Siria, la guerra olvidada
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El pueblo sirio acude hoy a las urnas para elegir presidente, en medio de una guerra que se ha prolongado más de tres años y con un seguro ganador, el actual mandatario Bashar al-Assad, cuyo régimen está acusado de cometer crímenes contra la humanidad.
Todavía el 14 de mayo pasado, el presidente estadounidense Barack Obama repetía que Al-Assad "perdió toda legitimidad para dirigir Siria y no tiene un lugar en el futuro" del país, cuyos comicios calificó por adelantado de "ilegítimos".
Sin embargo, eso poco parece importarle a Al-Assad, quien ha logrado mantener a raya a los rebeldes, que en días pasados terminaron retirándose de Homs, considerada como la "cuna de la insurgencia".
El rebelde Ejército Libre Sirio instó a la población a boicotear unas elecciones que calificó de "farsa" encabezada por un régimen "criminal". Sólo dos candidatos se enfrentan a Al-Assad, y ninguno de ellos es conocido: Maher Hayar y Hassan al Nuri, un empresario y un ex ministro de Estado, respectivamente.
El presidente ha sabido ser paciente. Respondió con una feroz represión a las manifestaciones que comenzaron en marzo de 2011 y a los rebeldes que se hicieron del control de diversos territorios. Fue acusado de atacar con armas químicas a la población, algo que él siempre ha negado, aunque en diciembre de 2013, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas de derechos humanos, Navi Pillay, señaló que un panel de la ONU que investiga abusos en la guerra civil siria ha generado "enorme cantidad de evidencia" de crímenes que "indica responsabilidad el nivel más alto del gobierno, incluyendo el jefe de Estado".
Uno de los peores ataques en esta guerra fue el ocurrido en agosto pasado en Guta, que dejó más de mil 400 muertos y miles de heridos. La autoría de este crimen es objeto de controversia.
Al-Assad acusa al oposición y defiende su actuar, comparándose con un cirujano cuyo único objetivo es salvar vidas. Así lo dijo en junio de 2012: "Cuando un cirujano en un quirófano (...) hace cortes, limpia y amputa, y la herida sangra ¿alguien le dice que sus manos están manchadas de sangre? ¿O le damos las gracias por salvar al paciente?".
Frente a esta guerra que hasta el momento se ha cobrado más de 160 mil vidas, la comunidad internacional ha reaccionado imponiendo sanciones, armando a los rebeldes. Estados Unidos dice estudiar la posibilidad de darles entrenamiento. Pero la crisis en el país continúa, y las amenazas contra Al-Assad se desvanecieron en medio del acuerdo de desarme químico aceptado por Damasco y el conflicto entre Ucrania y Rusia, principal apoyo del régimen sirio.
Después de tres años, pareciera que la guerra en Siria ha caído en el olvido. Incluso el papa Francisco advirtió del peligro de acostumbrarse a ella, de lo que llamó "globalización de la indiferencia". Existe, subrayó, "el riesgo de olvidar a las víctimas cotidianas, los inenarrables sufrimientos, los miles de prófugos, entre los que hay ancianos y niños, que sufren y a veces mueren por el hambre y las enfermedades provocadas por la guerra".
Entre esas víctimas están más de 2.8 millones de sirios que hoy viven refugiados en países vecinos, principalmente Líbano, que da cabida a un millón de personas que salieron huyendo del conflicto.
Miles más han abandonado el país en los días previos a la elección, ante las advertencias de la oposición de que prepara acciones para hoy.
La votación empezó antes en el extranjero y, de acuerdo con los medios, hubo una concurrencia masiva. "¿Para qué vamos a votar a otro si siempre lo hemos votado a él?", preguntó Mohamed, refugiado en Líbano, al ser cuestionado sobre el por qué se decantó por Al-Assad. Otros consideraron que es el "único que puede devolver la estabilidad" a Siria, un país de 23 millones de habitantes, de los que unos 15 millones 845 mil están habilitados para sufragar, según el Ministerio del Interior.
Con estas elecciones, Al-Assad busca "legitimar" su poder. Legítima o no, todo indica que conseguirá la reelección.