WASHINGTON.— El ritual de una tragedia que cumplió 13 años, se repitió ayer con la puntualidad de una pesadilla recurrente y la resonancia de un cortejo fúnebre.

Desde los jardines de la Casa Blanca hasta la zona cero de Nueva York. Desde los patios del Pentágono hasta los bosques de Pennsylvania. Desde el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hasta los ciudadanos de toda condición. Los estadounidenses guardaron un momento de silencio en memoria de las más de 3 mil personas que murieron en los ataques del 11 de septiembre del 2001 (11-S).

Y también en memoria de los más de 7 mil efectivos y civiles que han perdido la vida en Estados Unidos, Irak y Afganistán desde el estallido de una guerra que hoy se antoja eterna.

“Han pasado 13 años desde aquella mañana que fue rota y más de 3 mil vidas nos fueron arrebatadas”, aseguró Obama desde el patio del Pentágono, donde un avión se estrelló aquel 2001 poco después de que otras dos aeronaves se impactaran contra las torres gemelas en Nueva York y en donde perdieron la vida 125 personas.

“Trece años después de que mentes pequeñas conspiraran para destruirnos, Estados Unidos no sólo permanece, sino que hoy es más fuerte que nunca”, dijo Obama en el inicio de una jornada dedicada íntegramente a recordar el momento en que las cosas cambiaron para siempre en EU, dejando una cicatriz que no ha terminado de sanar.

Los actos de ayer se produjeron unas horas después de que Obama confirmara el inicio de una nueva etapa en la guerra que EU ha declarado contra las fuerzas del Estado Islámico (EI), esa reencarnación de la organización terrorista Al-Qaeda que parece haber arrastrado al ejército estadounidense a esa nueva frontera de guerra permanente en Irak y Siria.

A diferencia de hace 13 años, —cuando el ataque terrorista desató una guerra de represalia apresurada sin una estrategia, ni objetivos claros en Afganistán y, posteriormente en Irak—, Estados Unidos vuelve al campo de batalla con más dudas y desafíos que nunca.

Y pese a los desesperados intentos de Obama por transmitir un mensaje de claridad sobre la estrategia que pondrá en marcha en Irak y Siria, las críticas le llovieron ayer desde el Capitolio, donde congresistas pusieron en entredicho el éxito de una campaña que nadie sabe cuánto costará, ni cuánto durará.

“Vamos a apoyar al presidente, pero es posible que esta estrategia no funcione”, dijo el líder de la mayoría republicana, John Boehner, quien añadió que “el presidente ha dicho que no enviará a más tropas. Pero nosotros creemos que la amenaza ahí no se resolverá sin tropas sobre el terreno”.

El senador republicano por Arizona, John McCain, acusó a Obama de haber ofrecido una estrategia insuficiente y tardía. “Gracias a la irresponsabilidad del presidente Obama, EU está hoy en el peligro más serio desde la Guerra Fría”, aseguró ayer McCain al acusar al presidente por su pasividad y por su decisión de retirar a las más de 140 mil tropas que Estados Unidos mantenía en Irak sin dejar tras de sí a una fuerza residual.

La Casa Blanca recordó que Obama quiso dejar una fuerza residual y que el gobierno del entonces premier iraquí Nuri al-Maliki se negó a ofrecer la inmunidad a las tropas de Estados Unidos para poder operar en su territorio.

En medio de opiniones dispares, la nueva campaña contra el terrorismo del Estado Islámico se abría así paso desde el Congreso, donde demócratas y republicanos intentarán un punto de acuerdo para autorizar los 500 millones de dólares que el presidente solicitó desde junio para entrenar y armar a las fuerzas rebeldes del ejército de liberación de Siria a fin de enfrentar al EI.