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Netanyahu, el cauteloso y duro premier israelí

Jana Beris Corresponsal| El Universal
Lunes 04 de agosto de 2014

Video. El Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseguró que las fuerzas del ejército israelí, permanecerán en Gaza el tiempo que sea necesario y actuarán con toda la fuerza que sea necesaria.

Netanyahu, el cauteloso y duro premier israel

OPINIONES. "El primer ministro (Benjamin Netanyahu) no cree en un arreglo, no cree en la paz, no cree que hay un interlocutor con quien hablar… y todo lo que está pasando en la región en las últimas semanas, no hace menos que llevarle a pensar, que tiene razón". (Foto: ILUSTRACIÓN LETICIA BARRADAS )

Protagonista de la actual crisis de Gaza, el gobernante, miembro del conservador Partido Likud, ve crecer su popularidad en su país, aunque se le cuestiona que no cree en la paz

JERUSALÉN.— El primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu, habla con tono firme y rostro serio. Irradia a menudo una imagen dura, más por su estilo que por el contenido de sus palabras.

En estas últimas semanas en las que Israel lleva a cabo el operativo “Margen Protector” contra Hamas en la Franja de Gaza, Netanyahu (64 años) está pasando una prueba nada sencilla a su liderazgo. Probablemente una de las mayores desde que entrara a la política israelí en 1988, aunque su desempeño público comenzó ya antes.

Netanyahu nació en Tel Aviv y creció en Jerusalén y Filadelfia. Al finalizar sus estudios secundarios en Estados Unidos, donde estuvo unos años por el trabajo de investigación académica de su padre, volvió a Israel para enrolarse al servicio militar obligatorio, al cumplir 18 años, y fue combatiente en la unidad élite “Saiéret Matkál”.

Sus estudios académicos los realizó en Estados Unidos, obteniendo un primer título en arquitectura y un máster en Administración de Empresas, además de estudiar Ciencias Políticas en Harvard. En 1976, Netanyahu perdió a su hermano mayor, Yonatan (Yoni), que comandaba la misma unidad comando en la que él había servido, durante el histórico rescate de los rehenes israelíes en Entebbe, Uganda. Al año siguiente, tras finalizar sus estudios, retornó a Israel.

Además de trabajar como director de marketing de una gran empresa de venta de muebles, encabezó el “Instituto Yonatan para la Investigación del Terrorismo”. De los contactos desarrollados a raíz de dicho cargo, surgió su recomendación para asesor político en la embajada de Israel en Washington. En 1984 y durante cuatro años, se desempeñó como embajador de Israel en la ONU, siendo ampliamente elogiado en su país por actuación en dicho marco internacional.

Ya de regreso nuevamente en Israel, se sumó al partido Likud, resultó electo diputado por primera vez en las elecciones de 1988 y de allí fue avanzando, siendo vicecanciller primero, luego ministro de Finanzas y de Relaciones Exteriores, hasta que en 1996 se convirtió en primer ministro de Israel, cargo que ocupó hasta 1999. Encabezó la oposición y a comienzos del 2009, volvió a la jefatura de gobierno.

Uno de sus puntos más fuertes a ojos de sus ciudadanos, inclusive de quienes discrepan ideológica o políticamente con él, es su desempeño ante las cámaras y los micrófonos. Y en la guerra actual, no fue la excepción.

Netanyahu se ha dirigido repetidamente a la ciudadanía. Probablemente, nunca haya sido tan elogiado por sus compatriotas, como en estos tiempos de crisis. Lo más notorio, es que sus adversarios políticos de centro e izquierda, evalúan más positivamente su rol, que su “propia gente”.

Pero no sólo por la retórica. Al conducir el operativo contra Hamas en la Franja de Gaza, suele recalcar que hay que actuar “con criterio y responsabilidad”, en lo que puede verse probablemente como una aclaración implícita a las voces más conservadoras dentro de su gabinete, que quisieran sea proclamado como objetivo del operativo, la reconquista de Gaza y el desmoronamiento total del régimen de Hamas.

