Análisis. La eficacia de un líder prudente
El presidente estadounidense Barack Obama ha sido muy criticado por los pobres resultados de su política exterior, sobre todo por los congresistas republicanos que quisieran que el mandatario utilizara más el poder duro para enfrentar a los enemigos de su país en el mundo, en esta coyuntura, los terroristas del Estado Islámico (EI) que decapitan periodistas norteamericanos, y el desafiante líder ruso, Vladimir Putin, que anexó Crimea a Rusia y desestabiliza el este de Ucrania.
El presidente del comité de inteligencia de la Cámara de Representantes, Mike Rogers, ha dicho que la política exterior de Obama “está en caída libre”, cuestionando la renuencia del presidente a involucrarse en conflictos en el exterior, mientras que el frustrado aspirante presidencial republicano, el senador John McCain, cuestionó que Obama afuera incapaz de armar una coalición contra los yihadistas. Las críticas al mandatario surgieron incluso en sus propias filas. La lideresa de la minoría demócrata en la Cámara Baja, Dianne Fenstein, dijo que “este presidente es demasiado cauteloso”.
Los avances del EI, los asesinatos de los periodistas James Foley y Steve Sotloff por parte del grupo terrorista y los continuos combates en el este ucraniano mostraban, en efecto, a un Obama indeciso y casi paralizado, tras admitir que aún no tenía una estrategia contra los yihadistas. Obama llegó en consecuencia a la cumbre de la OTAN en Gales, como un líder disminuido y cuestionado. Pero ha salido del encuentro atlántico con una imagen distinta que muestra la eficacia de una diplomacia prudente y sensata, que no sólo reconoce las limitaciones de EU ante los desafíos internacionales actuales, sino que entiende que como cabeza del mundo occidental y de los valores democráticos, no puede actuar solo sino en concierto con sus aliados.
Obama, que retiró a las tropas estadounidenses de Irak y se dispone a hacerlo de Afganistán, —las dos guerras que hundieron la economía de EU con una deuda billonaria— no piensa mandar soldados a combatir en Irak, porque siempre pensó que esa guerra no debía librarse. Con ese talante, sobrio y mesurado, Obama ha sentado los cimientos de una coalición internacional para luchar contra el EI. Al mismo tiempo, como líder natural de la Alianza Atlántica, logró que la reafirmación del principio de defensa de los socios de la OTAN, la creación de una fuerza de despliegue rápido y la amenaza de más sanciones obligara a Rusia a moderar su conducta en el este de Ucrania, que aunque no pertenece a la OTAN, ha optado por sumarse a Occidente.
Una tregua está en vigor y Putin mismo la ha impulsado para no ver crecer su aislamiento. Para culminar el día, el Pentágono le ofreció a Obama la buena noticia de la muerte del líder de la milicia al-Shabaab en Somalia. Obama, a quien se atribuye ser un buen jugador de poker, ha mostrado de nueva cuenta que puede acompañar la suerte con la habilidad.
eduardo.mora@eluniversal.com.mx