Santiago.— Rauda, con la mirada baja, atraviesa el portón de metal verde sin mirar a nadie. Salvo que algún niño se le cruce, porque entonces Margot Honecker se detiene y, en un español apenas entendible, lo saluda amablemente. A sus 87 años y con un caminar lento, se le ve salir de casa sólo cuando necesita comprar en la panadería o ir al supermercado, ubicados a metros de su condominio. Pero la llegada del calor y la primavera han dado ánimo a la esposa del fallecido líder de la RDA, Erich Honecker, para salir, a veces, hasta una vez al día.

Controvertida ministra de Educación por 26 años (se le acusó de haber impulsado una política de adopciones forzadas, si bien en el respectivo juicio no se pudo establecer su responsabilidad) y la parlamentaria más joven de Alemania Oriental, Margot Honecker tuvo con el ex dictador germano a su hija Sonja, quien tuvo un vínculo clave con Chile: en 1989, cuando cayó el Muro, Sonja estaba casada con el chileno Leonardo Yáñez. Fue en agosto de 1992, mientras su esposo era sometido a juicio en Berlín, cuando, en un vuelo de Aeroflot, Margot aterrizó por primera vez en Chile y se instaló en una comunidad de Castillo Velasco, donde todavía reside. Seis meses después llegaría su marido, con quien alcanzó a vivir hasta la muerte de este, en 1994, de cáncer al hígado.

Incidente en la panadería

Quienes la han visitado aseguran que, al entrar a su residencia, lo primero que se siente es el olor a cigarro impregnado en las cortinas que siempre están cerradas. En la casa de dos pisos —en el segundo está su habitación—, valuada en 185 mil 500 dólares, Margot vive con su nieto Roberto Yáñez (39), quien, además de fumar, se dedica a la pintura y la poesía. Antes, con mayor frecuencia que hoy, solían salir a caminar juntos: ella iba a comprar pan, cecina y pasteles a la panadería La Baguette y él, a la botillería contigua.

Pero hace tres años Honecker redujo al mínimo sus visitas a ese local, luego de que un cliente la increpó públicamente al gritarle, desde la vereda, “¡asesina!” y “acá te alimentamos gratis”, mientras ella miraba el suelo ante la vista incómoda de las vendedoras. Cuando el hombre se fue, ella salió a paso raudo.

Empleada dos veces al mes

Poco se sabe de la relación de ella y su nieto. En una entrevista con la revista alemana Berliner Kurier, en noviembre pasado, él reveló que, a pesar de vivir desde 1992 con su abuela, no comparten visiones políticas. Ella paga puntualmente los gastos comunes en su conserjería. En ocasiones se le acumulan en su buzón los libros que suele recibir, todos en alemán, y las postales que le envían sus cercanos en ese país. Quienes la conocen afirman que come poco, lo que explica su delgadez.

Prefiere el café con leche, tostadas con jamón y strudels. Hasta hace unos años, la misma Honecker se encargaba de la limpieza de la casa. Hoy, debido a su edad, una empleada va dos veces al mes. Y si alguna vez manejó un automóvil, ya no tiene vehículo y se traslada a pie. En ocasiones, Sonja la recoge en su auto y salen. Su hija también le deja su perro poodle para que lo cuide.

Atracción turística para alemanes

El condominio Andalué es una atracción turística para algunos alemanes. Cuentan que en una oportunidad pasó un bus de techo descubierto que se detuvo frente al portón verde, mientras un guía explicaba por el altoparlante que ahí vivía la ex ministra de la RDA. Los turistas bajaron y se fotografiaron bajo el letrero que indica el número del condominio. Para evitar el acoso, cuando alguien la visita, ella avisa a los conserjes con anterioridad. Una medida que no funcionó en septiembre, cuando periodistas alemanes burlaron la seguridad, llegaron a su puerta y ella les abrió. Muy enojada, pidió explicaciones a la administración.

Honecker se conecta todos los días a internet para revisar la prensa alemana; destina a ello varias horas. Las invitaciones que recibe desde otros países, que incluyen pasajes aéreos, las suele rechazar. El último encuentro internacional al que asistió fue a una conmemoración de la revolución sandinista, en Nicaragua, donde, puño en alto, fue condecorada por el presidente Daniel Ortega.

