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Juan Pablo II en México

Jorge Gutiérrez / Corresponsal| El Universal
Sábado 26 de abril de 2014
Juan Pablo II en Mxico

EL INICIO. Wojtyla visitó en 1979 tierras mexicanas por primera vez . (Foto: ARCHIVO / AP )

El Papa polaco visitó cinco veces nuestro país donde, además del cariño de la gente, logró se establecieran nexos diplomáticos

CIUDAD DEL VATICANO.— Las cinco visitas que realizó el papa Juan Pablo II a México no sólo tuvieron un gran significado social y religioso, sino que permitieron establecer relaciones diplomáticas entre ese país y la Santa Sede y sentaron las bases de la ley que regula esos nexos.

El primer viaje del Papa polaco a México, iniciado el 26 de enero de 1979, se vio enmarcado por la inexistencia de relaciones entre México y la Santa Sede y el anticlericalismo postrevolucionario.

“El gobierno mexicano no quería autorizar esta visita por no existir relaciones diplomáticas entre los dos Estados. Esto me obligó a viajar a México, donde hablé con un secretario, no recuerdo su nombre, quien al final autorizó el viaje por la importancia que revestía”, comento al EL UNIVERSAL Albino Simoncini, responsable de la organización de este viaje y que era, por aquellos años, el representante de Aeroméxico en Italia.

Cuando llegaron los pasaportes del Papa y su delegación, contó Simoncini, el embajador de México señaló que como eran diplomáticos y no había relaciones con el Vaticano no podía dar las visas. “Al final las otorgó, pero surgió otro problema: como el Papa y su comitiva no pagaban el vuelo, tuve una larga discusión con la compañía en la cual acordamos que los boletos de los periodistas cubrirían esos costos”.

Ahí no terminaron los contratiempos: “El avión tuvo que retrasar su aterrizaje, porque el presidente José López Portillo, quien debía recibir al Papa, aún no llegaba al aeropuerto”, recordó.

Jorge Sandoval, corresponsal de El Sol de México, el único representante de la prensa escrita mexicana en aquel histórico viaje, recordó la gran novedad de aquel vuelo: “Fue la primera vez que un Papa dialogaba con los periodistas, unos 60 más o menos, muy pocos en relación a los de hoy. ‘¿Cuál es tu pregunta?’, me dijo Juan Pablo II. ¿Qué piensa de la Teología de la liberación?, le pregunté. Me dijo en español que él estaba de acuerdo con la liberación que propugnaba este movimiento, pero que la misma ‘debía ser espiritual y religiosa’, condenando así los aspectos políticos, marxistas, que estaban detrás de la Teología de la liberación”, añadió.

En el aeropuerto Benito Juárez

La polémica que desató esa primera visita de Juan Pablo II a México, cuyo objetivo era presidir una reunión de la Conferencia Episcopal de América Latina (CELAM) en Puebla, culminaron con la anómala recepción de que fue objeto este Papa en el aeropuerto Benito Juárez.

Ante la inexistencia de relaciones entre México y el Vaticano y para no atizar el escándalo, el presidente José López Portillo recibió al Papa como ciudadano y no como mandatario, mientras que millones de mexicanos inundaban las calles de la capital para festejar su llegada.

“Los periodistas que seguíamos al Papa —recordó Sandoval— quedamos asombrados de la multitud que lo saludó hasta llegar a lo que hoy es la nunciatura, pero también de que ‘boy scouts’ y no policías eran los que contenían a esa masa de gente”.

El corresponsal mexicano señaló que para muchos periodistas, resultaba increíble que la población de un país sin relaciones con el Vaticano “reaccionara así ante un Papa cuyo gran carisma hizo el resto. Pero la apoteosis tuvo lugar cuando Juan Pablo II fue a Puebla. Había una interminable valla humana en las calles y en la carretera, donde, no lejos de la cárcel de mujeres, el Papa, al ver que las reclusas lo saludaban, detuvo la caravana e hizo lo propio con la mano. Este episodio dice mucho de la personalidad y humildad del Papa”.

Otras tres visitas de Juan Pablo Il a México tuvieron lugar en mayo de 1990, agosto de 1993 y enero de 1999, en las que de nueva cuenta, fue aclamado por las masas, mientras él refrendó su vocación guadalupana y el amor privilegiado que sentía por México y los mexicanos.

El 21 de septiembre de 1992, México y el Vaticano establecieron relaciones diplomáticas por primera vez en la historia del México independiente: el único nuncio llegado al país fue en la época de Maximiliano de Habsburgo. El profesor Enrique Olivares Santana se convirtió en el primer embajador de México ante la Santa Sede el 28 noviembre 1992.

“Nos gusta pensar que este Papa quería más a México que a otros países, pero para él, además de las sentimentales, había razones de estrategia y geopolítica”, comentó en esa época el historiador Roberto Blancarte, recordando la reforma del artículo 130 de la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que modernizó las relaciones Estado-Iglesia en México.

La última vez del Papa en México

Con una salud profundamente mermada, Juan Pablo II visitó por última vez nuestro país en 2002 —del 31 de julio al 1 de agosto— para presidir la canonización de Juan Diego, el santo 464 de su largo pontificado. EL UNIVERSAL —a través de quien escribe— acompañó al Papa en este viaje que inició en Canadá, prosiguió en Guatemala y concluyó en México donde, al descender del avión, el Pontífice fue conducido al hangar presidencial del aeropuerto, acondicionado con una tribuna, un estrado y, en éste, un sillón destinado a Juan Pablo II.

El hangar fue escenario de un hecho insólito que desató un mar de polémicas: anteponiendo su fe católica al laicismo del Estado mexicano, el entonces presidente Vicente Fox se arrodilló ante el Papa y le besó el anillo pontificio al darle la bienvenida. Muchos analistas criticaron este comportamiento como un acto de sumisión del Ejecutivo frente a la Iglesia de Roma.

Días después, ajeno a estas polémicas dado su precario estado de salud, Juan Pablo II canonizó a Juan Diego en la Basílica de Guadalupe. “¡El Papa! ¡El Papa!” Nos dijo alarmada Giovanna Chirri, vaticanista de la agencia italiana ANSA, al ver que pasaba el tiempo y que Juan Pablo II seguía con la cabeza baja. “Algo le pasa, algo le pasa”, insistió, hasta que el Pontífice, lentamente, comenzó a incorporarse.

Antes de volar de regreso a Roma, se informó que se reducía el espacio destinado a los periodistas en el avión, lo que provocó una dura protesta. Pero al enterarnos de la razón, temimos lo peor. “Se tomó esta decisión porque entre la zona de la delegación pontificia y la de los periodistas se instaló un equipo de emergencia que esperemos no sea necesario utilizar”, explicó la aerolínea.

Durante el viaje el Papa no salió a saludar a los periodistas, como estaba previsto, y ya en Roma vimos la manera penosa como lo ayudaron a descender del avión. Pensamos que su fallecimiento era inminente, pero Juan Pablo II continuó con su ministerio hasta el 2005.



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