establecer un régimen islámico en Irán y para expulsar a los soviéticos de Afganistán con una guerra santa (yihad). Esos ejemplos mostraron un camino al EI para luchar por un califato en Irak y Siria que halle en el islam la solución a los problemas económicos y sociales que ni el socialismo, ni el nacionalismo secular árabe, ni la democracia liberal impuestos desde el exterior pudieron resolver.

Por ello, el EI no sólo amenaza a Occidente, sino a países árabes e islámicos moderados. La idea del califato (de califa: sucesor del profeta Mahoma) es la de la restauración del esplendor islámico, a través de una yihad contra todos los que no comulgan con su visión sectaria y radical.



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