Ciudad del Vaticano

Jorge Mario Bergoglio es el primer Papa proveniente de América Latina, el primero en llamarse Francisco, el primero salido de las filas de la Compañía de Jesús y este viernes podría convertirse en el primer Pontífice Premio Nobel de la Paz en la historia de la Iglesia de Roma, si supera en votos a Edward Snowden, informático estadounidense, Malala Yousafzai, defensora de los derechos de la mujer herida en un atentado talibán, y Denis Mukwege, el ginecólogo congolés que lucha contra la violencia sexual.

De entre estos cuatro personajes —los candidatos son 278— podría surgir, según fuentes cercanas al premio, el Nobel de la Paz 2014, cuyo nombre será anunciado en Oslo, Noruega, al término de la tradicional semana en que son premiadas las personas que en su vida han aportado “importantes beneficios a la humanidad”.

Detrás de la candidatura de Francisco está su fuerte discurso social que “ha sensibilizado enormemente la opinión pública mundial no sólo sobre la paz en el planeta, sino sobre la pobreza y la necesidad de dar vida a un nuevo sistema económico capaz de hacer una verdadera redistribución de la riqueza”, agregan las mismas fuentes recordando que el Pontífice considera estos hechos también responsables del estallido de muchas guerras.

“Siempre queda la duda de si la guerra en Siria es de verdad, si es una guerra para resolver problemas o si es una guerra comercial para vender armas, para incrementar el comercio ilegal. Debemos decir no a este comercio y a la proliferación de armas, porque sólo así puede cesar la violencia, la devastación en Siria y, sobre esta base, encontrar una justa y pacífica solución a este conflicto fratricida”, explicó recientemente el Papa sobre los ocultos motivos de esta y otras guerras.

Los muchos otros llamados en favor de la paz de Francisco no parecen, sin embargo, ser suficientes para los no pocos críticos de su candidatura. La misma, afirman, “es tan especulativa como la que premió al presidente de Estados Unidos Barack Obama en 2009, que mostró una gran desproporción entre los buenos propósitos y los resultados efectivamente conseguidos”.

Clara es la alusión al nulo éxito que tuvo en la práctica la plegaria por la paz promovida por Francisco, que tuvo como protagonistas al ex presidente israelí Shimon Peres y a su homólogo palestino Mahmoud Abbas que, independientemente de su resultado, es un considerada un hito pacifista.

“En mi opinión esta candidatura es prematura, porque se debe ver si el empeño por la paz de Francisco es el elemento clave de este año y medio de pontificado”, dijo a EL UNIVERSAL Francesco Peloso, vaticanista del diario Il Secolo XIX, no sin subrayar que la candidatura al Nobel de un Papa se daba casi siempre por descontada.

Peloso también resaltó la importancia de aquella plegaria por la paz, porque “demostró que lo imposible pudo ser posible si Francisco hubiera contado con la voluntad política para hacer realidad el objetivo de ese gesto con el cual demostró que hay otra vía practicable diversa a la guerra”. Para el vaticanista, Francisco tiene posibilidades de ganar el Nobel, pero su candidatura “corre el riesgo del efecto Obama”, esto es, “no sería correcto dejar de lado la sustancia de su magisterio y premiarlo sólo por su simpatía o por el encanto que provoca en la gente”.

Luego de definir de “indecorosa” la manera como se asignan los Nobel, Sandro Magister, vaticanista de la revista italiana L’Espresso y uno de los grandes críticos de este Papa, dijo a este diario que “aunque me puedo equivocar, no creo que Francisco obtenga este premio por la reserva que existe en Oslo en relación a los papas”, reserva que bloqueó la candidatura de Juan Pablo II pese a su importante rol en la desaparición del imperio soviético.

“Si bien creo que no será fácil superar esta reserva, Francisco bien podría obtener este honor por su espíritu de proximidad al tiempo, gracias al cual fue nombrado ‘Hombre del año’ por importante medios”, agregó Magister, precisando que “si obtiene el Nobel sería una ulterior prueba de las simpatías que recoge por la manera como adecua el catolicismo al espíritu del tiempo”.