Análisis. ¿Quién lo tiró?
El mundo vive otro grave episodio en la confrontación entre Estados Unidos y la Unión Europea con Rusia por la crisis en Ucrania, tras el derribo de un avión de Malaysia Airlines con 298 personas a bordo. El presidente estadounidense Barack Obama está convencido de que la aeronave fue derribada por un misil disparado desde una zona controlada por los separatistas prorrusos.
Ucrania también culpa a Rusia de haber entregado el misil a los rebeldes y rechaza que éstos hayan arrebatado una batería de esas armas al ejército ucraniano. Un diplomático ucraniano va más allá y sostiene que la batería de la que se hizo el disparo volvió a Rusia con un misil menos. El presidente ruso, Vladimir Putin, niega las acusaciones y atribuye la tragedia a la ofensiva ucraniana sobre los separatistas. Al igual que Obama, Putin reclama una investigación independiente.
El intercambio de acusaciones enturbia una atmósfera ya enrarecida por las nuevas sanciones impuestas por EU a Rusia por su política de desestabilización en Ucrania. La Unión Europea también acordó más sanciones contra Rusia, aunque más leves. De allí el reclamo de Obama a sus aliados europeos porque no hacen lo suficiente contra Moscú, que despojó a Ucrania de Crimea. Pero es claro que para la UE —que tiene una fuerte dependencia del gas ruso y algunos de sus miembros, como Alemania, fuertes inversiones en Rusia—, medidas más enérgicas pueden ser muy costosas.
Poco antes de que fuera derribado el avión malasio, Putin había advertido que las sanciones podrían llevar las relaciones EU-Rusia a un punto muerto y que la “agresiva” política exterior de Obama, obligaría a Moscú a elevar su gasto de defensa. Tras la tragedia del avión, la confrontación entre ambas potencias escaló peligrosamente. Putin se halla otra vez contra la pared, justo cuando acababa de superar el aislamiento internacional por la anexión de Crimea, con su gira por América Latina (Cuba, Nicaragua, Argentina y Brasil) y con la Cumbre de los BRICS.
Hoy el mandatario ruso aparece como el gran villano que se anexa territorios por la fuerza y apoya a “terroristas” (los separatistas ucranianos) y a regímenes opresores como el de Siria. En contrapartida, el ex líder cubano Fidel Castro responsabiliza a Ucrania de lo que pasó al aparato malasio, en un realineamiento con Rusia que resucita la geopolítica bipolar.
En este contexto, Obama sale al escenario internacional para inculpar a Putin y presentarse como el defensor de la comunidad mundial civilizada. Quedan atrás la crisis de los niños centroamericanos indocumentados y el fracaso de la reforma migratoria.
La tragedia del avión malasio parece la reedición de un terrible incidente de la Guerra Fría: el derribamiento de un avión de pasajeros surcoreano, con 269 personas, por cazas rusos, en septiembre de 1983. El entonces presidente Ronald Reagan lo calificó como “un crimen contra la humanidad”. El Kremlin se justificó alegando que la nave había violado su espacio aéreo, en una zona clave de su defensa y que nunca respondió a avisos de advertencia. Obama dice ahora que lo que sucedió al vuelo de Malaysia Airlines es una “tragedia global”.
La nueva desgracia aérea ha desplazado a un segundo plano la crisis en Gaza. El asediado territorio palestino sufre ahora una ofensiva israelí terrestre. Ayer mismo, Obama destacó una vez más el derecho de Israel a defenderse de la amenaza “terrorista” de Hamas. Pero por supuesto, la gran pregunta hoy es ¿quién tiró al avión?
eduardo.mora@eluniversal.com.mx