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Análisis. Los caballeros de la Guerra Fría

Eduardo Mora Tavares| El Universal
Viernes 07 de marzo de 2014
<b>Anlisis.</b> Los caballeros de la Guerra Fra

SIMFEROPOL. Un hombre sostiene una bandera de la Unión Soviética, al participar en un mitin prorruso en Crimea. (Foto: DAVID MDZINARISHVILI REUTERS )


La crisis ucraniana se ha convertido en una nueva confrontación entre Estados Unidos y Rusia, como se temía, y ha escalado con la decisión del Parlamento de Crimea de aprobar en un referéndum el próximo día 16 su anexión a Rusia, y con la imposición de sanciones a quienes hayan participado en la desestabilización de Ucrania, decidida ayer por el presidente Barack Obama.

La Unión Europea que agrupa a 28 países —tres de ellos repúblicas ex soviéticas y seis ex miembros del Pacto de Varsovia— apenas acordó unas tímidas sanciones contra Rusia, en el afán de no cerrar la puerta a una salida diplomática al conflicto que la enfrenta con su principal abastecedor de gas natural y petróleo.

La revolución de la plaza que derribó a un presidente ucraniano aliado de Moscú el mes pasado, es ahora una disputa geopolítica que evoca los tiempos de la Guerra Fría. Es interesante notar que dentro de la infinidad de análisis sobre el asunto destacaron los de dos grandes estrategas de la política exterior estadounidense: Zbigniew Brzezinski y Henry Kissinger. Ambos, además de dedicar una buena parte de su obra a la confrontación con la hoy desaparecida Unión Soviética, fueron consejeros de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Brzezinski lo fue con el presidente demócrata James Carter (1977-1981) y Kissinger con el republicano Richard Nixon (1969-1974). Kissinger fue además, secretario de Estado con el mismo Nixon y con Gerald Ford (1974-1977).

Desde diferentes perspectivas, ambos coinciden en una cosa: Occidente no debe arrebatar Ucrania a Rusia incorporándola a la OTAN o enfrentar Kiev a Moscú, cosa que ocurrió con la revolución de la plaza (Maidan), a la que respondió Putin como un oso lastimado, tomando el control de la estratégica península de Crimea, formalmente una república autónoma de Ucrania, pero hoy bajo el dominio de Moscú.

Crimea, con una mayoría de sus habitantes de origen ruso, aloja a la principal base naval de Rusia en el Mar Negro. Es la salida al Mar Mediterráneo y tiene fuertes vínculos históricos con Rusia. Es una joya que data desde el imperio de los zares a la que Moscú no está dispuesto a renunciar.

Mientras Brzezinski, que lidió con la invasión soviética a Afganistán (1979) e impulsó la insurrección del sindicato Solidaridad en Polonia (1980), advierte que Occidente no se puede quedar impasible si Ucrania es aplastada por Rusia, Kissinger, más pragmático —promovió el acercamiento con la China de Mao—, sugiere a los divididos ucranianos cooperar entre sí y reconocer que Crimea tiene una relación especial con Rusia. “Internacionalmente, (los ucranianos) deberían adoptar una postura semejante a la de Finlandia. Esa nación no deja dudas acerca de su independencia y coopera con Occidente en la mayoría de las áreas, pero evita cuidadosamente una hostilidad institucional hacia Rusia”, recuerda Kissinger.

Por cierto, antes que Hillary Clinton, fue Brzezinski quien aludió a Hitler en su análisis sobre Ucrania publicado por The Washington Post el lunes pasado. A la inacción ante la “la toma de los Sudetes por Hitler en 1938 siguió la ocupación de Checoslovaquia en 1939”. Si se permite a Putin quedarse con el este ucraniano, el líder ruso se sentirá tentado a derrocar al nuevo gobierno prooccidental de Kiev y luego, si Occidente no hace nada, a amenazar a Rumania, Polonia y las tres repúblicas bálticas (Lituania, Letonia y Estonia), alertó el ex consejero de Carter.

En estos días no sólo reaparecieron estos caballeros de la Guerra Fría. Lo hizo también una bandera soviética agitada por manifestantes frente al Parlamento en Simferopol, la capital de Crimea. Es evidente que existen nostalgias en el antiguo ex bloque comunista. Putin no fue militar pero le gusta comportarse como tal. Fue ojos y oídos de la KGB en la República Democrática Alemana. Vio desintegrarse el imperio interior y exterior de la URSS. Hoy parece querer restaurar la gloria perdida. Quizás no esté respetando el derecho internacional, como dice Obama, pero está actuando con la geopolítica en la cabeza y busca prevalecer.



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