Ciudad del Vaticano.— Al abrir el Consistorio Ordinario Público convocado para la próxima canonización de dos beatas, en el que también participan obispos y patriarcas de Medio Oriente, el papa Francisco expresó ayer su preocupación y amargura por las persecuciones y violencia que sufren los cristianos en esa desde siempre agitada región del mundo.

“No podemos resignarnos a pensar en un Medio Oriente sin los cristianos que desde hace dos mil años confiesan el nombre de Jesús”, afirmó.

Es por ello, añadió el Pontífice, que la Iglesia se ha propuesto dar la mayor ayuda posible a las comunidades cristianas presentes en esa zona del mundo para de esta forma “sostener su permanencia en la misma”.

Dijo que así como la comunidad internacional, también la Iglesia se mueve en favor de la paz y la estabilidad en Medio Oriente promoviendo “la resolución de los conflictos a través del diálogo, la reconciliación y el empeño político”.

Abordando el tema de lo que sucede sobre todo en Irak y Siria, el papa Francisco hizo un retrato trágico y angustioso. En esos países, subrayó, “estamos actualmente asistiendo a un fenómeno de terrorismo de dimensiones inimaginables” el cual, en razón de la violencia con la que se conducen los grupos yihadistas, los protagonistas del terrorismo al que aludo, está provocando que “tantos cristianos sean perseguidos y obligados a abandonar sus casas hasta de manera brutal”.

Ahondando sobre esta incalificable violencia, Francisco añadió desconsolado: “Parece que se ha perdido la conciencia del valor de la vida humana, parece que la persona no cuenta y por ello puede ser sacrificada por otros intereses” y, todo esto, exclamó con énfasis, “¡ante la indiferencia de tantos!”.

Al concluir su alocución el Papa precisó que “esta situación injusta, además de nuestras constantes plegarias, exige de una respuesta clara y firme de la comunidad internacional”, pero no sólo para prestar ayuda a “nuestros hermanos que sufren” en estos momentos, sino para enfrentar con firmeza “el drama de la reducción de la presencia cristiana en la tierra donde nació el cristianismo y desde la cual fue difundido” al mundo.

Lo dicho por el papa Francisco se une a las muchas otras críticas que ha hecho a la violencia que vive Medio Oriente, la cual hizo que en agosto, cuando la dramática situación de las comunidades cristianas de Irak llegó a su clímax, enviara a ese país al cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para Evangelización de los Pueblos.

La finalidad del viaje del purpurado fue no sólo llevar ayuda a los prófugos, a quienes entregó una fuerte suma de dinero donada por el Papa, sino hacer un informe detallado de lo que sucedia en esa nación, que posteriormente entregó a Francisco.