WASHINGTON.— En una complicada misión para no ser arrastrado de nuevo a una guerra de largo aliento en Irak, la administración del presidente estadounidense Barack Obama justificaba ayer la intervención de su fuerza aérea en la localidad de Irbil como un desesperado intento para proteger a su personal civil y militar estacionado en esa zona y para evitar un genocidio contra las minorías cristianas y yazidíes que se han refugiado en las inmediaciones de la montaña Zinjar, en la frontera con Jordania.

Además, en un hecho que sólo ha añadido mayores dosis de dudas e incertidumbre, la Casa Blanca y el Pentágono se negaban ayer a poner fecha precisa de caducidad a una campaña militar aérea que, aunque tendrá un carácter limitado y sin la presencia de efectivos sobre el terreno, busca acompañar a Irak en la difícil misión de recuperar el terreno perdido a manos de las fuerzas del Estado Islámico (EI) y garantizar el nacimiento de un gobierno incluyente y el robustecimiento de las fuerzas armadas.

Los combatientes habían ganado terreno hasta un sector ubicado a media hora en auto de Irbil, la capital de la región autónoma de Kurdistán y donde se encuentran oficinas de importantes petroleras estadounidenses y europeas. También han tomado control de la mayor represa de Irak, confirmaron ayer autoridades kurdas, lo que podría permitirles inundar ciudades y cortar los suministros de agua y electricidad.

En medio de críticas y de reclamos desde el Partido Republicano, que acusan al gobierno de no tener una estrategia definida y que han demandado a Obama ampliar los objetivos y la misión militar en Irak, la Casa Blanca insistió en que el presidente no quiere que Estados Unidos sea arrastrado de nueva cuenta a una guerra en Irak.

Tras la autorización del presidente Obama, fuentes del Pentágono confirmaban a primera hora de ayer la primera serie de ataques aéreos a cargo de una cuadrilla de cazabombarderos F-18 que partieron desde el portaaviones George HW Bush estacionado en aguas del Golfo Pérsico. “Los objetivos fueron unidades artilladas del EI en las afueras de Irbil”, confirmó el portavoz del Pentágono, el vicealmirante John F. Kirby.

Además, el objetivo del ataque fue respaldar la contraofensiva a cargo de las fuerzas de los peshmergas kurdos que se han convertido en la última defensa de la ciudad de Irbil.

Como parte de esta estrategia, el gobierno de Obama trabajaba también con los gobiernos de la zona para evitar una masacre contra las comunidades cristiana y yazidí que se han refugiado en la montaña de Zinjar, cerca de la frontera con Jordania.

“En el curso de la última semana recibimos reportes muy perturbadores sobre el ataque de las fuerzas del EI contra estas minorías que se han refugiado en la montaña de Zinjar”, aseguró el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest al asegurar que el gobierno de EU ordenó el envío de asistencia humanitaria por aire y trabaja de forma coordenada con las Naciones Unidas.

El líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, John Boehner, señaló que “consideramos que la autorización del presidente de ataques aéreos es adecuada. Pero, al igual que muchos estadounidenses, estoy consternado por la ausencia de una estrategia para contrarrestar la grave amenaza que las fuerzas del EI representan para toda la región”. (Con información de agencias)