El operativo en curso es el primero en que Netanyahu ordena una incursión terrestre a Gaza.

“Es el primer ministro más cauteloso, desde la creación de Israel, en el uso de la fuerza”, escribió recientemente Najum Barnea en el periódico Yediot Ajronot. Barnea, identificado justamente no con el sector político de Netanyahu sino mucho más a la izquierda, ha elogiado en sus muy leídas columnas, el cuidado con el que se maneja Netanyahu en la situación actual.

Las encuestas de opinión pública muestran todas una opinión favorable de la mayoría de la población, respecto al desempeño de Netanyahu en la crisis actual, alrededor de 80%.

Eso no significa, sin embargo, unanimidad ni tampoco una opinión uniforme a lo largo de todas estas semanas de guerra.

Por un lado, en los sondeos el apoyo público sube constantemente. Por otro, a medida que los combates arrecian, continúan cayendo soldados, y cohetes siguen lanzándose desde Gaza hacia la población civil israelí, resurgen las críticas que siempre están de fondo: “no lidia bien con presiones, duda, no se anima a tomar decisiones dramáticas”, según escribió un analista en el periódico israelí Globbes.

A decir verdad, comentarios de este tipo aparecieron ya pocos días después de iniciado el operativo, antes de la fase más compleja de la incursión por tierra, cuando Netanyahu aceptó la primera propuesta de alto el fuego ofrecida por Egipto y hasta la aprobó unilateralmente en una sesión especial de su gabinete. Lo que para unos fue buen criterio y sabiduría diplomática, para otros fue una señal de debilidad que iba a costar caro a Israel. En esos términos o muy parecidos, se manifestaban ministros de derecha en su propio gabinete y diputados de su coalición.

Pero el público en general tiene su propio modo de analizar las cosas. Según un sondeo del Instituto de Rafi Smith, el partido del primer ministro, el Likud, recibiría hoy —si hubiera elecciones— 11 escaños más de los que tiene actualmente en el Parlamento.

Quizás el problema central de Netanyahu —que evidentemente seguirá siendo candidato por el Likud, sin planes de pasarse al laborismo— sea que según diferentes sondeos, el apoyo masivo del pueblo no es automáticamente el de su partido, que es mucho más conservador que él mismo. Un alto porcentaje, viene de sus adversarios de izquierda.

“El aislamiento de Netanyahu es doblemente notorio dado que de la oposición ha recibido elogios”, escribió al respecto el analista político Yosi Werter en el periódico Haaretz.

“En el léxico del Likud y de la derecha —agrega— contención es una palabra despectiva”.

El mencionado rotativo, considerado claramente opositor al gobierno actual, ha destacado el rol del primer ministro en el manejo cauteloso del operativo, calificándole inclusive con adjetivos positivos y asegurando que se maneja con “valentía y responsabilidad”.

Pero los elogios entusiastas que Netanyahu ha recibido en general en su país por el manejo de la guerra contra Hamas, no hacen olvidar seguramente las discrepancias en relación a otro tema que en algún momento deberá resolverse: la situación en Cisjordania, donde los palestinos exigen un Estado independiente previas retiradas de Israel.

Según el ya citado Yosi Werter de Haaretz, la ministra de Justicia Tzipi Livni, identificada con el empuje hacia una solución negociada con la Autoridad Palestina, seguramente se pregunta por qué no mostrará Netanyahu “esta determinación y este apego a la ruta... en el ámbito político”, en referencia al proceso de paz. El problema es que “el primer ministro no cree en un arreglo, no cree en la paz, no cree que hay un interlocutor con quien hablar… y todo lo que está pasando en la región en las últimas semanas, no hace menos que llevarle a pensar, que tiene razón”.

La oposición laborista, aunque ahora le apoya claramente, considera que de fondo, debe haber un horizonte político claro para solucionar el conflicto con los palestinos, a través de una negociación con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina Mahmud Abbas, a quien —consideran— Netanyahu no ha sabido fortalecer suficientemente.



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