Disminuidas redes políticas

La muerte en 2010 de Luis Corvalán, ex secretario general del Partido Comunista, marcó un antes y un después en su vida social: era el amigo más cercano de los Honecker. Con Corvalán y su esposa se juntaban a almorzar dos veces al mes, y ella aprovechaba esas visitas para nadar en la piscina del fallecido dirigente. Ella también lo recibía muy seguido en su casa. Hoy, su vida social ha disminuido, pues sus amigas más íntimas tienen edad avanzada y problemas de salud.

Su círculo lo componen la confidente de Gladys Marín, Marta Fritz, quien lucha contra un cáncer, e Irma Cáceres, viuda de Clodomiro Almeyda.

En los primeros meses de su estadía en Chile, tanto ella como su hija tuvieron un contacto fluido con dirigentes socialistas como Jorge Arrate, Isabel Allende y Ricardo Núñez. Sonja, incluso, había participado en diversas “jornadas de solidaridad” con Chile estando en la RDA, donde reunía a socialistas como el ex senador Jaime Gazmuri, al ex jefe de la Secom Juan Carvajal y al ex ministro Osvaldo Puccio.

Los socialistas cuentan que sólo con este último y su hermano José Miguel —médico que supervisa su salud— la ex ministra de Educación alemana tiene hoy línea directa. Los demás se han desmarcado de la figura de los ex jerarcas de Alemania Oriental.

Pero Honecker sí mantiene contacto regular con chilenos sin cargos políticos que estuvieron exiliados en la RDA. De hecho, en enero de 2012, el grupo denominado “Amigos de la RDA” la invitó para presentar el libro Notas desde la Cárcel.

Es con el Partido Comunista con el que está más vinculada, aunque explican que su nexo no es exclusivamente con el presidente, Guillermo Teillier, sino que con militantes históricos ligados a Corvalán. Años atrás, su cumpleaños 80 lo celebraron en un restaurante en Cumming, donde además de Teillier y Corvalán, llegaron Patricio Palma y el socialista Manuel Almeyda. La presencia de Honecker en la tradicional Fiesta de los Abrazos comunista es de las pocas actividades públicas donde se deja ver.

En junio de este año, en su última aparición pública, llegó al ex Congreso para la celebración de los 102 años del PC. Precisamente instancias ligadas a esa colectividad han sido las únicas veces en que han estado con ella la presidenta Michelle Bachelet y su madre, Ángela Jeria. Así, Bachelet coincidió con Margot en 2005, en el velorio de Gladys Marín, y Jeria la saludó por primera vez en un aniversario del partido en el Teatro Caupolicán.

Con quien también tuvo contacto fue con el mediático ex embajador del Reino Unido en Chile Jon Benjamin. La despedida del diplomático, en enero de este año, fue el escenario que reunió a varios exiliados en la RDA con la otrora primera dama, pues ese día coincidió con Jeria, y también con Osvaldo Puccio y José Rodríguez Elizondo, quien en Alemania Oriental conoció al ex marido chileno de Sonja.

En dicha ocasión, Margot se vio distendida, sostuvo conversaciones coloquiales, siempre en alemán, y sonrió. La novedad fue que estuvo acompañada de su hija, quien pocas veces se deja ver en actividades públicas.

Tres años sin ir a Cuba

La última vez que la viuda del ex jerarca alemán viajó a Cuba fue en mayo de 2011, invitada por Fidel Castro, a quien, dicen, también aprovechó para visitar.

Antes desde su llegada a Chile, acostumbraba a viajar cada año a la isla caribeña para someterse durante un mes a un riguroso chequeo médico. De su salud ahora se encarga el doctor Puccio, también médico de la presidencia y quien atendió a Erich Honecker en Chile. Quienes han estado junto a ella en los últimos meses, cuentan que, aunque físicamente se la ve en buen estado, sus dificultades para caminar se hacen cada día más notorias. Pero mientras los días estén soleados, seguirá saliendo a pasear. El Mercurio