Obama lucha para evitar ser arrinconado
Video. Barack Obama se encontraba efectuando su voto por anticipado para las próximas elecciones legislativas del 4 de noviembre. El mandatario tomó de buena gana el momento.
El presidente Barack Obama (cen. ) junto al gobernador de Ilinois, Pat Quinn (izq.), y el senador Dick Durbin, en un mitin el domingo pasado en Chicago.. (Foto: CHARLES REX ARBOGAS. AP )
WASHINGTON.— A sólo dos semanas de las elecciones de medio término, los republicanos no quieren que la sangría de apoyos que ha costado a los demócratas el manejo de la crisis por los contagios de ébola y la falta de resultados en el frente de batalla en Irak y Siria, se conviertan en noticias viejas, ya que de ellas dependen, en buena medida, su casi segura victoria en las urnas y, con ella, el control de la mayoría en el Senado.
En medio de una apurada estrategia de control de daños, el presidente Barack Obama luchaba contrarreloj para recuperar las riendas del control ante la amenaza de nuevos contagios de ébola y para sofocar la amenaza terrorista del Estado Islámico (EI) en Siria e Irak. Todo ello con la esperanza de arrebatarle argumentos a la oposición y cerrarle el paso a una inminente victoria de los republicanos que, en caso de confirmarse el 4 de noviembre próximo, le arrinconará durante los dos últimos años de su presidencia.
Sin embargo, los últimos sondeos parecen no acompañar los esfuerzos de Obama. Ni tampoco las últimas cifras de recaudación de fondos en las que los republicanos gozan de una ventaja considerable frente a los demócratas. Según las cifras aportadas ayer por el presidente del Comité Nacional del Partido Republicano, Reince Priebus, hasta el pasado mes de septiembre los republicanos habían recaudado un total de 163.9 millones de dólares, contra poco más de 143 millones que han recolectado los demócratas.
El entusiasmo de los magnates. Una explicación para este resultado tan dispar es el entusiasmo de las grandes corporaciones y los magnates ante un escenario de victoria republicana, contra el desánimo y la frustración de esas minorías que hoy escamotean su apoyo financiero y electoral a los demócratas. En este escenario de derrota anticipada, muchos se preguntan si acaso, en tan sólo dos semanas, el presidente y los demócratas serán capaces de evitar el abandono de algunos sectores leales como el elector hispano, los independientes, las mujeres y el ala más liberal para convertirse en tabla de salvación en el último momento.
Por el momento, la respuesta no puede ser más desalentadora. Si nos atenemos al último parte de prospección electoral del grupo demoscópico FiveThirtyEight’s —uno de los más acertados—, 63% de los ciudadanos cree en una victoria de los republicanos, mientras que sólo 36.8% cree que los demócratas serán capaces de retener el control del Senado.
En términos de resultados, las proyecciones más serias vaticinan un Senado controlado por los republicanos con un total de 52 escaños contra 48 de los demócratas.
“Es bien sabido que unas elecciones legislativas no son lo mismo que unas elecciones generales. Además, el peso de Obama se ha convertido en un lastre para muchos candidatos demócratas que luchan por ganar o sobrevivir en estados tradicionalmente republicanos”, dijo el analista Dana Milbank, en alusión a la complicada lucha que libran los demócratas en estados como Georgia, Alaska, Iowa, Kansas y Carolina del Norte, todos ellos bajo el control de un gobernador republicano.
A pesar de las medidas de urgencia adoptadas por la administración, para evitar que los republicanos sigan explotando la crisis por los contagios de ébola y los inútiles esfuerzos de Estados Unidos para contener el avance de las fuerzas del EI en Siria e Irak, la maquinaria del Partido Republicano no ha querido retirarse de sus líneas de ataque con la esperanza de que la estela de los escándalos les allanen el camino a una victoria.
El último intento para restablecer la confianza de los ciudadanos y de los electores obligó ayer al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) a fijar nuevas restricciones a los pasajeros que lleguen procedentes de Sierra Leona, Guinea y Liberia y que no podrán llegar a Estados Unidos si no es a los aeropuertos de Nueva York, Washington, Atlanta, Chicago y Newark.
La medida del gobierno tropezaba, sin embargo, con una nueva andanada de críticas del presidente del comité de seguridad nacional en la Cámara de Representantes, el republicano, Michael McCaul, quien consideró que Estados Unidos no estará a salvo del ébola hasta que se cancelen las visas a los ciudadanos de esos tres países afectados por el brote. “Seguiré insistiendo ante el gobierno para que suspendan inmediatamente las visas a ciudadanos que intenten viajar desde Sierra Leona, Liberia y Guinea”, enfatizó McCaul.
En medio de estos esfuerzos por desembarazarse del escándalo de los contagios por el virus del ébola, el gobierno de Barack Obama sufría ayer otro revés desde el frente de batalla en Siria e Irak, donde las fuerzas de los yihadistas del EI lanzaban un ataque simultáneo sobre un total de 15 objetivos al norte de Irak, poniendo en serios aprietos a los ejércitos kurdos que defienden la ciudad de Mosul y la estratégica presa de Dam.
En resumen, a pesar de los intentos del presidente Obama y de los demócratas por conseguir noticias alentadoras que les permitan detener una derrota humillante en el Senado, los vientos parecen soplar en favor de los planes republicanos para festejar el próximo 4 de noviembre lo que se perfila como una victoria abrumadora.